Acta 4 de Diciembre de 2010

Iniciamos la reunión planteando cierta similitud en cuanto a la lógica para pensar algunos conceptos psicoanalíticos particularmente en relación a: la recuperación de goce; la primer huella que se inscribe en el aparato; y finalmente al rasgo unario. Es necesario pensar en términos de ficción el inicio, el punto de partida, como condición de posibilidad para que se produzca tanto la recuperación (fallida) de goce, como el despliegue de las series de huellas y de identificaciones. Para poder profundizar más en la temática sugerimos los textos “La sutura. Elementos de lógica significante”, J. A. Miller y los Axiomas de Peano.
Juan y Verónica expusieron su lectura sobre “La apuesta de Pascal”. En principio mencionaron la importancia de situarlo temporalmente ya que fue escrito en el siglo XVII, momento en el que no se contaba con el dios de los filósofos, aquel dios garante que establecía la relación de todo lo que existe.
Pascal plantea que hay que dejar de lado la razón para conocer a dios ya que desde ésta no se puede acceder. En este punto se opone a Descartes quien propone el conocimiento de dios a través de la razón.
Para introducir a dios expone los conceptos de: INFINITO – FINITO – NADA. Planteando a lo finito como aquello conocible, con límites y extensión; a diferencia de lo infinito, lo cual no tiene extensión, no es par ni impar y no tiene límites. Por su parte, dios tampoco tiene extensión ni límites.
“… conocemos la existencia y la naturaleza de lo finito, porque somos finitos y extensos como él. Conocemos la existencia de lo infinito e ignoramos su naturaleza, porque tiene extensión como nosotros, pero no tiene límites como nosotros. Pero no conocemos ni la existencia ni la naturaleza de Dios, porque no tiene ni extensión ni límites.” (P. 184)
Refiere que hay igualdad de azares para comprobar la existencia ó no de dios, pero siempre conocerlo implica un riesgo (incierto). El jugador parte de una nada valorativa, no ontológica; una nada que habita la apuesta, a partir de la cual se puede comenzar a apostar, acto que no es voluntario.
Apostar implica en primer instancia renuncia, luego habrá ganancia ó pérdida. Pascal dice:
cuando se está obligado a jugar hay que renunciar a la razón para conservar la vida, antes que arriesgarla por la ganancia infinita, tan probable como la pérdida de la nada”. (P. 186)
En términos lacanianos, podríamos pensar, que renunciar a la razón implicaría decirle no a la castración, rechazar la falta. Apostar a una vida infinitamente feliz implica apostar al A. Es decir, si el Otro existe, se obtiene una infinitud.
Hicimos referencia al seminario del Acto, en el que Lacan reflexiona acerca de la elección forzada entre el “no soy” ó el “no pienso”. Posición, esta última, que caracteriza al sujeto respecto del inconsciente. Esa elección forzada es la que insta al sujeto a realizar la apuesta. Forzada ya que el dios del que hablamos es el dios del llamado, de Abraham y de Kierkegaard.
Otro concepto clave en la lectura del texto es el de incertidumbre, ya que es el que pone en juego el deseo por lo que no se puede llegar a ganar. La posición de cada sujeto respecto de la incertidumbre, se podría pensar en tanto nombre de la castración, dependerá de lo que cada uno haga con ella.
Todo jugador arriesga con certeza para ganar con incertidumbre; y, sin embargo, arriesga ciertamente lo finito para ganar inciertamente lo finito, sin pecar por ello contra la razón… la incertidumbre de ganar, es proporcional a la certeza de lo que se arriesga… Y de esto resulta que, si hay tantos azares de un lado como del otro, el partido consiste en jugar igual contra igua; y entonces la certeza de lo que se arriesga es igual a la incertidumbre de la ganancia: lejos está de ser infinitamente distante.” (P. 187)
  Nuevamente apelamos al Seminario del Acto para afirmar que es este mismo el que elimina la certeza y sume al sujeto en la incertidumbre.



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