Seminario XVI Clase 17: Pensamiento censura


Cuestiona qué se entiende por “libertad de pensamiento”. Objetivamente el pensamiento no es libre ya que del lado de lo objetivo se encuentra la norma y con ella la excepción y la transgresión. En relación a estas dos últimas se puede pensar la libertad.
Hace un giro en su pregunta y se cuestiona por el lugar donde se ejerce el libre pensamiento y afirma que sólo se ejerce en campo de la utopía, es decir en el “no lugar”.

“… Cómo se expresa en el registro del saber lo que atañe a la libertad de pensamiento.” (p.247)
Apela a Hegel y dice que éste extiende el cogito cartesiano: al “yo sé que pienso” agrega: “yo estoy donde yo pienso-quiero”. Esto es una ilusión porque es necesario el tiempo para poder saber si ese era el lugar. La significación del ESTOY es retroactiva, con lo cual no hay libertad de pensamiento.
Pensar el paso del tiempo como conclusión del saber también es utópico, ya que éste implica la muerte.

Pone en tensión los términos: SABER – VERDAD – PENSAMIENTO.
“La noción de que la VERDAD del PENSAMIENTO se halla fuera de él mismo, que necesita en cada momento la relación del sujeto con el SABER, y que este saber está condicionado por cierto número de períodos necesarios, constituye una clave cuya aplicabilidad en cada vuelta de nuestra experiencia sólo es posible sin duda sentir…” (p.248)

“Yo estoy donde yo quiero” sería la expresión más clara del libre pensamiento, pero Hegel ilumina lo “inenunciable” de la frase, al igual que el deseo, se presentan como inarticulables.
Introduce el inconsciente freudiano en contraposición a Hegel: por un lado el “yo estoy donde pienso” hegeliano y por otro, el “yo no sé” freudiano.
En términos estructurales el deseo es deseo de saber, sobre eso de lo cual no se tiene noticias, ya que el deseo es el deseo del Otro, encarnado en un cuerpo (separado de goce).

Hegel toma a la VERDAD como lugar donde se ubica lo que “yo pienso”. Freud toma a la VERDAD como causa de lo que “yo pienso”, como causa del deseo (de SABER). La función del “yo sé”, es la de velar el “yo no sé” del origen.

GRAFICO (P. 241).

Verdad y saber no se excluyen, se unen (banda de moebius).
VERDAD: “interrogada en el inconsciente como insuficiencia creadora del saber y como punto de origen del deseo de saber”.
SABER: “correlato de esa debilidad”.

Vuelve a preguntarse sobre el pensamiento intentando ubicar dónde se ubica el sujeto en el saber.
Ya que al “yo no sé” inicial, estructural no es posible acceder, todo pensamiento sería censura de ese “no saber”. Hace un juego de palaras diciendo: CENSAMIENTO PENSURA.
El “yo no sé” representa la castración, el agujero estructural y el pensamiento, lo no representable porque está barrado por la prohibición del goce.

El psicoanálisis usa la asociación libre para que se produzca el sujeto, para que aparezca. Asociación libre de reglas, normas. Compara el psicoanálisis con el surrealismo, donde también hay producción, pero de obra de arte. Usamos el método psicoanalítico desligándonos de la lógica, pero no de la gramática. Ya que en el inconsciente no hay principio de contradicción, no hay negación, pero sí está estructurado por la gramática y el fantasma es una expresión de esto. El fantasma neurótico diferencia la lógica de la gramática.

Carla Riccono

Seminario XVI Clase 16: La clínica de la perversión


En el anteúltimo de nuestros encuentros, quedamos en que debía interrogar la sublimación en su relación con el papel que en ella desempeña el objeto a.
Segunda tópica.
Circare: dar vueltas en círculo en torno de un punto central en la medida en que algo no está resuelto.
Hoy intentaré indicar cuán alejado permaneció hasta mi enseñanza el psicoanalisis de cierto punto vivo que formuló en todas partes la experiencia precedente. Se trata de la función del objeto a.


1


La obra de arte constituye hoy el objeto de lo que enunciamos sobre la sublimación.
En el nivel en que Freud se aventura con una prudencia casi burda se obliga a sí mismo a no poder asirla más que como un valor comercial. Es algo que tiene precio, sin duda, un precio aparte, pero que desde que está en le mercado no se distingue completamente de cualquier otro precio.
Este precio lo recibe de una relación privilegiada de valor con lo que aíslo y distingo en mi discurso como el goce – el goce considerado como ese término que solo se instituye por su evacuación del campo del Otro como lugar de la palabra.
La función del objeto a nos interesa en el nivel de la sublimación. Si el objeto a puede funcionar como equivalente del goce, es debido a una estructura topológica.


·         Goce solo se instituye por su evacuación del campo del Otro como lugar de la palabra.
·         Objeto a como equivalente del goce.


SUJETO-SIGNIFICANTE-OTRO-REPETICIÓN
Para percibirlo, basta considerar la función por la que el sujeto ya no se funda, ya no se introduce más que como efecto de significante, y remitirse al esquema que repetí cientos de veces ante ustedes desde el comienzo del año, del significante como representante del sujeto para un significante que, por su naturaleza, es otro. Por eso, lo que lo representa solo se planea como anterior a este otro, por lo que se necesita la repetición de la relación del S con este A como lugar de los significantes otros.
Grafico: S-S A a
Esta relación deja intacto el lugar en que inscribí el a. no hay que tomarlo en absoluto como una parte. Todo lo que se enuncia de la función del conjunto, que hace del elemento mismo un conjunto potencial, justifica igualar este residuo, aunque distinto bajo la función del a, con el peso del Otro en su conjunto.
Él se encuentra en un lugar que designamos con el término éxtimo, conjugando lo íntimo con la radical exterioridad. Debe saberse que en la medida en que el objeto a es éxtimo, y exclusivamente en la relación que se instaura a partir de la institución del sujeto como efecto de significante, determina por sí mismo en el campo del Otro una estructura de borde.


Objeto a:
·         No hay que tomarlo como una parte del conjunto A.
·         Es un residuo.
·         Se encuentra en un lugar éxtimo.
·         Se instaura a partir de la institución del sujeto como efecto del significante.


Estructuras topológicas de borde:
Esfera: aparentemente es la más simple de las estructuras topológicas.
Toro: confluyen los dos bordes opuestos que se corresponden punto por punto en una doble línea verctorial.
Cross-cap:
Botella de Klein: combinación de dos posibilidades.


Resulta fácil percibir el parentesco de estas cuatro estructuras topológicas con los objetos a. También hay cuatro. Tal como funcionan efectivamente en las relaciones que engendra el sujeto con el Otro en lo real los cuatro objetos reflejan uno por uno las cuatro estructuras.
Pretendo reanimar para ustedes la función concreta que desempeña en la clínica el objeto a.
Antes de tener, posiblemente por métodos que elaboran su producción, la forma que hace poco calificamos de comercial, el objeto a está… en posición de funcionar como lugar de captura de goce.


