La clase comienza con una regla
de primera aproximación: “la referencia
de un discurso es lo que manifiesta querer dominar” (p. 73). Discurso aquí
es un discurso X, cualquier discurso, pero esta regla hace que quede
emparentado al discurso del amo. Podemos abrir una serie de preguntas: ¿qué es
lo que manifiesta querer dominar el discurso de la histérica, el universitario,
el del amo y el del analista? ¿qué es lo que manifiesta querer dominar porque
esa es la referencia? Y otra pregunta, que puede parecer innecesaria: ¿qué es
la referencia de un discurso?
Sobre el discurso del analista
nos da una aproximación: “debe
encontrarse en el punto opuesto a toda voluntad, al menos manifiesta, de
dominar. Digo al menos manifiesta, no porque tenga que disimularla, sino
porque, después de todo, es fácil deslizarse de nuevo hacia el discurso del
dominio” (p. 73).
En principio, habría que resaltar
que es una aproximación, como si el
discurso del analista no podría terminar de decirse, o como si el acercamiento
a este discurso fuese asintótico. Luego, la referencia de este discurso es la
oposición a la referencia del discurso mismo. ¿Se trata de un discurso que se
sustrae a la noción misma de discurso? Y, por último, el discurso del analista
corre el riesgo de deslizarse hacia el discurso del dominio.
El discurso de la conciencia
tiene por principio el discurso de dominio, “discurso
de la síntesis, discurso de la conciencia que domina” (p. 74).
Cita de Acerca de la causalidad
psíquica en p. 74.
1
DISCURSO Y GOCE
Lo más candente del discurso es
aquello que se refiere al goce.
“El discurso se aproxima a él sin cesar, porque en él se origina. Y lo
turba cada vez que trata de volver a ese origen. Así es como se opone a
cualquier apaciguamiento” (p. 74).
DISCURSO Y SUJETO
“Freud sostiene un discurso extraño,… lo más contrario a toda
coherencia, a la consistencia de un discurso…” [discurso del analista:
discurso que se sustrae a la noción de discurso]. “El sujeto del discurso no se sabe en tanto sujeto que sostiene el
discurso…” [hasta acá, esto ya ha sido dicho; pero agrega:] “… es que no sabe quién lo dice” (p.
74).
SABER E INCONCIENTE
“El saber es cosa que se dice, es cosa dicha. Pues bien, el saber habla
solo, esto es el inconciente” (p. 74).
Frases a discutir en página 74:
o El
saber se sabe inefablemente.
o Cualquiera
puede saber, el saber se desgrana, el saber se enumera, se detalla.
o Lo
que se dice, ese rosario, nadie lo reza, se pasa él solo.
Aforismo: “Freud no dice
tonterías”. “Freud y Marx no dicen tonterías”.
El mérito del discurso de Freud
es que se trata de un discurso que se mantiene lo más cerca posible de lo que
se relaciona con el goce – tan cerca como era posible hasta él. “No es cómodo situarse en este punto donde
emerge el discurso y donde, cuando vuelve ahí, incluso, tropieza, en las
inmediaciones del goce” (p.75).
“Evidentemente, Freud, a veces, nos abandona, se escabulle. Abandona la
cuestión cuando se aproxima al goce femenino” (p. 75).
“El resultado de reducción económica que Freud hace en su discurso
sobre el goce, es porque hay mucho de discante”.
“El tiene sus razones para enmascararlo de esta manera” (p. 76).
2
“El goce es el tonel de las Danaides [en tono gauchesco, diríamos:
el goce es lo que da naides – perdón
por el exabrupto] y que, una vez que se
entra, no se sabe hasta dónde va. Se empieza con las cosquillas y se acaba en
la parrilla. Esto también es goce” (p. 77).
International Journal: autonumous
Ego; nada mejor para volver al discurso del amo; felicidad.
“No hay más felicidad que la del falo” (p. 77).
“Freud lo escribe de diversas formas… no puede alcanzarse goce más
perfecto que el del orgasmo masculino” (p. 78).
