Leemos el acta de la reunión anterior.
Surge el debate sobre el
tema del neurótico como complemento y
el perverso como suplemento. Qué implica esto? Podemos pensar la neurosis del
lado del narcisismo y el perverso del lado de lo anaclítico, porque lo que pone
en juego el perverso es un objeto. El perverso es instrumento del goce del
Otro.
Esta es la diferencia en
cómo aparece la perversión en “Pulsiones y sus destinos”, en donde el voyerista
complementa al exhibicionista (versión neurótica). El neurótico lo supone. En
cambio la versión perversa no implica que el sádico complemente al masoquista.
En el Seminario 21 Lacan
dice “el masoquismo es puro camelo”, en el sentido en que es una respuesta más,
como tantas otras, al “no hay relación
sexual”.
El intento del masoquista es
ubicar que en el Otro hay goce. “Sostenedor de la fe” señala Lacan. Pero
también el neurótico, no? Sin embargo el neurótico no se ofrece como
instrumento del goce del Otro: intenta prestarse a eso pero luego no puede,
tiene culpa. El perverso en cambio se aviene sin conflicto. No está dividido.
Está en lugar de objeto. En el neurótico es un goce que lo divide.
También podría pensarse en
la psicosis, donde el sujeto aparece objetalizado en una religión, en un puro
acto. Va y hace. El psicótico queda tomado en un discurso perverso, y es un
simple actuador, un cruzado que en nombre de dios hace todo eso.
Los cruzados tienen que ver
con la perversión.
Moisés también.
Respecto del texto de Ritvo,
sobre la sublimación, retomamos la frase
“del automatismo de repetición al automatismo de invención”. Es un
oxímoron. Si es automatismo hay invención? Si es automático es nuevo? En el
movimiento creacionista es necesario destruir para poder crear. Esto está muy
claro en “Kant con Sade”. Lo plantea aquí por el lado de la crueldad. Ese plus
es gozar de lo que se destruye.
“Son los lazos de la obra y de la pulsión de muerte,
mediados por la decisión de un sujeto que desaparece en su obrar, los específicos
del acto sublimatorio, situado en una encrucijada, bilocado y bitemporalizado,
a la vez antes de la obra y luego de ella, a la vez dentro y fuera” (Ritvo).
Esto marca la división misma
en la sublimación, porque si hablábamos de continuidad, y no de salto, esto no
podría pensarse. Es decir el sujeto dividido en el tiempo y en el lugar, antes
de la obra y luego de ella, a la vez dentro y afuera.
En la sublimación como
destino aparece algo nuevo. El oxímoron del automatismo de invención indica que
es lo mismo y no es lo mismo.
Todo esto podría
sintetizarse en el concepto de Rasgo Unario: borde real de lo simbólico. Un
rasgo que se repite y difiere.
Es el llamado del Otro, sino
no hay creación. El sujeto se ve tocado. Es la “zarza ardiente” que llama a Moisés. El llamado
tiene un punto real. Y hay una respuesta, un consentimiento del sujeto.
Hacemos un SALTO: retomamos
el seminario 16.
¿Porqué en el final del
capítulo 18, en la página 267, ubica Lacan s(A/) [significado del Otro] pero
tachado?
Vamos a Pág.265:
“A nivel de este objeto a puede concebirse esta
división articulable del sujeto en un sujeto que se equivoca porque está en lo
cierto –es el obispo Berkeley-, y otro
sujeto que, poniendo en duda que el pensamiento valga
algo, prueba en realidad que el pensamiento es en sí censura. Lo importante es
situar que la mirada es subjetiva porque no ve. De ahí que pueda pensarse que
el pensamiento mismo sólo se funda en el hecho de que es censura. Así se
articula metafóricamente el pensamiento mismo como lo que constituye una mancha
en el discurso lógico”(Lacan)
Esto nos recuerda que Freud
dice que en el origen el pensamiento es Inconciente. Respecto de la lógica es
una mancha.
Cita Pág.266: “Después de esta muy larga articulación,
quiero decir algo más hoy. Por lo menos podría empezarlo.
