Acta 3 Septiembre


Comenzamos nuestra reunión con “El no todo de Lacan” de Guy Le Gaufey” (páginas 75 a 77). El autor se interroga acerca de la topología y las figuras llamadas no enatiomorfas. Esta figura no tiene imagen especular. Si ocurriese en la vida real sería siniestro, imposible de fusionarse en la imagen; la imagen toma independencia del cuerpo.

Seguimos desarrollando la Clase 9 “De Fibonacci a Pascal” del Seminario 16. Lacan utiliza la lógica y la matemática, en este caso, la serie de Fibonacci para pensar el concepto de inconsistencia del Otro.  
En la serie de Fibonacci, Lacan establece una relación entre significante y el objeto a. La razón da el nº de oro: 0,618 (serie significante que se aproxima a ese valor) también llamada la divina proporción, número armónico u otra escritura de la relación de 1 sobre a. El objeto a, es el número de oro dice Lacan. Hay una relación con la unidad. Hay serie significante, pero nunca se llega a alcanzar el objeto. No sabemos el valor del objeto a. Es inestimable.
Lo que sí podemos ver es la serie que engendra la relación del objeto a con el Uno: Un sujeto dividido. El sujeto es siempre relativo, depende del rasgo, del significante, del deseo del Otro. El sujeto es heterónomo. No hay un sujeto absoluto. Ya que el término  “absoluto” da cuenta de un auto engendramiento, una autonomía, que el sujeto no tiene.
Recordamos lo trabajado en relación a la apuesta de Pascal, si hay pérdida es porque hay un sujeto dividido por la marca. Es ocurrente destacar aquí la antecedencia del objeto sobre la constitución del sujeto, “el sujeto, antes de ser pensante, es primero a”[1]. No hay necesidad de pensar para estar fijado en a. En el Seminario 15 podemos pensar que un niño es un producto, caído de escena primaria.
También abordamos en la reunión, el concepto de elección forzosa y el ejemplo muy conocido la bolsa o la vida. Si se elije la bolsa se pierde la vida. Si suelto la bolsa y elijo la vida, me mantengo con vida pero de forma pasajera, ya que al ser mortales perderemos la vida indefectiblemente. Elija lo que se elija siempre se pierde. Aquí hay un real que hace tope.

Tomamos un texto de Milner “Lo triple del placer”. Para interrogar qué es el goce. Hace referencia al Tótem, al canibalismo (comerse a alguien en pedazos, fusionarse con el otro) y al sadismo.
Podemos pensar a partir de Tótem y Tabú con la lectura de Lacan que todo goce es mitigado. El padre sólo existe en tanto está muerto. Los hermanos de la tribu lo asesinan y luego lo incorporan. Antes de comerlo no hay padre, tan solo protopadre, padre de la horda, padre de Schreber.
El Nombre del Padre, es el palo necesario para que un cocodrilo (la madre) no se coma a sus crías, metaforiza Lacan. Pensamos en un dicho popular “lágrimas de cocodrilo”: el cocodrilo (hembra) se come sus crías y luego llora porque se las comió.
Puntuamos en el Seminario 4 las siguientes frases: “Esa madre insaciable, insatisfecha (…) es alguien real, ella está ahí, y como todos los seres insaciables, busca qué devorar”[2]. Establecemos que la prohibición del incesto es del orden de lo oral. Se trata de no reintegrarás tu producto, tu cría. No yacerás con tu madre. “La imagen proyectada de la situación oral, la encontramos también en el plano de la satisfacción sexual imaginaria. El agujero abierto de la cabeza de Medusa es una figura devoradora que el niño encuentra como una salida posible en su búsqueda de la satisfacción de la madre”[3].

En el Seminario 10, plantea Lacan el límite del falo en detumescencia: “La detumescencia en la copulación merece nuestra atención porque pone de relieve una de las dimensiones de la castración. El hecho de que el falo sea más significativo en la vivencia humana por su posibilidad de ser objeto caído que por su presencia- he aquí lo que designa la posibilidad del lugar de la castración en la historia del deseo”[4].
Recordamos el sacrificio de Abraham, cuando el cordero es sacrificado a cambio de Isaac, pero aún así hay un pedazo que cortar: el prepucio. Pensamos también en Shakespeare, “El Mercader de Venecia”. La libra de carne es el objeto a. Hay una imposibilidad de cumplir la regla exigida, ya que se trata de cortar esa libra de carne sin derramar una gota de sangre.


[1] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16 (1968-1969). Bs. As.,  1º edición Paidós, 2008. p. 149
[2] Lacan J.: La relación de objeto, El seminario, Libro 4 (1956-1957). Bs. As.,  1º edición Paidós, 1994. p. 197
[3] Lacan J.: La relación de objeto, El seminario, Libro 4 (1956-1957). Bs. As.,  1º edición Paidós, 1994. p. 197
[4] Lacan J.: La angustia, El seminario, Libro 10 (1962-1963). Bs. As.,  1º edición Paidós, 2006. p. 182

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