Lo que continúa desarrollando es
disyunción entre el falo y su portador y el falo y la privada de falo, y cierta
dialéctica entre el portador y la privada.
“… el único que es feliz es el falo, no su portador. Incluso cuando, no
por oblatividad, sino a la desesperada, lo lleva, al susodicho, al seno de una
partenaire que supuestamente está desolada por no ser a su vez portadora”.
“El portador del susodicho, …, pugna por hacer aceptar a su partenaire
esta privación, en nombre de la cual todos sus esfuerzos amorosos, las
delicadezas, los tiernos servicios, son en vano, puesto que así reaviva la
llamada herida de la privación. Esta herida no puede compensarse por la
satisfacción que el portador tendría al apaciguarla, por el contrario su
presencia la reaviva, la presencia de aquello cuya añoranza causa la herida”
(p. 78).
DISCURSO DE LA HISTERICA Y LA
INSATISFACCION PRIMORDIAL
“Esto, precisamente, nos revela lo que Freud supo extraer del discurso
de la histérica. A partir de ahí, se entiende que la histérica simbolice la
insatisfacción primordial” (p.78).
Sueño de la Bella Carnicera: “Lo
que ella no ve… es que dejándole a ese marido [fallador] suyo tan esencial a otra como encontraría
el plus de goce”.
Dora: sí lo ve. “Adorando al
objeto de deseo en que se ha convertido, en su horizonte, la mujer, la mujer
que es su envoltura y que en la observación se llama señora K, la que va a
contemplar bajo la figura de la Madonna de Dresde, obtura con esta adoración su
reinvidicación peniana”.
“… la bella carnicera no ve que a fin de cuentas sería feliz, como
Dora, si le dejara ese objeto a otra” (p. 78).
COMPLEJO DE EDIPO
Significación del complejo de
Edipo: sustituir este goce cuyo aparato hace que sea excluido, precisamente
porque daría la felicidad.
Suplir la goce prohibido con el
goce situado, cuadriculado, por la función del plus de goce (p. 79).
“El discurso se centra en los
datos biológicos de la sexualidad” (p. 79).
“¿Cómo se dice sexo en griego?”: genos, fisis, sexus.
En latín: secare.
“… en las relaciones sexuales no sólo está el falo. Pero el privilegio
de este órgano es que de alguna manera su goce puede aislarse. Puede pensarse
como excluido… tiene precisamente una propiedad que podemos considerar, en el
conjunto del campo constituido por los aparatos sexuales, como muy local, muy
excepcional. En efecto, no hay muchos animales en los que el órgano decisivo de
la copulación sea algo tan fácilmente aislable en sus funciones de tumescencia
y detumescencia, que determinan la curva, llamada orgásmica, perfectamente
definible – cuando se termina, se termina. Post coitum animal triste” (p.
80).
“… bye-bye al dominio de la biología, puede darnos una idea aproximada
de qué representa lo que está en juego en todo esto, donde uno no tiene y el
otro no sabe qué hacer” (p. 80).
Ej. Peces muy bonitos y
monstruosos. El macho se disuelve en la cópula, excepto sus testículos, que los
deja en el vientre de la hembra (p. 80).
La cuestión es articular esta
exclusión fálica en el juego del deseo (p. 81).
“El deseo no tiene una relación de proximidad inmediata con este campo…
Eros, la presencia de la falta” (p. 81).
IMAGEN: LOS LIRIOS DE LOS CAMPOS
COMO GOCE ABSOLUTO
“… ¿cómo se puede desear algo, sea lo que sea? ¿Qué es lo que falta?
Hubo alguien que dijo un día: no le dé más vueltas, no me falta nada, miren los
lirios de los campos, ni tejen, ni hilan, ellos son lo que están en su sitio en
el Reino de los Cielos”.