Habíamos quedado en la perversión, que se establece
como otro modo de inscribir este afuera que no es para nosotros un espacio
abierto al infinito donde ponemos lo que sea bajo el nombre de real. En este
afuera tratamos con el Otro y él tiene como tal su estatuto”.
Es decir, Lacan señala que
los que dicen que lo real está afuera están mal. Lo está cuestionando todo el
tiempo. Este afuera no es el afuera. Sino la relación del Sujeto al Otro.
“No es por cierto únicamente con el esfuerzo de los
psicoanalistas como se puede explorar hoy este estatuto con una interrogación
solamente lógica y articularlo como marcado por una falla. En el grafo que
conocen, el signo S(A/), que representa la respuesta que da el Otro al término
de lo que se plantea en el nivel de la enunciación deseante, es exactamente la
falla que representa el deseo.
Por algo los términos se manifiestan aquí por
letritas, por un álgebra. El álgebra se caracteriza por poder tener diversas
interpretaciones. S(A/) puede querer decir todo tipo de cosas, hasta incluso la
función de la muerte del padre” (Tótem
y Tabú). O sea que participa del
equívoco significante.
“Pero, en un nivel radical, el de la logificación de
nuestra experiencia, S(A/) es exactamente, si esta se encuentra en algún lugar
y es plenamente articulable, lo que se llama la estructura”.
“Si pese a mis reservas, como saben, sobre estos
encasillamientos filosóficos, se califica a mi discurso de estructuralista, es
porque muestra la relación que hay entre lo que permite edificar una lógica
rigurosa y lo que, por otra parte, se nos presenta en el inconsciente como
ciertas fallas irreductibles de articulación de donde proviene el esfuerzo
mismo que da testimonio del deseo de saber”.
Entonces las fallas irreductibles
se escriben S(A/). Es la estructura en términos de lo que viene diciendo.
“Como señalé, llamo perversión a la restauración, de
algún modo primera, a la restitución del a al campo del A. Y esto es posible
porque el a es un efecto de la captura de algo primitivo, primordial. ¿Porqué
no admitirlo, siempre que no se lo convierta en un sujeto? En la medida en que
este ser animal que considerábamos hace poco a nivel de su bolsa de piel está
atrapado en el lenguaje, algo en él se determina como a, este a devuelto al
Otro, si se puede decir. Por eso, cuando les presenté el otro día al perverso
lo comparé irónicamente con el hombre de fe, incluso con el cruzado. Él le da a
Dios su verdadera plenitud”.
“La perversión es la estructura del sujeto para quien
la referencia a la castración, a saber, que la mujer se distinga por no tener
el falo, está tapada, enmascarada, colmada por la misteriosa operación del
objeto a. Se trata de una forma de remediar este hiato radical en el orden del
significante que representa la
castración. La base y el principio de la estructura
perversa consiste en repararlo dotando a este Otro de algo que reemplace la
falta fálica, por cuanto es asexuado. Si me permiten terminar con juegos de
palabras humorísticos, retomaré una fórmula que ya una vez destaqué para
ustedes. ¿El Otro del perverso no es acaso lo que había designado con el
término hommelle?”. Hombre y ella
ambos juntos, cuando dice asexuado. Porque dijimos que la sexuación tiene que
ver con la presencia del falto. Falo/castración es la lógica del deseo.
Asexuado es la pareja combinada de Melanie Klein, él y ella, los padres en el
coito. Sin saber quién es quién.
Pág.267: “Esta es una referencia cuyo realce, que
parece –pero sólo parece- pintoresco, les ofrecerá algunos servicios para
orientarse en la localización de cierto afuera respecto del juego del
inconsciente”.
“Como de costumbre, no pude avanzar hoy tanto como
quería. Antes de dejarlos, me gustaría aún abrirles el camino que va de la
perversión a la fobia, donde veo el intermediario que les permitirá finalmente
situar de manera auténtica al neurótico, y en su nivel, el adentro y el
afuera”.
“¿Por qué no escribir este hommelle modificando
nuestro S(A/), en el sentido de que es de un A sin falla de donde obtenemos el
significante S? El S(A) da la clave de la perversión. ¿No es inversamente a
nivel del significado de la falla donde la división del A se encuentra en el neurótico? Es decir s(A/), el
significado del Otro barrado”.
