SABER, GOCE Y ENTROPÍA


En este artículo comentaremos algunos párrafos de la clase 3 del Seminario XVII, “El reverso del Psicoanálisis”, titulada por Jaques-Alain Miller “Saber, medio de goce”.
Para hacerlo, nos proponemos tomar un concepto, la entropía, central a aquella “parte de la física que se ocupa de los efectos de los cambios en los sistemas a nivel macroscópico” , es decir, la Termodinámica.
Comencemos tomando las palabras de Lacan:
¿Por qué nos restringimos a este manejo del significante y su eventual articulación?  Se trata de algo que está en los mismos datos del Psicoanálisis.
Quiero decir que se encuentra en lo que se manifestó a un espíritu tan poco introducido en esta clase de elaboraciones como podía serlo un Freud, teniendo en cuenta su formación, que conocemos, del tipo de las ciencias parafísicas, fisiología armada con los primeros pasos de la física y, especialmente, la Termodinámica.
Más adelante, en el mismo apartado denominado por Miller “La producción de la entropía”, refiriéndose a la repetición tal como Freud la descubre en el juego “For-da” de su pequeño nieto, dice:
Como todo nos los indica en los hechos, la experiencia, la clínica, la repetición se funda en un retorno de goce.  Y lo que el propio Freud articula en este sentido es que, en esta misma repetición, se produce algo que es un defecto, un fracaso.
(…) Por el hecho mismo de que sea algo como tal repetido, por el hecho de que está marcado por la repetición, lo que se repite no puede estar más que en posición de pérdida respecto de lo que es repetido. (…)  Freud insiste, en la misma repetición hay una mengua de goce.
Luego de establecer “que todo lo que a nosotros, analistas, nos interesa como saber se origina en el rasgo unario y diferenciar radicalmente al sujeto del conocimiento del sujeto del inconsciente -sujeto del significante en tanto lo representa para otro significante- continúa más abajo:
(…) Y la función del objeto perdido, lo que yo llamo el objeto a, surge en el lugar de esta pérdida que introduce la repetición.  ¿Qué nos impone todo esto, sino la fórmula de que, en el nivel más elemental, el de la imposición del rasgo unario, el saber que trabaja produce, digamos, una entropía?
¿Qué es la entropía en Termodinámica?
La entropía es una magnitud física que mide la parte de la energía que no puede utilizarse para producir trabajo.  En otras palabras, aunque el monto de energía permanezca invariable, una vez que se ha suscitado una transformación, ya no será posible revertirla (al menos, completamente), a menos que se realice un trabajo externo sobre el sistema.

Para ilustrar este punto, imaginemos lo siguiente:  un túnel de viento, por el que se hace pasar aire en un flujo orientado de un extremo al otro (a la manera del que saldría de un ventilador).  En el interior del túnel, se coloca un molinillo.  Al pasar el aire, las aspas del molinillo se mueven y se podría adjuntar a ellas un dispositivo que almacene la energía que producen al girar (por ejemplo, levantando un peso – que transformaría la energía eólica en energía potencial).
Supongamos ahora que, repentinamente, tapamos los extremos del túnel.  Las moléculas de aire chocarían contra las paredes, volviendo caótico su movimiento.  Las aspas del molinillo (a pesar de que no ha habido pérdida de energía) cesarían de girar.
Si ahora destapamos los extremos, el molinillo seguirá quieto, ya que un flujo de aire que se ha vuelto caótico no vuelve a orientarse espontáneamente.  Al cerrar los extremos de nuestro túnel, se ha producido un aumento de la entropía del sistema que es irreversible.
La cantidad de energía, suponiendo que el sistema se encuentre aislado, es exactamente la misma que al principio, pero ya no está disponible para producir trabajo (hacer girar el molinillo) porque las moléculas de aire se mueven “desordenadamente”.
Es por esto que, en virtud de este concepto, puede expresarse que el universo tiende al desorden.  Si queremos volver a poner las cosas en orden (disminuir la entropía), sólo lo lograremos mediante un aumento de la misma en otra parte del sistema.
Sin embargo, cabe preguntarnos ¿qué es el orden?  Respondemos desde el Psicoanálisis: el orden es el orden simbólico, es decir, el significante.
Entropía y goce del inconsciente.
De hecho, el goce sólo se caracteriza, sólo se indica en este efecto de entropía, en esta mengua.  (…) Precisamente porque se capta en la dimensión de la pérdida – algo que tiene que compensar lo que de entrada es un número negativo – ese no sé qué que golpea, que resuena en las paredes de la campana, produce goce y goce a repetir.  Sólo la dimensión de la entropía hace que esto tome cuerpo, que haya un plus de goce que recuperar.

Esta aseveración lacaniana puede leerse en el discurso Amo, discurso del inconsciente. 
Lo que por una parte se revela como verdad del Amo (su castración, “lo que de entrada es un número negativo”, una falta en ser), produce al mismo tiempo una compensación, que toma la forma de una producción de entropía (goce) en el lugar del objeto a como plus de gozar.  El goce fantasmático, como repetición del S1, viabiliza este aumento que en términos subjetivos implica un aumento de sufrimiento.
La puesta en orden del significante -su concatenación-, y la producción de saber resultante en la forma del un efecto de significación, al mismo tiempo que instaura la falta en ser propia del sujeto evanescente del inconsciente, da lugar a un aumento del sufrimiento subjetivo en otro lugar: el cuerpo.
A partir de esta formulación, pueden pensarse importantes cambios en la práctica analítica.

Si la producción de saber (articulación de un S1 a un S2) tiene como efecto el aumento en la entropía, es decir, el incremento del sufrimiento subjetivo, la práctica analítica clásica debe ser sometida a grandes revisiones.
Si en un tiempo la interpretación fue entendida como la revelación de un saber, inconsciente hasta el momento,  por parte del analista (modelo que Lacan discute desde el comienzo de su enseñanza), aquí el psicoanalista francés encuentra un nuevo fundamento para hacerla virar hacia otro horizonte.
El discurso analítico, que tiene como agente al analista en posición de objeto a, está destinado a detener la incesante producción de goce concomitante al trabajo del inconsciente mediante la introducción de un corte, de una hiancia, que aísle, que recorte al S1 de la cadena impidiendo así la significación y sus efectos entrópicos.
La interpretación se vuelve puntuación y corte, las sesiones se vuelven breves, y la clínica analítica que algunos post freudianos habían convertido en una larga producción de saber que terminó por olvidar al inconsciente, se vuelve un proceso que opera fundamentalmente por reducción.
Esta lógica continuará ocupando a Lacan en sus próximos seminarios, hasta llegar a un vuelco importantísimo en su enseñanza, a la altura del Seminario Aún, pero de eso nos ocuparemos en algún otro trabajo.


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