Comenzamos
comentando un párrafo del texto de Miller “Una lectura del seminario De otro al otro” Del apartado “De Marx a
Cantor”
¿Cómo llegar a situar en su justo lugar el término
plus-de-gozar? Digo en
«su justo lugar» porque hemos insinuado, en
relación a ese empleo madrugador
que hace Lacan en su primera lección, no
hacerlo más que uno de los nombres
del objeto a, uno de sus seudónimos, como su
nombre propio. Pero hay diferencias,
en el punto de partida, que el
Seminario nos permite retomar.
El plus-de-gozar aparece justamente en esta homología
como una relación,
una función a la que se presta el objeto a.
Tenemos como trasfondo el goce17 y
la función del plus-de-gozar se presenta en relación a
ese trasfondo como un
elemento contable.
Una expresión no figura aquí, y es
por tanto a releer, la unidad de goce. El plus de-
gozar es la función que separa una unidad de goce que
aparece como suplementaria
pero que, para hacerlo, supone
que debe ser contabilizada. En el momento
en que querrá poner por escrito las consecuencias de su
Seminario, Lacan la designará,
con todas sus letras, como la
función de la «contabilidad».18 Se presenta
allí a minúscula como «en más»; eso
va de suyo porque sostiene la función
plus-de-gozar. Pero ese «en-más» se encuentra, al
final del Seminario, como la
función del «uno-en-más». Lo que Lacan llama «uno-en-más»
y que figura bajo el
modo del conjunto vacío siempre reaparece en toda
contabilidad de sub-conjuntos
y es soportado por la función plus-de-gozar. De la
primera lección, donde se hace
la construcción homológica del plus-de-gozar, a las
dos/tres últimas que esclarecen
la función del uno-en-más, como lo
llama Lacan en la teoría de los conjuntos,
tenemos allí un acuerdo completo. En el final aparece como
uno-en-más lo
que al comienzo se presenta como la plus-valía; lo que al
comienzo se presentó a
partir de Marx al finalizar lo será a partir de Cantor”
Miller hace un arco de donde empezó el seminario y adonde apunta. También
está el tema de cómo el “uno en más” enloquece a la pulsión. Ejemplo del goce
oral, si uno toma un café no pasa nada,
el tema es cuando uno no para de tomar café, ahí empieza el “uno en más”.
Diferencia entre analogía y homología. La homología es una cuestión de
estructura, se pueden cambiar los nombres pero la relación es la misma. Lo que
se pone en juego en la homología es el tipo de relaciones. La topología puede
servir para pensar la homología, se puede deformar algo pero la relación en
cada uno de los puntos es la misma.
La fórmula Lacaniana de la metáfora también se distingue de lo imaginario
de la analogía. Al formalizarla separa a la metáfora del terreno de la analogía
(imaginario) para llevarla a un nivel estructural.
La homología hace referencia a la combinatoria de los términos.
Problemas: ¿Qué quiere decir que el objeto “a” se presta a una función? ¿Qué
quiere decir “contable?
El objeto “a” tiene una función, esta función tiene que ver con la
repetición. Una manera de plantear la repetición es que si yo tengo el 0, 1,
2,3 y le pongo el 4 para marcar que hay 0, 1, 2,3, cuando quiero incluir el
cuatro necesito uno más que es el 5 como nombre del conjunto. Pero además si y
tengo 3 elementos en un conjunto, por ejemplo “tres lapiceras” tengo que
incluir el conjunto vacío, tengo tres elementos más el conjunto vacío. Siempre
es necesario contar el conjunto vacío.
Lo contable es: ¿Qué función cumple el “a” en la repetición? El “a” cumple
la función de “más uno” en la repetición. Esto quiere decir que siempre voy a
tener un excedente que no va a estar contado, y cuando escriba, inmediatamente
salta como excedente, por eso nunca se termina de cerrar.
En el ejemplo de 0,1,2,3,4 cada vez que quiero cerrarlo me viene un
excedente que “llama” al 6 y al 7 y así sucesivamente. Es la repetición misma.
Esto no quiere decir que el “a” queda anulado en su función de exceso, ni
que uno sea lo mismo que el otro. Es la manera que tiene el “a” de operar en la
repetición.
¿Cómo puede ser que el “a” sea un uno y el uno sea un “a”? ¿Sí una cosa es
el significante, el rasgo, y otra el objeto? Pero en la serie Fibonacci Lacanpone
1-a o 1+a, quiere decir que el “a” está siempre operando, ese uno está
impregnado, infiltrado, inquieto, molesto porque no termina siendo un uno,
siempre es +a o –a. Por eso es unario y no uniano. Si fuera uniano no sucedería
esto. El “a” hace del uno, unario.
Retomamos la lectura del Seminario 16, leemos un fragmento de la pg. 143
del capítulo “Las tres matrices”
Se plantea el problema de la relación entre el uno y el “a”: ¿Es el uno o
es el “a”? Es el uno y es el “a”. La contabilidad del “a” como ”uno” es en términos que marca que no hay identidad
y que su marca se inscribe para reencontrar, pero esa inscripción ya altera, ya
no es lo que era antes de la marca.