Es decir, modifica la
escritura de S(A/) por S(A), significante de Otro no fallado para ubicar la
perversión. Y modifica s(A) por s(A/), significado del Otro barrado, para la neurosis. Está
probando. Está jugando.
“Esto tiene un gran interés de ordenamiento
topológico, y es también mostrar que el texto del síntoma neurótico se articula
a nivel del enunciado. Así se explica que sea entre el campo del yo, tal como
se ordena especularmente, y el del deseo, en la medida en que se articula en
relación con el campo dominado por el objeto a, donde se juega la suerte de la
neurosis”.
Entonces campo del yo:
narcisismo. Campo del deseo: dominado por el objeto a (neurosis).
“Plantear que el significado del A barrado, marcado
por su insuficiencia lógica, se significa plenamente en el neurótico nos aclara
lo inaugural de su experiencia”.
Pág. 268: “Para terminar con otro de esos juegos de
palabras que les anuncié y cuyo hallazgo permite el estado de la lengua, ¿qué
tendría de sorprendente divertirnos transformando, en el piso inferior, la
palabra hommelle en famil? ¿Este famil no
parece mostrarnos verdaderamente acaso, como un destello, en qué
consiste la función metafórica de la familia misma?”
“Si para el perverso es preciso que haya una mujer no
castrada, o más exactamente, si la hace homme-elle [travesti],
¿no es notable el famil (mujer) en
el horizonte del campo de la neurosis –eso que en alguna parte es un él [il]
pero donde el yo es verdaderamente lo que está en juego en el drama familiar?”
Entonces hommelle es
perversión. Famil es neurosis.
“Se trata del objeto a liberado. Él plantea todos los
problemas de la identificación. Con él se debe terminar a nivel de la neurosis
para que se revele la estructura de lo que se intenta resolver, a saber, el
significante de A barrado, la estructura a secas”.
Entonces, famil es el Edipo.
Pero la perversión no está fuera del Edipo. Si el perverso se ubica como objeto
¿cuál es la diferencia con el psicótico? ¿En el psicótico no interviene la
metáfora paterna? La cuestión es ver si en el psicótico está en juego la
metáfora paterna. Lacan en “Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible…”
dice que el psicótico no está fuera del Edipo. El rechazo es un modo de
relación al Otro. Está en relación al Edipo bajo el modo de la forclusión. No
rechaza peras. Rechaza la castración, el significante de la ley. El psicótico
no es un niño feral como el salvaje de Aveyron, que no ha tenido contacto con
el lenguaje. En uno es forclusión, y en otro es represión, en ambos, de la
castración. No hay 3 estructuras. Hay una relación a la castración. En ambas,
neurosis y perversión, hay inscripción.
Lo que se habló con Carlos
Basch es que ese s(A/), significado del A barrado, es que en el grafo, cuando
el sujeto busca el significado del A en relación a la pregunta ¿qué me quiere
el A?, donde pone el sentido del síntoma (en s(A), al tacharlo acá, lo que es
un movimiento de ida y vuelta, baja la A/ del piso de arriba hacia abajo. El
problema es que ahí el síntoma no estaría como respuesta que obtura. Puede
entonces pensarse que el síntoma también es apertura, un punto de béance.
La significación del
fantasma está en relación a la castración, por eso está bien dicho
“significante del A barrado” y que esté en el 2do piso. s(A) ahora lo tachó. Entonces se rompe el
circuito de la demanda. Uno de sus pilares es que el A no esté barrado.
Lo que se habló con C.Basch
es que esta bajada de la tachadura se llamaría transferencia. Es decir que el
análisis ponga en cuestión algún tipo de respuesta sin tachar. Si dejo S(A/) es
que encuentro alguna respuesta posible a la demanda en el primer piso.
El receptor recibe del
emisor su propio mensaje invertido, pero resulta ser que está en transferencia,
y el analista cuestionó alguna respuesta de s(A). Entonces lo que hace es bajar
el A de arriba hacia abajo y quedó tachado.
