ACTA 12
04/09/10
Cap IV: El hecho y el dicho
            Para finalizar el punto 2 realiza una vez más la crítica a los postfreudianos por haber dejado la castración de lado en pos del concepto de frustración:
            “Se habla de frustración cuando se trata de una cosa bien distinta. Llegado el caso, se la aborda mediante la privación, pero, como ven,  esta privación participa justamente de esta falla inherente al sujeto que se trata de abordar”
            Toma a Godel para afirmar que a partir de su trabajo las matemáticas y el estatuto del Otro ya no son los mismos. Las matemáticas no serán más una tautología y al A no se lo podrá pensar como idéntico a sí mismo.

3
            Toma el grafo del deseo y apoyándose en las estructuras lógicas para afirmar que:
            “la enunciación adopta el giro de la demanda ante todo porque el Otro no es consistente”
            En relación al concepto de pulsión, ($◊D) ubicará entonces un: Me demando/Te demando. Hace una diferencia entre lo que sucede a nivel del enunciado y a nivel de la enunciación. En el enunciado el “yo digo” se sustrae, en cambio en la enunciación (tomando el Me demando/Te demando) se trata de hacer aparecer el yo (Je) via una pregunta modulada bajo dos modos: Me demando lo que tú deseas (demanda al Otro de lo que le falta) y Te demando (y aclara Lacan) no quién soy, sino más bien lo que es yo.
            Entonces una clave para leer estos párrafos es reemplazar allí donde dice demanda por pregunta. Otra de las claves es ubicar al yo que que aparece aludido en la pregunta en el eje que va del deseo del Otro d(A) hacia el fantasma, en el lugar del fantasma mismo ($◊a).
            Asigna a la enunciación la función de transformarse en demanda relativa al tú y al yo. En el lugar del fantasma donde ubica el yo (Je) dirá que allí se percibe la división del sujeto esencial (Pensamos allí en el texto póstumo de Freud sobre la división del yo en el proceso defensivo) Y a continuación una afirmación sobre la que nos detuvimos bastante a charlar:
            “A la demanda ¿Quién es yo? La estructura misma responde con el rechazo, S(A), significante del Otro barrado, tal como lo inscribí en el funcionamiento de este grafo”
            Ubicamos allí un doble rechazo en relación a la puesta en contacto del cachorro viviente con el lenguaje. Por un lado la carne no tolera ser marcada por el significante, ya que finalmente lo simbólico no puede representar eso en su totalidad. Por Otro lado, como correlato el Otro responde con el rechazo equivalente al matema S(A) [barrado] por el hecho mismo de no tener la respuesta última.
            A continuación Lacan nos recuerda cómo comienza un tratamiento: un sujeto se dirige al analista con su pregunta: “la demanda radical que nos hace a nosotros” sería ¿Quién soy yo?. La respuesta a esto estaría, afirma Lacan, a nivel  ¿Quién es yo?, aludiendo claramente al yo (Je). La promesa del analista se sostiene en la transferencia ligada al Sujeto supuesto Saber, en términos de Freud: promesa de curación. En ese momento ubica claramente al yo (Je) entre la falta de respuesta del Otro S(A) [barrado] y s(A), el significado del Otro o, dice Lacan, en el Otro.
            Para avanzar respecto de este tema Lacan, no casualmente, irá a las raíces del mismo. Tomará nuevamente una imagen ya utilizada por él: el pote. A partir del él retomará la idea trabajada por Heidegger en una conferencia con título la cosa. Allí este autor se detiene en otra imagen correlato del pote, la vasija, para preguntarse cuál es la esencia de esta. Ubicará el lugar del vacío como eje a partir de la cual el alfarero construirá las paredes. Lacan agrega:
            “El principio espiritual de la vasija, su origen de lenguaje, es que hay en alguna parte un agujero por el que todo escapa”
            Idea que nos hace pensar en la dificultad intrínseca al lenguaje mismo de cerrar un borde, de armar un universo cerrado. Luego agrega:
            “Lo único que me importa es que, cuando aparece la vasija, siempre está marcada en su superficie por un significante que ella soporta. La vasija aquí nos da una función distinta de la del sujeto, en la medida en que, en la relación con el significante, el sujeto no es algo previo, sino una anticipación. Es supuesto, hypokeimenon, es su esencia, su definición lógica. Es supuesto, casi inducido, por cierto no es el soporte. En cambio, legítimamente podemos dar al significante un soporte fabricado en incluso de utensilio. El origen del utensilio en la medida en que distingue el campo de la fabricación humana, por así decir, está propiamente allí”
            Concluye diciendo que la significación no hace más que velar la esencia del lenguaje, en la medida que este no significa nada. Su función esencial no es la significación.

No hay comentarios: