SUJETO, VERDAD Y SU RELACIÓN CON EL YO
The
subject, the truth and their relationship with the ego
Resumen
Se
propone en este escrito plantear algunas ideas trabajadas en el Proyecto de
investigación, titulado “La
satisfacción en la estructura del sujeto”.
El
sujeto, la verdad y su relación con el yo, es el tema elegido. Comenzaré
desarrollando el grafo del deseo creado por Lacan para mostrar la relación del
sujeto con el lenguaje. Luego, a partir de allí, poder pensar qué ocurre con el
sujeto cuando se encuentra con un Otro que no es completo. Finalmente
interrogaré sobre la verdad en psicoanálisis, de qué se trata esta verdad y
ubicaré la relación que mantiene con el yo, distinguiéndolo del yo narcisista.
Palabras clave
Sujeto,
verdad, yo, inconciente
Abstract
The aim of this paper is to present
some ideas worked in the research project called “Satisfaction
of the subject structure”.
The subject, the truth and their relationship
with the ego, is the topic that I have chosen. I start developing the graph of
desire created by Lacan to show the subject's
relationship with language. Then I will try to figure out what
happens to the subject when faced with an
Other that is not complete. Finally I will inquire the
truth in psychoanalysis, and analyze its relationship with
the ego, as distinguished from narcissism.
Key words
Subject, truth, ego, unconscious
Introducción
Este
trabajo tiene como propósito exponer algunas ideas puestas en juego en el Proyecto
de investigación, titulado La satisfacción en la estructura del sujeto, inscripto
en el marco de la Programación Científica 2010 -2012.
El Seminario De un Otro al otro (1968/69) de J. Lacan, es orientador teórico de nuestra
investigación, como también lo son, algunos textos fundantes de Freud (Pulsiones y destinos de pulsión, El problema
económico del masoquismo, Pegan a un niño, entre otros) para pensar el
concepto de satisfacción en psicoanálisis.
A
modo de introducción, detallo algunos aforismos que estuvieron presentes en el
curso de la investigación respecto del sujeto, la verdad y su relación con el
yo. Por su fuerza se destacan como disparadores de este escrito.
-El
campo del Otro no es consistente.
-No
hay sujeto más que de un decir.
-El
sujeto es efecto de este decir.
-La
verdad se insinúa.
-No
hay teoría del inconciente. Hay práctica analítica.
Inconsistencia del Otro
En
el dictado de su Seminario Las
formaciones del Inconciente en 1957/58, J. Lacan introduce el grafo del
deseo. El grafo, es un dibujo que representa el recorrido que transitará un sujeto
para asumir su deseo. Este recorrido del deseo, tiene varios caminos y cruces, dónde
el sujeto se puede quedar detenido en alguno de ellos.
El
grafo en su primer nivel, muestra la relación del hombre con el lenguaje, la
relación del sujeto con el Otro de los significantes; y en el nivel superior,
marca la dirección del sujeto hacia un Otro que le falta algo.
Hegel
plantea que la relación del sujeto no es a un objeto sino a otro deseo. El
deseo es el deseo del Otro. Lacan toma la formula del deseo de Hegel pero nos
aclara que para Hegel se trata de un deseo de reconocimiento. El Otro para Hegel,
es tomado como conciente, pero en esa lucha de conciencias, no está interesado
el deseo. Plantea Lacan que un sujeto desea en el Otro algo que al Otro le falta.
En el Seminario De un Otro al otro, el
encuentro del sujeto con la falta de significantes en el Otro ocupa un lugar
esencial y nos llevará a pensar que en la estructura discursiva hay algo que no
es completo. Para ello retomo el grafo del deseo.
En
el piso superior, el matema de pulsión ($ ◊ D) incluye a la demanda. Un matema
sirve para poder conceptualizar lo que se quiere decir, para dejar de lado las confusiones
y equívocos propios de las palabras.
En
el matema de pulsión se trata de la relación de un sujeto con sus propias
demandas inconcientes. Esta demanda ya no está tan claramente dirigida al Otro. El Otro como
conjunto de significantes no está presente en el matema, no hay una A
mayúscula.
Recordemos
la definición de Freud de 1915 sobre pulsión, como un concepto fronterizo entre
lo anímico y somático. Es “representante psíquico de los estímulos que
provienen del interior del cuerpo (…) como una medida de la exigencia de
trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo
corporal”[1]. En
esta primera teoría pulsional distingue Freud entre pulsiones de auto
conservación y pulsiones sexuales.
