Se propone para
esta clase un capítulo de Conjetural 59, de Sara Glassman, Un Otro vacío.
Un párrafo:
“Es necesario reunir
las reflexiones de las que veníamos hablando con el Proyecto (es decir, juntar el Proyecto
con Más allá…). El aparato se va
construyendo a partir de una tendencia cuyo fin es repetir una primera
experiencia de satisfacción, pero, como desea reproducirla en su mismidad, en
igual momento idénticamente idéntica, no puede sino perder el objeto de la
primera experiencia y encontrar uno nuevo, diferente, aunque sea el mismo para
el poder percepción conciencia. Lo esencial es que la repetición agujerea el
aparato desde los inicios pues introduce la pérdida de objeto alrededor de la
cual se organizará la superficie que dibujan las representaciones”
Toma el proyecto para plantear en el origen la repetición.
Lacan nos
presenta un Otro evacuado de goce. En términos conjuntistas define al Otro como
conjunto vacío, un conjunto que no contiene ningún elemento.
Se ubica el
falo como el significante del goce absoluto, del goce sexual que está perdido.
Se orienta a que la relación sexual no existe y el falo como siendo el índice
de eso.
“El falo es el significante fuera del
sistema, y, para decirlo todo, el significante convencional para designar lo
que del goce sexual está radicalmente forcluido” p. 292
El rasgo unario
es un significante que al auto-repetirse se diferencia consigo mismo. Habría
que distinguir el S1 en tanto remite o no remite al S2.
Glassman plantea rasgo unario, conjunto vacío como segundo
en alteridad. La teoría de conjuntos incluye el conjunto vacío como elemento de
cualquier conjunto.
Al “a” se lo escribe como el 1 en más, equivalente al
conjunto vacío. Es necesario partir no del Otro, sino de un Otro. Este uno
inscripto en el Otro es la condición para la constitución del sujeto al mismo
tiempo que la condición para la constitución del Otro.
“el término
Otro designa la alteridad del significante consigo mismo”
Por esa razón el título del seminario es de Otro al otro. No
hay Otro del Otro, sino que hay otro del Otro.
No se trata que el sujeto goza o desea, más bien el falo
goza y no su portador. Hablamos del goce que permanece problemático.
“Ya escribimos esto aquí lo suficiente como
para que no tenga que construirlo ni volver a comentarlo. Se trata de la
relación primera, pero más fuerte que las demás, de S1 con S2, del significante
que representa al sujeto para otro significante.
Ya intentamos delimitar de qué se trata
en cuanto al segundo significante, S2, el otro de estos dos significantes, ese
en cuyo nivel el sujeto será representado por un significante. Ya despejamos el
campo donde inscribir el lugar del A, ese lugar que es el Otro con mayúscula,
es decir, aquí, el cuerpo.
…lo vemos así, en
suma, ahuecarse por lo que llamé la última vez el en-forma de A, a saber, ese a
que lo agujerea.” p. 283
El cuerpo es el lugar de la inscripción, la tabla donde se
inscribe. Las inscripciones del sgte son la pulsión. Ya lo dijo en La lógica
del fantasma: el Otro es el cuerpo, la carne letrada.
“La fórmula está destinada a mostrar lo que
ocurre verdaderamente con el a, a
saber, con la estructura topológica del propio A, con lo que hace que el A no
esté completo, no sea identificable con el 1 ni, en ningún caso, con el todo”
p. 283
La estructura
topológica del A está anticipada en el seminario IX, el a es la horma del Otro.
“Si el Otro con mayúscula presenta el
carácter topológico que decimos, que hace que su enforma sea el a, palparemos muy directamente que significa
esto en cuanto al estatuto del significante. Basta plantear que, sea cual fuere
el uso convencional que se haga de este en la matemática, en ningún caso se
puede considerar que el significante sea capaz de designarse a sí mismo. S1 o
S2 en sí mismos no pueden de ninguna manera ser los representantes de ellos
mismos, salvo distinguiéndose de ellos mismos” p. 284
Daniel propone que la frase que sigue es la clave de todo el
seminario XVI
“Esta alteridad del significante respecto de
sí mismo es lo que designa precisamente el término del Otro con mayúscula
marcado por una A. Si inscribimos este Otro con mayúscula marcado por A, si
hacemos de él un significante, lo que él designa es el significante como Otro.
El primer Otro, cualquiera que sea, el primero encontrado en el campo del
significante, es Otro, radicalmente, es decir, Otro distinto de sí mismo, es
decir, que introduce el Otro como tal en su inscripción, en la medida en que
está separado de esta inscripción misma” p. 284
Aparece un significante, su auto diferencia y en ese
intervalo ubicamos al a.