“Es verdad que muy bien podemos imaginar los lirios de los campos como
un cuerpo enteramente entregado al goce. Cada etapa de su crecimiento idéntica
a una sensación sin forma. Goce de la
planta. En todo caso, no hay manera de escapar de él. Tal vez ser una
planta sea un dolor infinito” (p. 81).
La economía del goce
animal (no está llamado así en el texto) es diferente por la
posibilidad de moverse para obtener el menor goce. Principio del placer. “No nos quedemos allí donde se goza, porque
sabe Dios adónde nos llevaría, ya lo he dicho antes” [o sea, a ser colgados
de las pelotas] (p. 81).
“… conocemos los medios de goce… las cosquillas y la parrilla… Esos sí
que saben hacerlo. Eso es exactamente el saber. En principio, nadie quiere
abusar de él, y sin embargo es tentador” (p. 81).
Lo que Freud descubrió hacia
1920. EL MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DEL PLACER Y LA REPETICIÓN
Primer hallazgo: “Su descubrimiento consistía en haber
deletreado el inconciente… hay un saber perfectamente articulado del que,
hablando con propiedad, ningún sujeto es responsable. Cuando de pronto un
sujeto tropieza con él, puede tocar ese saber inesperado, se queda, él, el que
habla, bien desconcertado” (p. 82).
“Y esto le condujo necesariamente a aquel descubrimiento que se llama el más allá del principio del placer.
Es lo siguiente, que todo aquello con lo que nos enfrentamos al explotar el
inconciente, lo determina, esencialmente, la
repetición” (p. 82).
REPETICIÓN Y RASGO UNARIO
“La repetición no quiere decir que cuando acabamos algo volvemos a
empezar, como la digestión o cualquier otra función biológica. La repetición es
una denotación precisa de un rasgo… rasgo unario, un palote, un elemento de la
escritura, un rasgo en tanto conmemora una irrupción del goce” (p. 82).
“Por eso es concebible que el placer sea violado en cuanto a su regla y
su principio, por eso cede al displacer… displacer, no quiere decir nada más
que el goce” (p. 82).
“Aquí la inserción de la generación, de lo genital, de lo genésico, en
el deseo, se muestra como algo completamente distinto de la madurez sexual…
Aparte de que pueda implicar una intervención del goce, lo que va a introducir
el corte entre la libido y la naturaleza no es sólo el autoerotismo orgánico.
Además de los hombres, hay otros animales que son capaces de hacerse cosquillas,
los monos, y eso no les ha llevado a una elaboración demasiado avanzada del
deseo. Por el contrario, aquí se obtiene un beneficio en función del discurso”
(p. 82).
MUJER, GOCE Y REPETICIÓN
“No se trata de hablar de las prohibiciones, sino simplemente de un
predominio de la mujer como madre, y madre que dice, madre a quien se pide,
madre que ordena y así instituye la dependencia del niño” (p. 82).
“La mujer le permite al goce osar llevar la máscara de la repetición.
Se presenta aquí como lo que es, como institución de la mascarada. Le enseña a
su pequeño a pavonearse. Conduce hacia el plus de goce porque ella, la mujer,
como la flor sumerge sus raíces en el mismo goce. Los medios del goce se abren
con este principio, que él haya renunciado al goce cerrado y extraño, a la
madre” (p. 83).
“Ahí se insertará luego la amplia connivencia social que invierte la
diferencia de los sexos al natural para convertirla en sexualización de la
diferencia orgánica. Esta inversión implica el común denominador de la
exclusión del órgano específicamente masculino. Desde ese momento el macho es y
no es lo que es con respecto del goce. Y también por eso la mujer es promovida
como objeto, precisamente porque no es lo que él es, diferencia sexual por una
parte, y por otra parte porque es eso mismo a lo que él renuncia como goce” (p.
83).
Reverso del psicoanálisis: lugar
que tiene el psicoanálisis en lo político.
Juan Pablo Marino
Real Academia Española
referencia.
(Del lat. refĕrens, -entis,
referente).
1. f.
Acci
ón y efecto de
referirse
(
‖ aludir).