Tomemos,
ahora, el matema significante de una falta en el Otro. Implica que el Otro no
sabe, que el Otro no tiene significantes para todo. Al aparecer un no saber en
el lugar de Otro, el deseo se hace presente. La castración en el Otro,
introduce la falla en la estructura, deseo del Otro.
¿Qué
indica que pulsión y significante de una falta en el Otro, estén en el mismo
nivel del grafo? Aquí se enlaza: pulsión, inconciente, demanda y enunciación.
Dice Lacan: “En la medida que el campo
del Otro no es consistente, la enunciación adopta el giro de la demanda, y esto
antes incluso que se aloje allí lo que sea que carnalmente responda a eso. Ir
lo mas lejos en la interrogación del campo del Otro como tal permite percibir
su falla”[2].
A
raíz del encuentro del sujeto con la falla estructural del Otro, toda
enunciación se hace demanda. Interrogando el sujeto al Otro, se encuentra con
la barradura del Otro y le demanda amor, que falte, que falle. Antes que el
Otro sea Otro, por el hecho de que hay lenguaje, surge una inconsistencia del
Otro del lenguaje.
¿Qué ocurre con el yo?
Ubicábamos,
la enunciación en el punto anterior, en el nivel superior del grafo. Se trata
del acto de enunciar y Lacan señala una doble función para la enunciación. Ser una
demanda en relación al tu: “me demando lo que tú deseas (…) lo que te falta,
ligado al hecho que estoy sujetado a ti”[3]. Es
decir, una pregunta por el deseo del Otro, por la falta y el encuentro con el
Otro no consistente.
Pero
también, la enunciación es demanda en relación al yo-je. Es aquí donde Lacan
pisa fuerte, se trata de la pulsión cuando interrogamos sobre el yo. “Te
demando, no quién soy yo, sino, más lejos aún, lo que es yo”[4]. ¿Qué
decir de este yo?
El
yo- je, se ubica en el grafo, debajo del matema de fantasma como sujeto
barrado, sujeto escondido, velado. Cabe destacar que tanto en el matema de
fantasma como el de pulsión, se encuentra la división del sujeto. Vemos así que
un sujeto no tiene un lugar puntual, siempre está entre dos significantes. Podemos plantear,
aquí, la importancia de la definición de sujeto de Lacan porque transmite que
un sujeto aparece en afánisis entre un significante y otro.
Dice Lacan: “El
garante del deseo del Otro como su sostén imaginario es lo que desde siempre
escribí como ($ ◊ a), (…) el fantasma donde yace, aunque velada, la función del
yo”.[5]
Este
yo, no es el yo del narcisismo. El fantasma nos permite entender quién desea
cuando desea. La pregunta del sujeto por su deseo está en juego en el fantasma.
El fantasma es pensado desde la falta en el Otro, como no hay respuesta del
Otro porque no tiene todos los significantes, se responde con síntomas y
fantasma. Si pensamos en Freud, dirá, fijación libidinal. Por ejemplo: pregunto
si me quieres. Lo esencial es, en este caso, una pregunta oral por el deseo del
Otro. Estas demandas responden a significantes orales, anales que luego de pasar
por el Otro, restan ciertos modos de satisfacción asociados a determinada zona
erógena. También podemos plantear que hay algo de la pulsión que no es
articulable enteramente en palabras.
La verdad
dice yo
La
traducción aportada por Lacan de la voz de dios en el Sinaí, del Seminario De un Otro al otro, como ¨yo
soy lo que yo es¨; es oportuna para continuar interrogando el estatuto del yo.
La
voz, es un producto, es el objeto caído del órgano de la palabra. Y el Otro es
el lugar dónde eso habla, establece
Lacan en Introducción a los nombres del
padre.
La
voz de dios en el Sinaí, enuncia las leyes del: yo hablo. Afirma Lacan: La
verdad dice yo. Enfatizando que la verdad se insinúa, no se dice por un sujeto
pero si se la sufre, entonces verdad y sufrimiento dicen: “yo hablo”.
