Reseña: J-A- Miller – “Una nueva modalidad de síntoma”


El texto plantea la pregunta acerca de cómo se introduce el cuerpo en la enseñanza de Lacan. Debe ser introducido porque la noción de libido exige la referencia al cuerpo.
Lo que responde a esta exigencia en Freud es el concepto de pulsión. La pulsión en tanto interesa a zonas particulares del cuerpo, las zonas erógenas, y a aquellos objetos del cuerpo, en particular  objetos perdibles (oral, anal, etc.). El concepto de castración también exige la referencia al cuerpo.
En Lacan, en lo que Miller llama la vena principal de su enseñanza, el cuerpo es introducido en tanto que mortificado, significantizado.
Desde la épica del cuerpo en función y campo de la palabra, hasta la reformulación del concepto de pulsión en términos de demanda, pasando por el falo como esa parte mortificada en la alienación significante, el cuerpo para Lacan es un cuerpo cadaverizado (juego de palabras con corpse) por el significante. El significante desaloja el goce del cuerpo. El significante y el goce se encuentran en una relación de disyunción.
Sin embargo, existen “excepciones libidinales” a la mortificación, el objeto “a”.  La fórmula del fantasma articula la mortificación con lo que hace excepción ($◊a), la relación entre estos términos es pensada en términos de cinta de Moebius.
Pero, plantea Miller, el objeto “a” es pensado sobre el telón de fondo de la mortificación significante.
En la última enseñanza de Lacan, a partir del Seminario 20, Miller propone que se producirá una conversión. El significante ya no va a ser pensado en disyunción al goce sino como productor, él mismo, del goce bajo la especie del objeto “a” plus de gozar.
Ahora de lo que se trata es de la incidencia de goce que el significante produce en el cuerpo.
El concepto clave será el de Sinthome, que permitirá, más allá del fantasma, dar cuenta de la conexión real del significante con el cuerpo, planteando una equivalencia con el lugar del concepto de Pulsión freudiano, como ese mito que permite abordar, ahí dónde los dispositivos simbólicos desfallecen, lo real.

HERNÁN PASICEL

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