Surge debate acerca de si en
estos términos no podría ser autoayuda, ya que “nadie puede, nadie lo tiene” es
dar sentido. Y que la s minúscula en ese
lugar sigue diciendo que lo que está en juego es un significado, que no es lo
mismo que significante. Sin embargo es al revés, se le rompe el mensaje al
sujeto. Agamben señala que un significado es un significante en el lugar del
significado. Pero entonces ¿cómo se justifica s(A) abajo y S(A/) arriba? Podemos pensar que la transferencia es lo que
hace que el síntoma sea cuestionable, pone en juego al síntoma. Para poder
desarticular el síntoma hay que sacarle significado, hacer del significado un
significante. Entonces s(A/) podría pensarse como un significante. Habría que
ver qué dice Lacan más adelante.
También sería pasar de la
letra con sentido coagulado, a ser un significante. De hecho no son fórmulas,
son matemas, se encuentran más cerca del poema. Es poemático, no matemático,
dice Ritvo
Retomamos el seminario 16,
finalizando la clase 16, en Pág.236:
“Sólo que el goce, exactamente como en el caso del
Voyeur, escapa. Su lugar está enmascarado por esta sorprendente dominación del
objeto a, pero el goce no está en ninguna parte. Claramente el sádico no es más
que el instrumento del
suplemento dado al Otro, pero que en este caso el
Otro no quiere. No quiere pero obedece de todos modos”.
Más abajo, en la misma
página, plantea el problema de la identificación:
“Si el neurótico se encuentra confrontado con los
problemas narcisistas, es sólo en la medida en que él pretende ser el Uno en el
campo del Otro. La idealización desempeña aquí un papel lógico primordial”.
Esto por un lado suena a
perversión, y por eso se nos plantea la duda. Pero parece que la perversión está más en relación al instrumento del suplemento, en relación al Uno y al a. Pero Lacan señala aquí la idealización. El
neurótico idealiza, el perverso defenestra.
Pero por otro lado “ser el Uno en el campo del Otro” está
en relación al amor, es ser uno elemento del A, es formar parte del A. Es
lógica de conjuntos. No estar excluido, estar dentro del A. Es la queja del neurótico.
“Pero sólo con esta observación, les sugiero al mismo
tiempo que interroguen qué ocurre con el narcisismo primario. En
Pág.237: ¿No es una imaginación? ¿No
sufrimos nosotros por eso, con Freud, un efecto retroactivo figurado, incluso
inexplicablemente falseado? ¿Acaso no le agregamos un poquito, justo lo
necesario para caer en la trampa del neurótico?”
“La próxima vez intentaré mostrarles que es a nivel
del narcisismo secundario, en su forma caracterizada como captura imaginaria,
donde se presenta para el neurótico, de una manera completamente distinta de lo
que ocurre en el perverso, el problema del objeto a”.
“Creemos poder pensar que hubo en alguna parte para
el neurótico una relación, no de suplemento, sino de complemento con el Uno, y
con eso investimos la pulsión oral. Sin embargo, y de manera muy notoria, con
la sola condición de librarse de la fascinación del neurótico, la pulsión oral
también se caracteriza por centrarse en torno de un tercer objeto que se
sustrae, tan inasequible en su género como la mirada o la voz”.
“Con la ayuda de juegos de palabras, hacemos de ese
famoso seno el regazo materno. Pero tras el seno, y tan adherido como él al
muro que separa al niño de la mujer, está la placenta”.
“Nos recuerda que, lejos de que el niño forme un solo
cuerpo con el cuerpo de la madre (está cuestionando la idea del Uno), ni siquiera está encerrado en sus
envoltorios, no es en absoluto un huevo normal, está quebrado, roto por ese
elemento añadido a este envoltorio. Además ahora sabemos que debido a este
elemento pueden jugarse todos los conflictos sobre la mezcla de sangres y la
incompatibilidad de tal grupo con tal otro, que reemplazan a las discusiones bizantinas
al respecto”.
“También parece que en el nivel de la pulsión es
ineliminable la función de un tercer objeto que llamé placa (placenta) –incluso
colgante, porque volveremos a ver sus formas eminentes en todo lo que edifica
la cultura, en la cosa colgada del muro y que engaña”. (¿se trata del
cuadro?)