“Ahora bien, como sabemos, esta a es el sujeto mismo en la medida en que solo
puede ser representado por un representante, que en este caso es S1” p. 284
“Todo
da lugar a lo que es del registro del sujeto definido como el que borra sus
huellas. Para que se perciba mejor la dimensión original de lo que está en
juego, lo llamaré en última instancia el que reemplaza sus huellas por su
firma” p. 286
Hay una
equivalencia entre el A, a, el sujeto y el sgte. De cada uno de ellos se puede
predicar lo mismo. Se le escapa a Lacan en algún momento querer diferenciarlos
a rajatabla. El único ordenador de todo esto es el falo, que indica que hay un
goce absoluto que queda perdido.
Daría la
sensación que todo esto se conecta con lo que más adelante Lacan postula
respecto del síntoma como acontecimiento de cuerpo, Seminario XXIII. El cuerpo
es como una caja de resonancia, que implica una frecuencia privilegiada en función de lo que resuena. La
definición de Pulsión como: ecos en el cuerpo de que hay un decir.
Se propone la
idea de híbrido, allí donde no están claramente separados, y que incluye la
idea de exceso. El problema de los heterogéneos: ¿cómo hace el significante
para tocar el cuerpo? Ej: cómo hacen el agua y el aceite para mezclarse. ¿Son
dos o es uno?
Bapereau, tiene un libro donde trabaja este tema.
Otro modo de decir heterogeneidad es decir: alteridad. La
alteridad mayor es la del significante consigo mismo. Esa es la clave de las
claves.
El significante es auto diferente, con lo cual no hay ser
identitario.
Una pregunta
que surge a partir de esto es: ¿qué es lo que permanece a lo largo de la vida
de un sujeto? Es uno de los temas de la película de Almodovar: la piel que
habito. Un tipo al que le cambian el cuerpo, la piel, y sin embargo: de
repente… “Soy el que era!”
Lo imaginario va cambiando, la foto cambia. Uno de los temas
que se pone en juego para interrogar el cambio es el tema de los gustos: éstos
también van cambiando, cuando se podría decir que es lo más singular de un
sujeto. En: El secreto de tus ojos, lo que permanece es la pasión. Cómo se
encuentra en un momento al sujeto, en la cancha de Racing (el sujeto mantenía
su pasión)
Se propone como aquello que no cambia: el carácter de las
personas.
Glassman
plantea que se considera como una manifestación del goce como una resistencia al análisis.
Critica a los analistas que consideran que el sujeto goza con su síntoma. En
todo caso el síntoma goza de ese sujeto, el sujeto es gozado.
Cuando se dice:
el sujeto desea, el punto es la alteridad: es en tanto otro que se desea. Surge
el término de: extrañeza.
En la última enseñanza de Lacan se plantea el fin de
análisis como: identificación al síntoma. Los postfreudianos tenían una idea de
identificación con el yo, con el ideal, con el Super Yo del analista. Para
Lacan sería: quieren hablar de identificación, entonces sería identificación
con el síntoma.
Volviendo a lo más esencial, el cuerpo no podría ser, en
función de su cambio, de la alteridad de la dimensión imaginaria del cuerpo.
Quizás lo más esencial entonces podría pensarse como el vacío.
Vamos a la idea de que: el sujeto son estas maneras mismas
en que la huella como impresión se encuentra borrada. El que las borra es el
sujeto, puesto que las huellas no se borran solas. La firma siempre es a
posteriori, en general siempre se firma después. Por eso el sujeto está allí en
el acta de nacimiento y el acta de defunción. ¿Es el sujeto el que es agente
del borramiento?
Hay modos de borrar, en función de los distintos objetos. Podría
pensarse de qué manera se desnaturaliza ese cuerpo en función de la prevalencia
de un objeto sobre otro, como manera de arrancar al ser de la naturalidad. La huella es una forma de mirada, quiere decir
un objeto pulsional.
“El sujeto es quien borra la huella transformándolo
en mirada, que debe entenderse como hendidura, vislumbre. De este modo aborda
el sujeto lo que ocurre con el otro que dejó la huella, que pasó por allí, que
está más allá” p.285
El Otro que
preexiste no es Otro sin cuerpo, es Otro que desea y goza. En el párrafo
siguiente habla de sus huellas, se podría decir que se transforman en propias
al momento de borrarlas.
Se trata de la represión primaria? La huella no sería eso?
Marcelo Lavalle
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