·         El objeto a está en posición de funcionar como lugar de captura de goce.


2


Muy pronto en los enunciados teóricos de Freud apareció la relación entre neurosis y perversión. ¿Cómo atrajo de alguna manera la atención de Freud?
Clínica de la experiencia traumática; se introdujo el fantasma, que es el nudo de todo lo que concierne a esta economía para la cual Freud creó la palabra libido.
¿Debemos seguir fiándonos enteramente de que estos fantasmas neuróticos nos permitirían reclasificar la perversión, transformarla desde fuera a partir de una experiencia que no proviene de los perversos? Krafft-Ebbing Havelock Ellis.
Este primer abordaje ya era después de todo orden topológico. Puesto que se decía que la perversión era el reverso de la neurosis, ya algo se presentaba como el anuncio de estas superficies que tanto nos interesan, de lo que sobrevive cuando un corte las separa.
La neurosis aparecía como una función superpuesta a la perversión. Pero de inmediato, simplificada de este modo, la cosa pareció no resolverse en absoluto.
¿No es claro, no lo fue de inmediato, que no podría resolverse nada destacando solamente en el texto de la neurosis un deseo perverso?
Si consideramos las cosas desde el nivel que nos permitió articular el retorno a esta tierra firme de que todo lo que pasa en el análisis debe remitirse al estatuto del lenguaje y a la función de la palabra, obtenemos ese punto de referencia que establecí cierto año con el título Las formaciones del inconciente.
Grafo.
Chiste.
Está hecho de tres cadenas, dos de las cuales se encuentran ya marcadas, si no elucidadas, por fórmulas que en algunos casos se han comentado mucho. En particular, ($<>D) marca como fundamental la dependencia del sujeto respecto de lo que con el nombre de la demanda ha sido fuertemente separado de lo que atañe a la necesidad. La forma significante, los desfiladeros del significante especifican la demanda, la distinguen y no permiten de ninguna manera reducir su efecto a un simple apetito fisiológico. Estas necesidades solo nos interesan en nuestra experiencia en la medida en que su posición equivale a una demanda sexual.
Las otras uniones, las del significado proveniente del A como tesoro de los significantes, no constituyen en este momento más que un simple recordatorio.
Es cierto que estas tres cadenas solo pueden suponerse, instaurarse, fijarse en la medida en que ay significante en el mundo, que el discurso existe, que atrapa cierto tipo de ser que solo se llama hombre, o ser hablante, a partir de la existencia de la concatenación posible como constituyente de la esencia misma de estos significantes. Sin embargo, se puede caracterizar el piso inferior con la categoría que distingo como lo simbólico. Encuentran esta función simbólica aquí, con la posibilidad de retorno rápido que no procura el enunciado del más simple discurso. En este nivel fundamental sostenemos que no hay metalenguaje, que nada simbólico podría edificarse más que por el discurso normal. En la cadena superior, en cambio, vemos que se trata precisamente de los efectos de los simbólico en lo real. Asimismo el sujeto, que es su primer y mayor efecto, solo aparece a niver de esta segunda cadena.
S(A/). Este es el significante por el cual aparece la profunda incompletud de lo que se produce como lugar del Otro, o, más exactamente, lo que en este lugar traza la vía de cierto tipo de señuelo completamente fundamental. El lugar del Otro evacuado del goce no es tan solo lugar limpio, cículo quemado, lugar abierto al juego de roles, sino algo que en sí mismo está estructurado por la incidencia significante. Esto es precisamente lo que introduce esta falta, esta barra, este agujero, que se distingue con el título de objeto a.


·         Objeto a como falta, barra, agujeto en el campo del Otro.


3


Freud subrayó profusamente en la experiencia la importancia de la pulsión oral y de la pulsión anal, pretendidos esbozos, llamados pregenitales, de algo que alcanzaría la madurez colmando no sé qué mito de completud prefigurado por lo oral, no sé qué mito de don, de producción de un regalo, prefigurado por lo anal.
¿No es raro que después de haber acentuado tanto estas dos pulsiones fundamentales se aleje mucho de ellas, por lo menos en apariencia, y que sea con la ayuda de las pulsiones escoptofílicas y sadomasoquistas como articule el montaje de la fuente, el empuje, el objeto y el fin?


La función que desempeña el perverso está lejos de fundarse en un desprecio hacia el otro, el partenaire. El perverso se dedica a tapar el agujero en el Otro… es partidario de que el Otro existe. Es un defensor de la fe.
El perverso, un auxiliar de Dios.


La función aislable de la mirada en todo lo que concierne al campo de la visión, a partir del momento en que estos problemas se plantean a nivel de la obra de arte.
No resulta fácil definir lo que es una mirada. Se trata incluso de algo que puede muy bien sostener una existencia y devastarla.
Nos preguntamos por los efectos de una exhibición, a saber, si causa temor o no al testigo que parece provocarla. Nos preguntamos si está en la intención del exhibicionista provocar este pudor, este espanto, esta repercusión, eso violento o complaciente. Pero no reside en esto lo esencial de la pulsión escoptofílica… ¿activa, pasiva…? Aparentemente es pasiva, puesto que da a ver. Lo esencial es, propiamente y ante todo, hacer aparecer en el campo del Otro la mirada.
¿Y por qué si no para evocar la huida, lo inasible de la mirada en su relación topológica con el límite que impone al goce la función del principio del placer?
El exhibicionista vela por el goce del Otro.
¿Qué ocasiona aquí el espejismo, la ilusión, y sugiere la idea de que hay desprecio hacia el partenaire? Es haber olvidado que, más allá del sostén particular que este da al otro, está la función fundamental de ese Otro que se encuentra siempre allí, bien presente, cada vez que opera la palabra, la función del lugar de la palabra donde todo partenaire está incluido, la función del punto de referencia donde la palabra se plantea como verdadera.
En este campo del Otro, en la medida en que se encuentra desierto de goce, el acto exhibicionista se plantea para hacer surgir allí la mirada. Se ve entonces que no es simétrico lo que ocurre con el voyeur.
En efecto, lo que importa al voyeur es justamente interrogar en el Otro lo que no puede verse.
Lo que constituye el objeto del deseo del voyeur en un cuerpo esmirriado, una silueta de jovencita, es precisamente lo que solo puede verse con la condición de que ella lo sostenga en lo inasible mismo, en una simple ranura don falta el falo.
Debido a esta ignorancia [lo que oficia como sostén de la mirada], el goce para el Otro, es decir, el fin mismo de la perversión, en cierta medida se escapa.