“¿No es en efecto lo que aparece en la experiencia
del neurótico? ¿Colmarla con el mito de una unidad primitiva, un paraíso
perdido, aparentemente liquidado por el trauma del nacimiento, no es caer en lo
que está justamente en juego en lo que ocupa al neurótico? En efecto, se trata
para él de la imposibilidad de hacer encajar el objeto a en el plano
imaginario, en conjunción con la imagen narcisista”.
Lo importante aquí es que
nos fijemos dónde está puesto el acento: en el plano imaginario. En cambio en
la perversión, ¿dónde está puesto el acento cuando dice: “restituirle el objeto
al Otro”? Aquí se plantea una duda, no se entiende.
Podríamos pensar que el
complemento en la neurosis es imaginario. Habría que ver qué registro tendría
el suplemento. ¿Se trata de fetiche? No está claro.
Pág.238: “Ninguna representación soporta la
presencia de lo que se llama el representante de la representación. Sólo se ve
aquí la distancia marcada por este término. No hay ninguna equivalencia de uno
con el otro, del representante con la representación”.
Por esto Lacan dice en algún
otro lugar, “representante de la falta de representación, respecto del
significante”.
“Por eso puedo indicar que todo esto se reordenará en
la tercera línea del grafo, la que cruza las otras dos. Hablando con propiedad,
es lo que de una concatenación simbólica se remite a lo imaginario, donde ella
encuentra su lastre”.
¿Qué es su “lastre”? ¿el
resorte imaginario en la relación simbólica? ¿su pie a tierra? Parece estar
encomiando a lo imaginario. En el seminario 6 lo imaginario es prestar el
pedazo del cuerpo al falo, que venga a representar al falo.
Lastre puede ser esto: un anclaje. Es lo que evita que la cadena metonímica sea infinita.
Puntos de capitón.
Continuamos con la cita: “En esta línea, en el grafo completo,
encuentran el yo, el deseo, el fantasma, y finalmente la imagen especular,
antes que llegue aquí, abajo a la izquierda, su remate, que sólo se comprende
por un efecto retroactivo. En este lugar, se inscribe la ilusión retroactiva de
un narcisismo primario”.
Es la misma idea desde el
principio de Lacan, que no existe el narcisismo primario. El narcisismo es
secundario.
“En torno de esto deberemos volver a centrar el
problema del neurótico. También se trata de la manifestación del hecho de que
el sujeto como neurótico está precisamente destinado al fracaso de la
sublimación”.
“Así pues, si nuestra fórmula ($<>a), S
barrado, rombo, a minúscula, como fórmula del fantasma, debe ser utilizada como
argumento en el plano de la sublimación, no puede serlo antes de plantear una
crítica a toda una serie de implicaciones laterales sacadas de allí de manera
injustificada, debido a que la experiencia de las incidencias del significante
en el sujeto se realizó con los neuróticos.
Lo cierto es que esta experiencia no habría podido
tener lugar de otra manera”.
Entonces este salto que
plantea Ritvo, del automatismo de repetición al automatismo de invención, es
que la invención sería salir del síntoma. La sublimación supone entonces, si
tiene que ver con el acto, trascender al fantasma. Es un acto que no se coagula
en un objeto. Seguramente porque el fantasma es una promesa de goce. También
hay algo de la inercia de lo idéntico en el fantasma, y sostener un A completo.
Inventar algo sería un modo de trascender al A, ir más allá, arriesgarse y
producir algo.
- Y de ponerle un nombre.
Lombardi dijo que el neurótico es un “sin nombre” (frase de “Subversión del Sujeto…”) porque el
acto (horror del neurótico) siempre es acto que implica la puesta en juego del
nombre propio. No es cualquier acción. También puede pensarse que es a través del acto que aparece el nombre propio,
sino habría nombre
propio antes del acto.
Parece que hay un nombre que se adquiere en el acto. Que sea “sin nombre” es
que el neurótico está lejos del acto.
También está la cuestión de
la responsabilidad. Poner el nombre es asumir. Ejemplos de dimensiones del
acto: poner la firma, la paternidad, el casamiento. No son actos el acto del nacimiento y el acto de
defunción, ya que son otros los que firman.
Claris Misrahi
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