2. f.
Narraci
ón o relaci
ón de algo.
3. f.
Relaci
ón, dependencia o semejanza de algo respecto de otra cosa.
4. f.
Base o apoyo de una comparaci
ón, de una medici
ón o de
una relaci
ón de otro tipo.
Modelo, ángulo
de referencia.
5. f. En
un escrito, indicaci
ón del lugar de
él mismo
o de otro al que se remite al lector.
6. f.
Com
únmente en el ejercicio comercial, informe que acerca de la
probidad, solvencia u otras cualidades de tercero da una persona a otra. U. m.
en pl.
7. f.
Noticia o informaci
ón sobre alguien o algo.
Tener
alguna referencia de una película.
8. f.
Combinaci
ón de signos que identifican un objeto, especialmente un
producto comercial.
La referencia figura en la etiqueta.
discante.
(De discantar).
1. m.
tiple
(
‖ guitarra pequeña de voces muy agudas).
2. m. desus. Concierto de
música, especialmente de instrumentos de cuerda.
Danaides
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Las danaides fueron las cincuenta hijas del rey Dánao, hermano de Egipto, que tuvo cincuenta hijos varones.
Huida a Argos
Después de que Dánao tuviera una disputa con su hermano Egipto, aquél se
exilió junto con sus hijas en Argos, utilizando para ello un barco de cincuenta
remos. La huida había sido aconsejada por Atenea, y como muestra de
agradecimiento, las danaides edificarían en Argos un templo en su honor.
Cuando Dánao se convirtió en rey de Argos, la región padeció una enorme sequía. Las
danaides fueron enviadas a buscar agua, y una de ellas, Amimone, estuvo a punto de ser violada por un sátiro. No obstante, Poseidón escuchó sus gritos de auxilio, y lanzó su tridente
contra el agresor. Pero éste esquivó el arma, y finalmente el tridente se
clavaría en una roca cercana, de la que comenzaron a manar tres torrentes de
agua. Ésta fuente sería la que salvaría a Argos de la sequía.
Bodas de las danaides
Ya asentado en el reino de Argos, Dánao comenzó a despertar temor en su
hermano Egipto, quien motivó su exilio años atrás. De esta manera, Egipto
enviaría a sus cincuenta hijos para que permitieran la reconciliación con Dánao
y se casaran con sus cincuenta primas, sellando así la paz entre hermanos. Sin
embargo, Dánao encargó a sus cincuenta hijas la misión de llevar una daga la
noche de bodas y asesinar a sus respectivos esposos. Las danaides fueron
condenadas a rellenar eternamente un barril sin fondo en el Inframundo.
Hipermnestra, la mayor de las danaides, no llegó a
ejecutar a su esposo, Linceo, como muestra de gratitud por haberla
respetado durante toda la noche. Por ello, sería sometida a juicio, y
finalmente liberada por Afrodita, quien había sido conmovida por los
enamorados.
Dánao, más tarde, ante la dificultad que encontró para volver a casar a sus
hijas, celebró unos juegos en los que ofrecía como recompensa la mano de cada
una de sus cuarenta y nueve hijas que asesinaron a los hijos de Egipto. Además,
liberaba a los futuros maridos de la carga de hacerle regalos por convertirse
en su suegro casándose con sus hijas.
Los nuevos maridos de las danaides pasarían a llamarse dánaos, y su
descendencia constituiría el pueblo de los dánaos, que habitarían en la región de Argos.
Condena en el Averno
Tras la muerte de las danaides, éstas fueron juzgadas y encontradas
culpables del asesinato de sus esposos. Fueron condenadas a llenar de agua con
un cedazo un tonel que no tenía fondo. La única que se salvaría del castigo
eterno sería Hipermnestra.