¿Cuál es entonces el objeto a en pulsión sadomasoquista?
Se cree hallar la clave del sadomasoquista en el juego con el dolor, para enseguida retractarse y decir que después de todo solo es divertido si el dolor no llega muy lejos. ¿No es, de hecho, la máscara gracias a la cual escapa lo relativo a la perversión sadomasoquista? ¿No les parece que destacar la prohibición propia del goce debe, allí también, permitirnos reubicar en su lugar lo que está en juego?
No por soñar con la perversión son perversos. Soñar con la perversión, sobre todo cuando se es neurótico, puede servir para algo completamente distinto, para sostener el deseo, lo cual es muy necesario cuando se es neurótico. Esto no autoriza en absoluto a creer que se entiende a los perversos.
Basta con haber tratado a un exhibicionista para pervivir que no se entiende nada de lo que aparente, no diré lo hace gozar, puesto que no goza –aunque goza, pese a todo,, con la sola condición de dar el paso que acabo de mencionar, a saber, que el goce del que se trata es el del Otro.
Naturalmente, hay un hiato. Ustedes no son unos cruzados. No se dedican a que el Otro, es decir, no sé qué ciego, y tal vez muero, goce. Pero al exhibicionista esto le interesa. Es así, es un defensor de la fe.


Los juegos sádicos no son simplemente interesantes en lo sueños de los neuróticos, es posible asimismo  ver qué pasa allí donde se producen. Siempre gira efectivamente en torno de algo donde se trata de despojar a un sujeto –¿de qué?– de lo que lo constituye en su fidelidad, a saber, su palabra.
La palabra no es aquí el objeto a, sino que es una aproximación, para encaminarlos.


Rechazo la simetría entre masoquista y el sádico.
Sacher Masoch organiza todo de manera de ya no tener la palabra. Se trata de la voz.
Lo esencial de la cosa es que el masoquista haga de la voz del Otro, por sí solo, eso que va a garantizar respondiendo como un perro. Esto lo aclara el hecho de que justamente buscará un tipo de Otro que pueda ser cuestionado en este punto de la voz,, la querida madre, como lo ilustra Deleuze, devoz fría y atravesada por todas la variantes de lo arbitrario. Esa voz que él quizás escuchó más de la cuenta en otra parte, del lado de su padre, completa y tapa aquí también el agujeto.
Solo que hay algo en la voz que está más precisado topológicamente, porque en ningún lugar el sujeto está más interesado en el Otro que por este objeto a.
La función del superyó. Lo que ocurre con la función del objeto a realizada por la voz como soporte de la articulación significante, la voz pura en la medida en que está, si o no, instaurada en el lugar del Otro de una manera que es perversa o que no lo es.
Cierto masoquismo moral solo puede fundarse en este extremo de la incidencia de la voz del Otro, no en la oreja del sujeto, sino en el nivel del Otro, que él instaura como completado por la voz. El eje de gravedad del masoquista se juega en el nivel del Otro, y de la remisión a él de la voz como suplemento, no sin que sea posible cierta irrisión, que aparece en los márgenes del funcionamiento masoquista.
Hay un goce en esta remisión al Otro de la función de la voz, y tanto más cuanto que este Otr tiene menos valor, menos autoridad. De algún modo, esa forma de rapto, de robo del goce, puede ser, de todos los goces perversos imaginables, el único que se logre completamente.
Ciertamente no ocurre lo mismo con el sádico. Él intenta, pero de manera inversa, completar al Otro quitándole la palabra e imponiéndole su voz, pero en general falla. Baste en este sentido referirse a la obra de Sade, donde es verdaderamente imposible eliminar de la palabra, de la discusión del debate, la dimensión de la voz.
Se nos cuentan los excesos más extraordinarios ejercidos sobre víctimas cuya increíble supervivencia nos sorprende. Pero no hay uno de esos excesos que no sólo no sea comentado sino fomentado por una orden.
El juego de la voz encuentra aquí su pleno registro. Solo que el goce, exactamente como en el caso del voyeur escapa. Su lugar está enmascarado por esta sorprendente dominación del objeto a, pero el goce no está en ninguna parte. Claramente el sádico no es más que el instrumento, del suplemento dado al Otro, pero que en este caso el Otro no quiere. No quiere, pero obedece de todos modos.

Juan Pablo Marino
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Las tres estéticas de Lacan. Massimo Recalcati. Resumen


Las tres estéticas no son tres teorías completas de Lacan sobre el arte. Se trata más bien de tres tópicas de la creación artística y de su producto, que insisten, en modo inédito, en poner el arte en una relación determinante con lo real.
Las tres estéticas implican el giro en la obra de Lacan hacia lo real.
Cuádruple advertencia.
1)      No existe en Lacan un interés estético separado al de la ética del psicoanálisis y su práctica.
2)      Las “tres estéticas” no interesan a Lacan como un discurso completo sobre el arte sino cómo en una práctica simbólica -como es la práctica artística- se puede asilar y encontrar la dimensión irreductible al simbólico, de lo real.
3)      Las “tres estéticas” no son tres teorías que se suceden cronológicamente. Son modos diversos de definir psicoanalíticamente la esencia de la obra de arte, modos no excluyentes si no que conviven en tensión constante.
4)      La perspectiva de las “tres estéticas” es freudiana, se fundan e implican tres diversos paradigmas del goce, tres modos distintos de implicar lo real pulsional.

