Se comienza leyendo el acta del 07
de mayo, es por ello que en este caso se trata del acta del acta.
Con relación al concepto de
repetición ligado al intento de recuperación del objeto perdido surge la
discusión acerca del concepto del goce y de lo real.
Si “el goce se busca en
un esfuerzo de reencuentro y sólo se lo reconoce por el efecto de la marca”
nos interrogamos entonces acerca del estatuto de lo real, como término
positivo. Una respuesta provisoria sería: lo real absoluto se ubica en un
litoral entre lo que entra en un discurso y lo que queda por fuera de éste.
En esta línea se propone en el acta que a través de la marca
significante nos anoticiamos del goce y se trata, entonces, de un goce
imposible. La imagen que circula es que no se trata de un goce primero,
absoluto que se pierde, sino que se trata de la inauguración del goce como
perdido a partir de la marca. Entonces se propone una idea de J.L. Borges: el
paraísoperdido, todojunto. Nunca hubo un paríso que luego se perdió, sino que
si tomamos la idea de paríso ya es como perdido.
Esta idea, da la sensación, de
implicar cierta lógica aplicable en el análisis mismo, donde el horizonte no
estaría puesto en recomponer aquel goce perdido (imaginario que puede traer el
analizante), como cierta restitutio ad íntegrum, sino a partir de ciertas
escansiones inaugurar el goce como imposible (como modo, a partir de la marca
de cernir el agujero)
A continuación se discute la
afirmación “no hay relación cuerpo-goce sino que se trata de un cuerpo separado
del goce. El goce es del Otro” Se ubica aquí una paradoja que implica por un
lado el goce fuera del cuerpo (imaginario) como podría suceder con las
erecciones involuntarias de Juanito, allí claramente el goce se evidencia como
hetero, fuera del dominio imaginario de un cuerpo unificado; pero también
Daniel propone que Lacán afirma, al mismo tiempo que el goce es en el cuerpo.
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