1) En el origen no estaba marcado, ahora que
está marcado lo que está marcado ya no es lo mismo que antes.
2) No es que es parte de una diferencia sino
que la constituye.
Leemos las
páginas 130-131
El “a” es siempre
lo que le falta al uno. A eso nunca llega la serie convergente. Es
inconmensurable, el “a” es una medida de lo inconmensurable como el número de
oro.
Lacan va a
plantear el problema de la relación del
sujeto del goce y el sujeto instaurado por la marca.
No hay relación entre ellos. El sujeto del goce es
un mito.
Entre el sujeto
del goce y el sujeto de la marca no hay conjunción, la conjunción es falsa.
Lo que está
planteando es que es desde la repetición
que puedo plantear al “a” y es desde el “a” que puedo plantear la repetición.
Porque tiene que ver con la marca, a partir de la marca se altera lo que (no)
había. Esa relación es 1a, donde la repetición de un significante, como en el
“Libro de arena” de Borges donde ya la otra página ya no es la otra página, es
otra página. Entre una y otra no hay identidad, hay identificación engendrada por este uno que lo marca, punto
origen de la identificación.
1)
No
hay sujeto del goce sino como mito. El sujeto es marca del significante y si hay marca del
significante no hay absoluto.
2)
Si
hay marca hay pérdida: balance de perdida
3)
Es la
identificación la que introduce, con el rasgo, la repetición, de uno a otro y
ese otro es otro uno distinto al primero. Si lo nombramos 2 después tendremos
que nombrarlo 3, 4 etc., y es en esa articulación entre cada marca, cada rasgo, cada significante,
que tenemos que colocar al “a” como lo que excede, el “más uno”, entre un uno y
otro uno.
Si yo pongo 1 y después 2, este 2 no incluye a este 1, es otro, es otra
cosa, es el nombre de otro 1, y entre ambos pongo +1, ese +1 trata de
contabilizar al objeto “a”.
Tengo un uno que altera lo que (no) había en el origen. Inaugura. Engendra.
Ese engendramiento es el del sujeto, entre S1 y S2. Pero el S2 ¿Qué es? Lacan
dice “es un conjunto de significantes” pero se puede contabilizar como un uno,
es un significante, es un bloque de significantes. ¿Por qué no le pongo 1?
Porque lo quiero diferenciar del otro.
¿Por qué plantear el “más uno”? Porque entre uno y otro (en esto Lacan
apela a Peano, Cantor, etc.), siempre entre 1 y 2, 2 y 3 hay que sumarle otra
cosa más que es la función del 0. La función del 0 es idéntica en la teoría de
los conjuntos al conjunto vacío. El conjunto vacío es un conjunto que hay que
contar entre los elementos del conjunto.
Leemos párrafo de la página 136.
Hay una relación del falo como velo y el objeto “a” que es caída ¿De qué?
De un supuesto sujeto absoluto de goce.
¿Por qué no hablar de un sujeto absoluto del goce? Porque hablar de sujeto
absoluto es un contrasentido, y del sujeto absoluto del goce más contrasentido.
Tenemos que hablar de la marca. Sujeto y
absoluto son incompatibles, en tanto que marcado por el significante sujeto
absoluto del goce es tan mítico que es
casi innombrable.
El sujeto es la caída, lo que se pierde, es la cuenta de una pérdida.
¿Cómo contar una pérdida? Como pérdida. ¿La puedo contar? Esa es la
paradoja.
En la función del síntoma se cuenta una pérdida. Cada vez que quiero hacer
algo me sale mal y vuelvo a fracasar en el mismo punto.
Imposibilidad del balance. La ecuación simbólica es un intento neurótico de
establecer un balance. El falo como significante (impar/innombrable) cuestiona
la ecuación.
Crítica a la idea de la significación fálica como aquello que permite el
encuentro sexual. El falo hace objeción
a la relación sexual. El falo no es un “acomodador “como significación
fálica. Entre el fantasma de uno y el fantasma del otro cada uno se las arregla
como puede.
El falo funciona como velo de la caída del sujeto como sujeto absoluto del
goce, del goce de lo que uno nunca fue, porque el día en que fue marcado ya no
es lo que era, que por otro lado no se sabe lo que era, en todo caso no sería aquello que “habría
sido”, porque esa marca engendra algo
que no estaba desde el inicio: ex – nihilo.
La biblia en hebreo comienza con la palabra BERESHIT, esta palabra se
escribe con la letra BETH, que es la segunda letra del alfabeto. Los cabalistas
se preguntan ¿Por qué la biblia no empieza con la letra ALEPH? Porque es la”
letra que no”, empieza por la BETH porque
“ALEPH” está perdida y es muda, entonces hay algo que se perdió en el
comienzo.
Toda escritura es deuteronómica.
Leemos el acta de la reunión anterior.