Primer estética: La estética del vacío.
El arte como organización del vacío es en efecto una tesis que se encuentra desarrollada ampliamente en el Seminario 7.
Arte como una organización significante de una alteridad radical, extrasignificante. El funcionamiento del Inconciente está sí estructurado como un lenguaje, tiene sí un funcionamiento significante pero, a partir de la vuelta del seminario 7, en el centro mismo de este funcionamiento aparece una dimensión no reductible a la del significante y que, gracias a esta irreductibilidad, a esta resistencia, se constituye como lugar (vacío) de origen de otra posible representación.
El arte, como la experiencia del psicoanálisis, no evita, ni obtura, pero si bordea el vacío central de la Cosa. La tesis del arte como “organización del vacío” coloca a la obra de arte en una relación decisiva con lo real de la cosa. La estética del vacío es una estética de lo real –una estética en relación a lo real-, que no se degrada jamás en un culto realístico de la cosa como sucede en gran parte del arte contemporáneo.
La tesis lacaniana de la obra de arte como borde del vacío de das Ding nos incita a preservar, por el contrario, una distancia esencial entre la obra de arte y el vacío que ésta organiza y circunscribe. Oposición con la tesis del arte como exhibición psicótica o perversa de la Cosa. El arte es una circunscripción significante de la incandescencia de la Cosa.
En esta primera estética el arte se define como una práctica simbólica orientada a tratar el exceso ingobernable de lo real. Pero el tratamiento estético de este exceso parece diferente de lo ético. En la ética está en juego la asunción subjetiva del kakon de la Cosa, en la estética se juega más bien la organización, la circunscripción, el borde, el velo  de la Cosa.
Siendo irrepresentable en sí, la Cosa solo puede ser representada como “Otra Cosa”. La condición de la sublimación  es de hecho una toma de distancia de la Cosa. Si nos aproximamos demasiado a la cosa no hay obra de arte posible; el aire psíquico resulta irrespirable; no hay creación solo destrucción de la obra. Sin embargo, Lacan insiste en pensar la sublimación en su relación con la cosa. Trias: Lo ominoso como efecto del encuentro del sujeto con lo real mudo de la Cosa es la condición y al mismo tiempo el límite de lo estético.
Lo bello como barrera frente al vórtice del das Ding, parece retomar al Freud del poeta y los sueños diurnos, en donde reconoce al “verdadero arte poético”, la capacidad de hacer soportable lo repugnante y desagradable.
Sin embargo lo bello, para preservar su fuerza estética, debe estar en relación con lo real; la belleza es un velo apolíneo que debe hacer presentir el caos dionisíaco que pulsa en ella.
Lo bello nos acerca a la Cosa, y sin embargo nos mantiene separado de ella.
No existe una obra de arte que no implique una actividad sublimatoria, o bien una mediación, una defensa frente a lo real.
¿Qué significa la sublimación “como elevar el objeto a la dignidad de la Cosa”?
Elevar no es idéntico a exhibir o a mostrar. Elevar un objeto a la dignidad de la Cosa significa introducir un bordeamiento significante en torno al vórtice de la real.
La sublimación produce una vuelta al objeto, no tanto como resto de la operación significante que cancela a la cosa, que pone la cosa bajo la barra, sino más bien como índice de la cosa. La creación artística hace surgir el objeto sobre el vacio de esta “tachadura” significante como signo de ésta misma tachadura y de su ineludible residuo.
Lo que atrae el interés de Lacan es como del objeto se puede extraer la cosa, o si se prefiere, como la cosa subsiste ya en el objeto. Por consiguiente el objeto separado de su función de uso revela la Cosa, de lo cual eso es índice, pero más allá de sí mismo.
En el seminario VII Lacan se refiere principalmente a la dimensión aparentemente más cotidiana del objeto (manzanas, cajas de fósforos, los zapatos de campesino) para mostrar la acción de la sublimación artística como acciones de presentificacion-ausentificacion de la Cosa.
La obra de arte imita los objetos que representa pero solo para extraer un sentido nuevo, inaudito, irrepresentable. En este sentido ahora el objeto representado está, no tanto en relación con el objeto de la naturaleza, sino en relación al vacio de la cosa
Manzanas, zapatos, cajas de fósforos; la estética del vacío sustrae el objeto “renovado” del imperio mundano de la utilidad, para indicar a través del objeto, pero mucho más allá de cualquier lógica de lo útil, el vacío central de la Cosa.
La segunda estética: la estética anamórfica
La segunda estética es una estética anamórfica, y tiene su punto de condensación  en el seminario XI.
La segunda estética  teoriza fundamentalmente el arte como encuentro anamórfico con lo real: su criterio no es lo bello como barrera simbólica en nuestras confrontaciones con el horror (estética del vacío), sino la “función cuadro” como función que presentifica lo irrepresentable: punctum que agujerea la función studium.
En este seminario el goce aparece localizado, bordeado estructuralmente, mediante la operatividad de la castración simbólica que lo distribuye, fragmentándolo, sobre los bordes de los orificios pulsionales del cuerpo del sujeto.
El arte ya no es convocado a ejercer una función de organización y bordeamiento de lo real, sino que más bien hace posible justamente el encuentro con lo real. Es más una estética de la tyche que una organización del vacío. El acento no está puesto  más sobre el objeto cotidiano de los cuales se extrae la Cosa sino más bien sobre el objeto anamórfico (suspendido y oblicuo) como aquello que opera una ruptura ominosa de lo familiar.
Lacan define un criterio estético para discriminar aquello que es arte de aquello que no lo es. Hay una obra de arte solo donde está en acto la “función cuadro”.
Dos significaciones de la “función cuadro”
1)      Referencia a la Tyche: la capacidad de producir un encuentro con lo real. Este encuentro invierte la idea de aprehender la obra. No es el sujeto el que  contempla la obra, sino es la exterioridad de la obra que aferra al sujeto. Ahora este “ser atrapado” por la obra no es una caída del sujeto en el vórtice de la cosa. Lacan hacer referencia más bien a un placer del ojo, al ser atrapado por el cuadro como una experiencia estética de abandono, pacificación, como una deposición de la mirada. Efecto apolíneo, pacificante de la pintura.
2)      Problema de la figurabilidad misma del sujeto. La función cuadro no proporciona una representación del sujeto, sino más bien una representación del límite de su posibilidad de representación. La “función mancha”. Esta última muestra al sujeto como entregado a la mirada del Otro, a una mirada que viene desde afuera y subvierte la idea clásica del sujeto como artífice de la representación. El más allá  de la representación tiene como presupuesto el hecho de que el punto de perspectiva está ubicado  fuera del sujeto. No es el sujeto que mira es el Otro que mira al sujeto. La mancha es una función de aniquilación del sujeto de la representación, puesto que conmociona el ser del sujeto y lo aniquila.
Hay obra de arte  cuando hay encuentro con la mancha, con aquello que agujerea el marco puramente representativo de la organización semántica de la obra.
La función cuadro revela en última instancia  al sujeto mismo como función mancha, como imposible de reconocerse, como exceso excluido de la captura del significante. El punto ciego de la visión tiene que ver justamente con este exceso constitutivo. El sujeto es el lugar de la representación  que, sin embargo, no puede representarse a sí mismo.
Cómo lo logra: por medio de la deconstrucción del marco  de la representación, la función mancha activada por la función cuadro para hacer posible el encuentro con lo real. La estética anamórfica es una estética que hace surgir una discontinuidad real a partir de la mancha en la visión.
Holbein: La aparición del real encarnado en el objeto anamórfico de la cabeza del muerto no adviene a través de una hermenéutica simbólica, sino más bien por la vía de una deconstrucción formal. El punto opaco de la calavera aparece en el centro de la obra como “función mancha”
La tercera estética: La estética de la letra.
La tercera estética de Lacan es la de la letra. Aquí el real no está más en relación al abismo de das Ding, y ni siquiera se configura como un resto localizado, parcializado, capturado en el detalle en exceso de la figura anamórfica. La tercera estética es una estética de la singularidad. Al centro está la función del cuadro como función de la letra. La letra es el encuentro contingente con aquello que siempre ha estado, con la esencia como lo “ya estado”. Se trata de una nueva  teoría del encuentro.
En la tercera estética una nueva teoría del encuentro nos conduce hacia la dimensión singular del acto como modalidad de separación del sujeto de la sombra simbólica del Otro.
En el apólogo de la lluvia narrado por Lacan en Lituraterra el encuentro es une efecto del clinamen que oficia como rasgo singular de la universalidad del significante. El encuentro de la lluvia que cae sobre la tierra, liberada de la nube del significante, produce una erosión, deja un trazo, de la impronta singular. La letra no es aquí, como era en el fondo  en la teoría de la alienación significante que orienta el seminario XI, el significante que mortifica el cuerpo viviente, aquello que lo incide. La tercera estética se concentra sobre la emergencia –a través del encuentro contingente- de la singularidad, de la traza singular, irreductible a la universalidad del significante: impronta única, signos irrepetibles se diseñan sobre la tierra en el limita –el litoral- entre significado y goce.
En el apólogo lacaniano de la lluvia la traza depende de la universalidad de la nube del Otro de la cual llueve significado y goce, pero su existencia material sobre la tierra es un hecho absolutamente singular: fruto de una contingencia inasimilable a cualquier determinación significante. Este es el valor del ideograma oriental: una escritura que prescindiendo totalmente de lo imaginario, resulta vinculada al gesto singular, a lo irrepresentable del ejercicio caligráfico, en el cual, precisamente, “la singularidad de la mano destruye lo universal”
Doble estatuto de la singularidad:
-         Absolutamente necesaria: es absolutamente necesaria la caída de la lluvia que manifiesta la acción del Otro-
-         Absolutamente contingente: la impronta singular que no puede ser reducida a un epifenómeno de esta caída –no es más el efecto lineal de una causa determinística-.
La tercera estética tiene como presupuesto un significante suelto en la cadena, una no articulación, un absoluto singular excéntrico a la universalidad del significante. Mientras  en la primera estética el exceso irreductible de real se constituye en la Cosa, el arte se manifestaba como su organización significante, y en la segunda estérica este exceso es todo interno al obra (es su punctum ominoso – éxtimo) en la tercera estética esto se manifiesta en la singular, que se revela marcado por la repetición, por la necesidad de la repetición, de una repetición  que se entrelaza con la contingencia más pura. El exceso de lo real –irreductible al significante- se manifiesta  en la singularidad de la letra como destino.
En este sentido, la tercera estética encuentra su solución más eficaz en la experiencia del pase y en la escritura del poema subjetivo que este comporta.