Esta condena ha sido utilizada como símbolo del dilema entre la obligación
de obedecer los deseos del padre, y la prohibición de matar, añadiendo el
agravante de cometer conyugicidio. De
hecho, según el mito, Zeus había absuelto en vida a las cuarenta y
nueve hermanas, y había ordenado castigar a Hipermnestra por desobediencia. Sin
embargo, en el Averno, las tornas cambiarían, y el juicio daría
como resultado la absolución de la desobediente, y la condena de las asesinas.
Otros mitos
Algunas fuentes hablan de que el hijo superviviente de Egipto, Linceo, buscaría venganza por sus hermanos
muertos. Así, según unos, asesinaría al propio Dánao, mientras que otras veces,
se cuenta que mataría a las cuarenta y nueve danaides, así como a su suegro.
También se dice a veces que Linceo conseguiría el trono de Argos, bien a
través de la vía violenta antes descrita, bien mediante la reconciliación con
Dánao, el cual le cedería pacíficamente su trono.
oblativo, va.
1. adj. Perteneciente o
relativo a la oblación.
oblación.
(Del lat. oblatĭo, -ōnis).
1. f. Ofrenda y sacrificio
que se hace a Dios.
1.
f. Modo de legitimar a los hijos naturales, introducido en el derecho romano
por los emperadores Teodosio II y Valentiniano III como atractivo hacia los
cargos curiales, que eran gravosos y de d
ía en d
ía
menos aceptos.
Madonna Sixtina (Rafael)
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Madonna Sixtina
(La Madonna Sistina)
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Autor
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Técnica
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Óleo sobre lienzo
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Estilo
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Renacimiento
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Tamaño
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265 cm × 196 cm
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Localización
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Historia
Se cree que el cuadro fue pensado para decorar la tumba del Papa Julio II,
pues San Sixto era el Santo Patrón de la familia Della Rovere y Sta. Bárbara y los dos ángeles (en la parte
inferior del lienzo) simbolizan la ceremonia del funeral.
Análisis
El lienzo de la Virgen, el Niño Jesús, San Sixto y Santa Bárbara se caracteriza por el espacio imaginario creado
por las propias figuras, que están de pie sobre una cama de nubes, circundadas
por un gran telón abierto. La figura de la Virgen transmite la sensación de
estar descendiendo del espacio celestial hacia el mundo real, en el que el
cuadro está colgado. El gesto de S. Sixto y la mirada de Santa Bárbara parecen
dirigirse a alguien que está detrás de la balaustrada en la parte inferior del
cuadro (quizás un creyente). La tiara papal, posada sobre dicha balaustrada, sería el nexo de
unión entre el espacio pictórico y lo real.
Generaciones de visitantes a la Gemäldegalerie de Dresde han quedado
profundamente impresionados por la forma en la que Rafael representó a la
Virgen en esta pintura. Se ha reproducido numerosas veces, hasta el punto de
que esta Madonna de San Sixto es un prototipo, la imagen idealizada de la Virgen María,
acentuando su carácter espiritual. Por lo demás, el detalle de los pequeños ángeles que están sobre la balaustrada, conocidos como Angelitos, ha sido
reproducido y versionado en numerosas ocasiones.
La Virgen aparece desde detrás de una cortina, confiada y aun así
dubitativa. La cortina proporciona la ilusión de ocultar su figura de los ojos
del espectador y al mismo tiempo de ser capaz de proteger la pintura de Rafael.
El nombre de San Sixto proviene de la palabra latina que significa «seis» o «sexto», y hay seis figuras en el lienzo.
En este cuadro, Rafael, a través de un proceso de depuración iconográfica que libera el cuadro de elementos accesorios,
representa no la visión de lo divino por parte de los devotos, sino lo divino
que aparece y se dirige a los devotos, aquí no representados sino claramente
perceptibles, a través de los gestos y las miradas del grupo sagrado al
contemplar la tienda y la balaustrada que sirven de punto de contacto entre lo
celeste y lo humano.
connivencia.
(Del lat. conniventĭa).
1. f. Disimulo o
tolerancia en el superior acerca de las transgresiones que cometen sus
subordinados contra las reglas o las leyes bajo las cuales viven