Sem. 17 Más allá del complejo de Edipo.

Clase VI
EL AMO CASTRADO.

Introducción y pto. 1
“El significante amo determina la castración”.

Lacan nos advierte que el reverso del psicoanálisis es el discurso del amo; el discurso psicoanalítico es el contrapunto del discurso del amo.
Aclara que lo caracteriza así porque cada uno de los términos de un discurso (S1, S2, a, S tachada) está ubicado en el lugar contrario al del otro.
Aunque se puede pensar reverso y contrapunto en el sentido de implicar dos “objetos” opuesto o la contracara del mismo.

Hace una crítica a los psicoanalistas que intentan a través de datos en relación a los vínculos parentales conducir una cura. Pone como ejemplo lo que sucede con la “identificación primaria” diciendo que suele tomarse equivocadamente como identificación a la madre.

Freud, Psicología de las masas y análisis del yo, cap. VII, p. 99.
“El varoncito manifiesta un particular interés hacia su padre; querría crecer y ser como él, hacer sus veces en todos los terrenos. Digamos simplemente: toma al padre como su ideal”.

Afirma que esta definición se contradice con lo que “establece el desarrollo de la teoría psicoanalítica sobre la primacía de la relación del niño con la madre” (p. 92).

Un analizante centra su discurso en cierta objetividad guiada por el pensamiento determinando así una configuración subjetiva, una posición del sujeto atravesado por sus defensas. El arte del psicoanalista es, por medio de la interpretación dar lugar a la falla.

Toma la dialéctica que propone Hegel para intentar romperla, afirmando que “el significante amo determina la castración”.

Kojeve A. “La idea de la muerte en Hegel”, p. 87:
El amo se humaniza (realizándose en tanto que amo, es decir, como ser específicamente humano) mediante el reconocimiento por parte del esclavo, pues aquel se impone a éste aceptando el riesgo contra natura que el futuro esclavo rehúsa…
El esclavo realiza y perfecciona su humanidad en el trabajo al servicio del amo. Mas este trabajo servil sólo tiene una virtud antropógena en la medida en que nace de la angustia por la muerte y es acompañado por la conciencia de la finitud esencial de aquel al cual sirve trabajando

Equipara la verdad del amo con la represión primaria en el punto en que ambas se manifiestan a través de sus producciones. Tanto una como la otra, son suposiciones, damos cuenta de ellas a partir de lo que producen, son míticas. La matemática, la ciencia, eluden este supuesto, mientras que el psicoanálisis nos viene a mostrar como “eso” se impone.
“El discurso del inconsciente corresponde a algo que depende de la institución del propio discurso del amo. A eso se le llama inconsciente. Se impone a la ciencia como un hecho” (p. 95).

Pto. 2
Esquema de “los cuatro lugares”.
Toma el discurso de la histérica, para distanciarse de lo que Freud propuso como lugar del padre. Ella, dice, se pregunta por el saber sexual y lo responde “dándole la palabra al Otro y precisamente como lugar del saber no sabido”.
“El discurso de la histérica revela la relación del discurso del amo con el goce, en la medida en que el saber ocupa el lugar del goce. El propio sujeto histérico, se aliena por el significante amo como sujeto al que este significante divide (al que en masculino representa al sujeto) este sujeto que se opone a hacerse su cuerpo” (p. 98).
Freud propone la “solicitación o complacencia somática” y Lacan se pregunta si en realidad no es un rechazo por parte del cuerpo. “Al seguir el efecto del significante el sujeto histérico no es esclavo” (p. 99).
Sostiene al “padre idealizado”. No entrega su saber. Ella le priva al Otro de ser objeto de su deseo.

Nos remite a Dora y en primer lugar a lo que llama “prejuicios freudianos” y luego a los diferentes actores del escenario.
El padre de Dora es un padre castrado, está enfermo.
El Sr. K ocupa el lugar de “tercer hombre” (p. 100), como aquel quien lo tiene, pero no para ella, sino “para que otra le prive de él”.

Primer sueño:
“En una casa hay un incendio; mi padre está frente a mi cama y me despierta. Me visto con rapidez. Mamá pretende todavía salvar su alhajero, pero papá dice: no quiero que yo y mis dos hijos nos quememos a causa de tu alhajero. Descendemos de prisa por las escaleras, y una vez abajo me despierto”

Destaca que en este sueño lo importante para ella no es  la alhaja sino el alhajero, no es el órgano sino quien lo tiene.
El Sr. K le ofrece su goce en tanto joyero, goce que a Dora no le interesa, ya que lo importante para ella es “el saber como medio del goce, pero para que sirva a la verdad, a la verdad del amo que ella encarna en Dora”… “Y esta verdad es que el amo está castrado” (p. 101), ella exhibe esa verdad.

Segundo sueño:
“Ando paseando por una ciudad a la que no conozco, veo calles y plazas que me son extrañas. Después llego a una casa donde yo vivo, voy a mi habitación y hallo una carta de mi mamá tirada ahí. Escribe que, puesto que yo me he ido de mi casa sin conocimiento de mis padres, ella no quiso escribirme que papá ha enfermado: ahora ha muerto y si tú quieres puedes venir. Entonces me encamino hacia la estación ferroviaria y pregunto unas cien veces ¿dónde está la estación? Todas las veces recibo esta respuesta: cinco minutos. Veo después frente a mí un bosque denso; penetro en él y ahí pregunto a un hombre a quien encuentro. Me dice: todavía dos horas y media. Me pide que lo deje acompañarme. Lo rechazo y marcho sola. Veo frente a mí la estación y no puedo alcanzarla. Ahí me sobreviene el sentimiento de angustia usual cuando uno en el sueño no puede seguir adelante. Después yo estoy en casa; entretanto tengo que haber viajado, pero no sé nada de eso… me llego a la portería y pregunto al portero por nuestra vivienda. La muchacha de servicio me abre y responde: la mamá y los otros ya están en el cementerio”. En la sesión siguiente agrega: “con particular nitidez, me veo subir por la escalera, y tras su respuesta me voy, pero en modo alguno triste, a mi habitación, y ahí leo un gran librito que yace sobre mi escritorio”.

El sueño indica no sólo el modo de acceder al padre simbólico sino también el saber que éste produce.

Pto. 3
Remite a los sueños, en tanto formaciones del inconsciente, recordando la metáfora freudiana: un sueño requiere de un socio empresario y uno capitalista. Este último, el deseo infantil reprimido, como lugar de acumulación, de goce y, por otro lado, los restos diurnos.
Freud se equivoca con Dora guiado por sus prejuicios, considerando que las histéricas están atravesadas por “la envidia del pene” (p. 103)y tomando el Edipo con valor de verdad.
El padre freudiano, es uno que “no sobrevive” dice lacan. Freud teme que muera y con ese temor lo hace consistir.
El padre lacaniano se presenta castrado desde el origen.


Carla Riccono