Retomamos el seminario 16, Capìtulo XIV  “Las dos vertientes de la sublimación”
Página 211: “Lo importante es que algo aquí se parece a la Cosa, esa Cosa que hice hablar en su tiempo con el título “La cosa Freudiana”. Por eso le damos rasgos de mujer cuando en el mito la llamamos la verdad. Solo que no hay que olvidar, y ese es el sentido de estas líneas en el pizarrón, que la Cosa seguramente no es sexuada. Es probable que esto sea lo que permite que hagamos el amor con ella, sin tener la menor idea de lo que es la Mujer como cosa sexuada
¿Qué quiere decir que la cosa no sea sexuada?  ¿La cosa es la mujer? ¿Se parece a la cosa?
Página 208: “La mujer en su esencia, si es algo, y no sabemos nada al respecto, está tan reprimida para la mujer como para el hombre. Y lo está doblemente. En primer lugar  porque el representante de su representación está perdido, no se sabe qué es la mujer y si a continuación se recupera este representante es objeto de una Verneining”.
No hay relación sexual, no se sabe qué es la mujer. La mujer tiene domicilio desconocido. Salvo por las representaciones.  Por eso “parece” la cosa
La idea de la sublimación en tanto elevar el objeto a la dignidad de cosa no quiere decir que el objeto  sea la cosa sino que lo parezca. Es decir, tomar al objeto y organizarlo de tal forma que evoque o connote la dimensión cosa.
Que se parezca a la cosa, después de lo que estuvimos diciendo, quiere decir  que se parezca a la pérdida de la cosa.
Un ejemplo de esto es el cuadro de Magritte, la sublimación es escribir al lado de la representación de un objeto “esto no es una pipa”. Magritte dice, al escribirlo, se parece a la cosa, pero no es la cosa.
Referencia al libro de Foucault “Esto no es una pipa”.

La mujer como representante se parece a la cosa.
La mujer es sexuada, la cosa no.
1) Entrar en el circuito falo-castración haría devenir a la cosa sexuada.
2) La degradación. En tanto entra en la sexuación, hay degradación.
Pregunta : ¿es Cosa y se degrada en sexuada o es Ideal y se degrada en sexuada? El Ideal no es lo mismo que la cosa…
Entonces hay que ver la relación de la Cosa y el Ideal.
Freud planteaba que Sublimación e Idealización son dos caminos distintos. La idealización supone otro destino pulsional que la sublimación, supone la represión.
El amor cortes es una pista para hacer a la mujer inaccesible, sin tener la menor idea qué es la mujer como cosa sexuada. Entonces al hacerla intocable a la mujer, en términos del amor cortes, yo la hago asexuada. La cosa seguramente no es sexuada. Porque si es sexuada la degradé y la toqué. Si es sexuada la degradé, entonces la pude tocar. La transforme de “A” a “a”. Entonces, el amor cortes es “la mujer es inaccesible”, la “hago” inaccesible, la transformo activamente. Es un circuito que genera una inaccesibilidad central.
Hay un libro de Flaubert  “La educación sentimental”, en este libro un tipo hace efectivamente el amor cortés, es decir, se enamora locamente de una mujer, Madame Arnoux, una mujer casada. El marido al que él odia, tiene amantes y este tipo de acuesta con estas amantes pero nunca con Madame Arnoux.
Si la mujer entra en la economía de Falo-Castración se sexualiza, entonces se degrada.
Si la mujer queda idealizada, que puede estar idealizada (¿Es inaccesible por Ideal o por Cosa? ¿Por qué plantearlo millerianamente en términos de una cosa o la otra?) Si yo idealizo una mujer y toda mi actividad está en disposición de no tocarla, de girar alrededor de ella, girar alrededor de ella pero no tocarla. Y decir “este es el amor de mi vida”, es hacer que se parezca a la Cosa. La sublimaste, la elevaste a la dignidad de Cosa. Elevarla a la dignidad de Cosa es quitarla de la lógica Falo-Castración.
Esto es lo que pasó entre Kierkegaard y Regina, eso le permitió escribir “La repetición”.
Siempre que planteamos idealización planteamos por un lado la represión y por otro la sublimación. Ahora se nos juntaron. ¿Por qué? Porque si yo idealizo a una mujer tanto es así que no la toco, si no la toco se parece más a la Cosa, tiene una representación, por lo tanto se me aparece en una forma negada, todo lo que venimos viendo en el texto. Entonces no es que la sublimación y la idealización están tan lejos. Parece que para no acceder a una mujer hay que idealizarla, y efectivamente en el amor cortes la dama es la dama del pensamiento.

Hernán Pasicel

Seminario 11 Clases 12 a 15



Cap. 12 La sexualidad en los desfiladeros del signifante

        La transferencia es la puesta en acto de la realidad del inconsciente.


        La libido para Freud es la presencia como tal del deseo. Deseo que no es sustancia, que está presente en el proceso primario, y que rige hasta el modo en que hemos de abordarlo. P 159.
        Con el análisis debe revelarse lo tocante a ese punto nodal por el cual la pulsación del inconsciente está vinculada con la realidad sexual. Este punto nodal se llama deseo (y el deseo se situa en la dependencia de la demanda) p160
Desidero es el cógito freudiano. A partir de allí, necesariamente, se instaura lo esencial del proceso primario.
        A partir de 8 interior: Inscribo en el punto donde el lóbulo definido como campo del desarrollo del inconsciente recubre y oculta al otro lóbulo, el de la realidad sexual. La libido pareciera ser, entonces, lo que pertenece a ambos. Pero ese sector es, en verdad, un vacío.