Siguiendo
a Pascal, Lacan nombra dos campos: Uno en relación al Otro con mayúscula como
garante de la verdad, tratándose de un Otro totalizante, el omnipotente dios de
los filósofos. Y el segundo campo más cerca del dios de Abraham, de Moisés y de
la voz de dios en el Sinaí, donde el goce espera al sujeto y “precisamente allí es siervo”[6]. Hay
una presencia expectante del súper yo con todo su carácter imperativo y el
sujeto, por su parte tiene que obedecer.
La
voz de dios no es omnipotencia, dios es el que promete y hace pasar por su
nombre cierta alianza que solo se trasmite por una baraka paterna. Se llama
baraka a una fortuna o suerte favorable.
El campo del Otro, es campo de inscripción de lo que
se articula en el discurso. Dice Lacan: “A
partir de su estructura podrá definirse, en un segundo tiempo, la posibilidad
del tú, que va a alcanzarnos y requerir algo que tendrá que decirse yo, tercer
tiempo”[7].
La
voz que llama a Moisés por ejemplo, apunta a un “Tú eres el que me seguirás”.
Se trata de un llamado, pero que sólo sabremos del mismo después. Abraham
también responde a su nombre, no sin
angustia, diciendo: Acá estoy.
Recordemos
lo que nos señala Kierkegaard acerca del trayecto que debe realizar Abraham
hasta alcanzar el sacrificio de su hijo más amado. Cito un fragmento de Temor y Temblor: “Y entonces todo el
terror del combate se concentró en un instante: Y Dios puso a prueba a Abraham
y le dijo: toma a tu hijo, el único, aquel a quien tu amas, Isaac; ve con el al
país de Morija y allí ofrecerlo en holocausto sobre uno de los montes que yo te
señalaré”[8].
Establece
Lacan, si el Otro es lo que yo digo, el lugar donde eso habla, solo puede plantear un problema, que es el del sujeto
anterior a la pregunta. “El nombre (…)
es una marca ya abierta a la lectura, (…)
impresa sobre algo que puede ser un sujeto que hablará, pero que de ninguna
manera hablará forzosamente”[9].
Aquí
introduce Lacan claramente lo no determinado, porque es a partir de la
respuesta del sujeto que podremos saber algo en relación a esa voz, a ese yo-je,
a ese nombre que está ligado al azar. La estructura de la neurosis conlleva a responder ante este
yo.
Para
finalizar…enseña Lacan que el inconciente es una cadena de significantes que se
repiten, se conectan con un real, con algo que nos lleva al azar, a lo no
determinado. Un analista apuntará siempre a esta indeterminación inconciente aunque
la somnolencia de la neurosis insista en hacer del azar un destino, cediendo su
responsabilidad al Otro.
María Verónica Castro
[1] Freud S. Pulsiones y destinos de pulsión, Volumen
XIV Obras Completas. Bs. As., Amorrortu
Editores, 1990. p. 177
[2] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16
(1968-1969). Bs. As., 1º edición
Paidós, 2008. p. 77
[3] Lacan
J.: De un Otro al otro, El seminario,
Libro 16 (1968-1969). Bs. As., 1º
edición Paidós, 2008. p. 79
[4] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16
(1968-1969). Bs. As., 1º edición
Paidós, 2008. p. 79
[5] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16
(1968-1969). Bs. As., 1º edición
Paidós, 2008. p. 93
[6] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16
(1968-1969). Bs. As., 1º edición
Paidós, 2008. p. 93
[7] Lacan J.: De un Otro al otro, El seminario, Libro 16
(1968-1969). Bs. As., 1º edición
Paidós, 2008. p. 74
[8] Kierkegaard S.: Temor y
temblor. Bs. As., 1º edición Losada, 2008. p. 24
[9] Lacan J.: “Introducción a los nombres del padre”
en De los nombres del padre. Bs. As.,
1º edición, 3º reimpresión, Paidós, 2007. p. 87
BIBLIOGRAFÍA
Freud, S.: Obras Completas,
Volumen XIV “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915). Amorrortu Editores. 1990
Lacan, J.: El Seminario,
Libro 16 “De un Otro al otro” (1968-1969). Editorial Paidós, 2008.
Lacan, J.: El Seminario,
Libro 5 “Las formaciones del inconciente” (1957-1958). Editorial Paidós, 2001
Lacan J.: “Introducción a los
nombres del padre” en De los nombres del padre. Bs. As., 1º edición, 3º
reimpresión, Paidós, 2007
Kierkegaard S.: Temor y temblor. Bs. As., 1º edición Losada, 2008.
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