Cap. 13
Desmontaje de la pulsión
        En la experiencia encontramos algo que posee el carácter de lo irrepresible aún a través de las represiones –por lo demás, si ha de haber represión es porque del otro lado algo ejerce una presión. Pag 169


        ¿Pertenece la pulsión al registro de lo orgánico? ¿Se trata de una noción simple que se completa con la referencia a una trabazón de esta inercia que sería la fijación? P 169


        No creo que sea así. La pulsión no es el empuje (Drang). En Pulsiones y destinos: Drang-empuje, Quelle-fuente, Objekt-objeto, Ziel-meta. P 170


        Mi propósito es probar que todo el texto se empeña en demostrar que no es tan natural como pudiera creerse. P 170


        Freud propone mito, que voy a descartar para tomar Konvention, que se aproxima más a lo que está en juego y que designaré mediante ese término de Bentham, una ficción.


        Esos 4 términos solo pueden aparecer disyuntos. P171
        El empuje: una simple y llana tendencia a la descarga, el Qn del Proyecto. Pero se trata de un estímulo interno. Pero no se trata de necesidades como el hambre y la sed.
¿Se trata de una irrupción de lo real en su estado de conjunto? ¿Está en este caso involucrado el ser viviente? No.
Se trata del Real Ich, cuyo soporte no es el organismo entero sino el sistema nervioso.
        La característica de la pulsión es la de ser una fuerza constante. Esta constancia impide cualquier asimilación de la pulsión a una función biológica, la cual siempre tiene un ritmo.


172
        ¿Qué quiere decir la satisfacción de la pulsión? Me dirán que es llegar a su Ziel, a su meta.
173 Objeción: una de las vicisitudes de la pulsión es la sublimación, que es también satisfacción a pesar de que la satisfacción está inhibida en su meta (zielghemmt)
        El único alcance de la función de la pulsión para nosotros es poner en tela de juicio este asunto de la satisfacción.


        Es evidente que los pacientes no están satisfechos con lo que son. No obstante sus síntomas tienen que ver con la satisfacción. Satisfacen a algo que sin duda va en contra de lo que podría satisfacerlos, lo satisfacen en el sentido de que cumplen con lo que ese algo exige. El asunto está en saber qué es ese Se que queda allí contentado.


        Hasta cierto punto penan demasiado. 174 Este penar de más es la única justificación de nuestra intervención. Entonces no puede decirse que en lo que toca a la satisfacción no se alcanza la meta. Sí se alcanza.


        Sabemos que la forma de acomodo entre lo que anda mal y lo que anda bien constituyen una serie continua. En el análisis tenemos ante nosotros un sistema donde todo se acomoda y que alcanza su propio tipo de satisfacción.


        Esta satisfacción es paradójica. Allí entra en juego la categoría de lo imposible. El camino del sujeto –y aquí pronuncio el único término en relación al cual puede situarse la satisfacción-, pasa entre dos murallas de imposible. Como lo opuesto a lo posible es lo real, tendremos que definir lo real como lo imposible.
        En Freud, lo real aparece como el obstáculo al principio del placer. Lo real es el tropiezo, el hecho de que las cosas no se acomodan de inmediato.


175 En cierto modo, al dar con su objeto la pulsión se entera de que no es así como se satisface. Ningún objeto de ninguna necesidad puede satisfacer la pulsión. La boca no se satisface con comida sino con el placer de la boca.
        Freud lo dice: el objeto es indiferente, no tiene ninguna importancia. Al objeto (a) la pulsión le da vuelta, lo contornea. 176 Tour: punto al cual se gira, y trick, juego de manos


La fuente: ¿Por qué las zonas llamadas erógenas se reconocen sólo en esos puntos que para nosotros se diferencian por su estructura de borde? ¿Por qué se habla de la boca y no del esófago o del estómago? Estos participan también de la pulsión oral. Pero en lo que respecta a lo erógeno hablamos de la boca.


        La pulsión se parece a un montaje, como algo sin ton ni son, un collage surrealista.
177 En Freud verán a cada rato, sin transición, el salto entre las imágenes más heterogéneas entre sí.


        ¿Cómo puede decirse simple y llanamente, como lo hace Freud, que el exhibicionismo es lo contrario del voyerismo, o que el masoquismo es lo contrario del sadismo? Freud formula esto como si el sujeto y el objeto gramaticales fueran funciones reales. Es fácil demostrar que no es así.
Pero, en torno a este juego Freud nos hace vislumbrar algo de la esencia de la pulsión que definiré la próxima vez como el trazado del acto.



Cap. 14 La pulsión parcial y su circuito
        182 Pulsiones y sus destinos está dividido en dos vertientes –en primer lugar, el desmontaje de la pulsión- en segundo lugar, el exámen del das Lieben, en el acto de amor.


        Freud formula expresamente que de ninguna manera puede considerarse al amor como representante de lo que él mismo interroga con el término die ganze Sexualstrebung, o sea, la tendencia, las formas, la convergencia del esfuerzo sexual, en tanto sea algo que culmine en Ganze, un todo susceptible de ser aprehendido, y que sintetice su esencia y su función.


        Respecto de la reproducción las pulsiones son pulsiones parciales.


        La pulsión es el montaje a través del cual la sexualidad participa en la vida psíquica, y de una manera que tiene que conformarse con la estructura de hiancia característica del inconsciente.
       
183 La sexualidad se aloja en el intervalo entre los significantes.


184 La sexualidad pasa por las redes del sgte, sólo se realiza mediante pulsiones parciales respecto de la finalidad biológica de la sexualidad.
        La integración de la sexualidad a la dialéctica del deseo requiere que entre en juego algo del cuerpo que podríamos designar con el término aparejo –entendido como aquello con lo que los cuerpos pueden aparejarse en lo que toca a la sexualidad, que ha de distinguirse de aquello con lo que los cuerpos pueden aparearse.


185 Freud nos presenta la pulsión con sus tres voces: activa, pasiva y media. Desde el comienzo se da cuenta del vaivén de la pulsión en su reversión fundamental, en su carácter circular.


186 …lo nuevo es ver aparecer un sujeto. Este sujeto es propiamente el otro. Sólo con su aparición en el otro puede ser realizada la función de la pulsión.


Pregunta por la meta de la pulsión. Introduce del inglés dos términos: el Aim, como trayecto, y el Goal como haber marcado un punto.
        La meta de la pulsión no es otra que su regreso en forma de circuito: boca que se besa a sí misma.


187 Hay algo que nos obliga a distinguir esta satisfacción del puro y simple autoerotismo de la zona erógena, y es el objeto, que no es otra cosa que un hueco, un vacío que cualquier objeto puede ocupar.
        El objeto a no es el origen de la pulsión oral. No se presenta como el alimento primigenio, se presenta porque no hay alimento alguno que satisfaga nunca la pulsión oral, a no ser contorneando el objeto eternamente faltante.


        El paso de la pulsión oral a la pulsión anal no es producto de un proceso de maduración, es el producto de la intervención de algo que no pertenece al campo de la pulsión –la intervención, la inversión de la demanda del Otro.


188 Esta articulación nos lleva a considerar la manifestación de la pulsión el modo de un sujeto acéfalo, pues todo en ella se articula en términos de tensión, y su relación con el sujeto es tan solo de comunidad topológica.  Articulé el inconciente como algo que se sitúa en las hiancias que la distribución delas investiciones significantes instaura en el sujeto, figuradas en el algoritmo como el rombo ◊  que coloco en el centro de toda relación del inconsciente entre la realidad y el sujeto. Pues bien, la pulsión desempeña su papel en el funcionamiento del inconsciente debido a que algo en el aparejo del cuerpo está estructurado de la misma manera, debido a la unidad topológica de las hiancias en cuestión.


190 Freud pregunta ¿en qué momento vemos introducirse la posibilidad del dolor en la pulsión sado-masoquista? Posibilidad del dolor padecido por lo que en ese momento se ha convertido en sujeto de la pulsión. Es el momento, dice Freud, en que el lazo se ha cerrado, en que ha habido una reversión de un polo al otro, en que el otro entró en juego, en que el sujeto se tomó como término, terminal, de la pulsión. En ese preciso momento entra en juego el dolor en la medida en que el sujeto lo padece del otro.
…el camino de la pulsión es la única forma de transgresión permitida al sujeto con respecto al principio del placer.
        El sujeto se dará cuenta de que su deseo no es más que un vano rodeo para pescar, engarzar, el goce del otro –en la medida en que al intervenir el otro, el sujeto se dará cuenta de que hay un goce más allá del principio del placer.



Cap. 15 Del amor a la libido
195 En el sujeto que, alternativamente, se muestra y se esconde, según las pulsaciones del inconsciente, solo captamos pulsiones parciales.


196 Freud pone de un lado las pulsiones parciales y del otro lado el amor.


198 El nivel del Ich es no-pulsional, y en él Freud funda el amor.


200 Así el campo del amor se encuentra dentro del marco del narcisismo.
201 La sexualidad como tal hace acto de presencia, ejerce su actividad propia, por intermedio de las pulsiones parciales, aunque esto parezca paradójico.
A través del recorrido circular de la pulsión alrededor del objeto el sujeto llega a alcanzar la dimensión del A.


Hay una distinción entre amarse a través del otro y la heterogeneidad que se circunscribe entre el ida y vuelta de la pulsión.


202 A la reversibilidad propuesta por Frued, Lacan agrega para la pulsión el hacerse.


203 Consideremos la pulsión oral ¿Qué es?  Se habla de fantasmas de devoración, hacerse engullir. Éste es el término otrificado de la pulsión oral, que linda con todas las resonancias del masoquismo. La pulsión oral es el hacerse chupar, es el vampiro.


¿No parece como si la pulsión, en esa vuelta al revés que representa su bolsa, al invaginarse a través de la zona erógena, tiene por misión ir en busca de algo que, cada vez, responde en el Otro?


204 Opone a la fábula de Aristófanes la laminilla. Es una cosa que pierde el feto al nacer, extraplana y se desplaza como la ameba.
Es algo que está relacionado con lo que el ser sexuado pierde en la sexualidad. Como la ameba es inmortal porque subsiste a todas las divisiones y su carrera no se detiene.
Este órgano que se caracteriza por no existir es la libido. Es la libido como puro instinto de vida irreprimible. Es justamente lo que se le sustrae al ser sexuado al estar sometido a al ciclo de la reproducción sexual. Y de esto son los representantes, los equivalentes todas las formas enumerables del objeto a.
211 La relación con el Otro hace surgir, para nosotros, lo que representa la laminilla –no la polaridad sexuada, la relación de lo masculino con lo femenino, sino la relación del sujeto viviente con lo que pierde por tener que pasar por el ciclo sexual para reproducirse.
        Así explico la afinidad esencial de toda pulsión con la zona de la muerte y concilio las dos caras de la pulsión –la pulsión que, a un tiempo, presentifica la sexualidad en el inconsciente y representa en su esencia, a la muerte.


208 Coincido con Freud cuando distingue la reciprocidad en el campo del amor (amar y ser amado) y la pura actividad en el campo de la pulsión. Sólo se trata de pura actividad para el sujeto.

Marcelo La Valle

Sutilezas analíticas, lectura del curso de J. A. Miller


I Retorna a Lacan
La inversión lacaniana
        La fórmula todo el mundo es loco plantea como radical la inadecuación entre lo real y lo mental, e implica que de lo real solo se pueda no decir la verdad, solo se pueda mentir.


        Lo que Lacan llamó sinthome es el nombre de lo incurable.
Lo que no puede desaparecer y es constante.


        La inversión que Lacan aportó al psicoanálisis consistió en elaborar el psicoanálisis puro; desaparece la preocupación terapéutica y puede entonces darse de lleno la dinámica propia del análisis.


La lengua del Otro
        Se refiere aquí a la terapeutización orientada al bienestar de la sociedad que pediría el Ministerio de Salud que sostiene los distintos espacios asistenciales.


Clínica del sgte amo
        El discurso del amo supone una identificación del sujeto por un sgte amo.
Sobre la base de estos sgtes amo (obesidad, depresión), se pone a trabajar el saber, S2.
El problema es que hay un elemento que sigue siendo inasimilable, que se ve rechazado por este discurso.
        En el discurso del analista esos sgtes amos son, por el contrario, rechazados, el sujeto está virtualmente despojado de ellos. Por ello Lacan llamó el reverso del psicoa al discurso del amo.


Sutilezas
        En la última enseñanza lo real pasó a primer plano porque no puede ser relevado por lo simbólico. El punto de partida del nudo borromeo es la ruptura, la fractura, entre lo simbólico y lo real, y lo imaginario tiene como función anudarlos.


        En el ¨Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI” Lacan pregunta si hay otra razón que impulse a ser analista que “recibir lo que comúnmente llaman ´pesos”


        Hay un agujero entre los conceptos fundamentales del psicoa organizados como estructura y lo que es contingente; así un caso particular es una sutileza analítica.


        Propone pragmática, puesto que en psicoa el saber hacer tiende a suplantar al saber.



II ¿Hacia dónde va el psicoanálisis?
        Pascal sabía que no todo era geometría, que no todo se deja tratar como matema


No hay salud mental
        Toma el texto de Freud “La sutileza de un acto fallido” para ubicar cómo Freud comete un acto fallido allí donde va a regalar algo que no quiere ceder. “¿Qué regalo sería aquel que no nos diese o procurase un poco de pena dar?


        El hombre es un animal enfermo, pertenece a la esencia del hombre ser enfermo.
        Nada de lo que haga es natural porque reflexiona. Su esencia es no coincidir con su ser: su para sí se aleja de su en sí. Este en sí es su gozar.


        La ausencia de relación sexual invalida toda noción de salud mental y de terapéutica como retorno a la salud mental.
Se opone a la salud mental, la erótica; el aparato del deseo, que es singular para cada uno, objeta la salud mental.
El discurso del amo siempre quiere lo mismo, quiere el como todo el mundo. El psicoa se sostiene por el deseo del analista de dar lugar a lo singular del Uno.


El falso psicoanálisis
        Si el verdadero psicoa apunta a la causa del deseo en su singularidad, el falso psicoa es el que se piensa como terapéutico. La acción analítica es terapéutica en la medida en que reconcilia con el goce.


Un olvido del acto
        El acto analítico consiste en autorizar el hacer del sujeto; es liberar la asociación, la palabra de lo que la constriñe, para que discurra libremente.
        El acto analítico consiste en la suspensión de cualquier demanda de ser.


III Posición del analista
Omisión
        Freud en una carta a Hollos, reconoce que no le gustan los enfermos de hospicio (eso, se dice, lo hace un mal psiquiatra)


        Cuando intentamos pensar como psicoanalistas, resulta con todo muy ventajoso que sigamos en relación con nuestro yo no quiero saber nada de eso, simplemente porque es algo que no se agota nunca. Freud está en su vida cotidiana en relación con su yo no quiero saber nada de eso, así como Lacan decía que lo estaba y que su enseñanza resultaba de esa relación.


Entusiasmo
        El entusiasmo no conviene al psicoanalista porque es el olvido del inconsciente, es un comprendemos, ¡ya está! Con el nombre que es posible comprender completamente, con el nombre de Dios: en theós, en dios.
        Mantener la relación con su yo no quiero saber nada de eso es verdaderamente antinómico con la cultura del entusiasmo.


Desapego
        Si el entusiasmo no le sienta bien al analista, entonces debería ser apático, frío como un pescado. O debería funcionar mediante el hastío. El hastío no conviene, porque la curiosidad es necesaria. Entonces ¿Cuál es el afecto que lo favorece?
        De los antónimos de entusiasmo prefiero: el desapego; Haz lo que hay que hacer, trata de hacerlo bien, pero con apatía, alejado de las pasiones.


        El desapego conviene al analista dado que el acto consiste en despegar sgdo de sgte; no se sabe lo que algo quiere decir para el otro, qué significaciones acumuló en su historia.
No hay palabra que no esté tergiversada por el hecho de que alguien la pronuncia.


        Hay una satisfacción intrínseca a lo que llamamos comprensión –comprender es un efecto de satisfacción. Lo que produce sentido está siempre determinado por el goce, modo singular de goce de un sujeto.


¿Por qué se hacen regalos a una mujer?
        Retoma el acto fallido de Freud y la última interpretación de éste: “No tengo ganas de regalar esta piedra porque me gusta mucho a mí; las reservas de esta especie sólo aumentan el valor de un regalo” Estamos en verdad muy cerca del plus de gozar, hay un suplemento.


IV Todo el mundo es loco
Inconstancia y fijación
        La destinataria del regalo de Freud sería Dorothy Burlingham, amante de su hija. Miller interpreta entonces que el ser tachado el bis denota el rechazo de Freud por esta situación. No invalida la interpretación anterior que implicaba no dar a esta mujer (como es esperma que se retiene)
        Las interpretaciones en análisis no se sustituyen unas por otras, se agregan, se acumulan, se estratifican, se sedimentan, lo cual es correlativo de lo que se percibe de la estructura del inconsciente.


        Sobre la base de la inconstancia se destacan los puntos de fijación. La inconstancia no pone reparos a la repetición.


El concepto de salud
        Canguilhem propone que la salud es la verdad del cuerpo; quiere decir que no hay Universal de la salud como verdad del cuerpo, lo único Universal de la salud es la salud social.


        La enfermedad es la verdad del hombre; el síntoma es la verdad del hombre.


        El ideal de salud mental para el sistema de hoy sería llenar el cuestionario que propone la máquina, para a la salida del programa saber qué tipo de trastorno y medicación es la conveniente.


Fronteras móviles
        La salud como verdad implica como trasfondo la adecuación de la palabra a la cosa.


        En la psicosis, donde lo real habla, se trata de persuadir al sujeto de que lo real miente para mantener la verdad a raya.
        La inhumanidad del analista se sostiene en apuntar a: Allí donde sufres tú gozas.


        En la última enseñanza la distinción neurosis-psicosis se refleja como una tipología de dos modos de goce cuyas fronteras parecen, en este nivel, singularmente móviles. La distinción neurosis-psicosis es operativa a nivel sgte, pero lo es mucho menos a nivel de los modos singulares de gozar. En este último nivel todo el mundo está loco puesto que lo real miente a todo el mundo.
        Así el concepto de sinthome borra las fronteras entre síntoma y fantasma, entre neurosis y psicosis.


Lo terapéutico y lo analítico
        Los 4 conceptos se pueden asociar de a pares: inconsciente transferencial que es el inconsciente de la interpretación. Por otro lado la pareja repetición-pulsión que prepara lo que llamará sinthome como modo de gozar.
        A partir del sinthome ¿se sostiene la diferencia entre psicoterapia y psicoa?


        El dispositivo analíticoes intrínsecamente un empuje a la verdad, está en su naturaleza hacer vacilar los semblantes a su paso, los sacude, y apunta al deser, que se escribe $, a la desidentificación; es decir, el punto en que el sujeto puede probar su propia contingencia, lo que él mismo tiene de azaroso. La psicoterapia tiende a respetar los semblantes en la medida que éstos le permiten al sujeto circular, llegando al punto de inventar semblantes a medida.


V Clínica del sinthome
¿Qué es la clínica?
        La clínica tiene lugar clásicamente a los pies del lecho del paciente y es esencialmente un arte de clasificar los fenómenosa partir de signos e índices previamente catalogados. Consiste en un ejercicio de planificación, de clasificación y de objetivación.


        Las estructuras clínicas, en el sentido clásico de Lacan agregan a las clases la causa, y de este modo se desprende de la descripción que yo llamaba objetivante.
       
        Respecto de la estructura, los síntomas tienen el sentido de lo que aparece, lo que se manifiesta. El concepto de estructura fue depurado, simplificado cuando Lacan promovió el concepto de discurso, con el que redujo a 4 los elementos articulados.


De la contingencia a la articulación
        La práctica del psicoanálisis cambia de acento. Se trata de conducir la trama de destino del sujeto de la estructura a los elementos primordiales, fuera de la articulación, es decir, fuera del sentido. Se trata de conducir al sujeto a los elementos absolutos de su existencia contingente. La función de la interpretación cambió, y ya no consiste en proponer otro sentido, en dar vuelta el sentido manifiesto para revelar en este otro escondido. La interpretación se propone deshacer la articulación de destino para apuntar al fuera de sentido. De modo que es una operación de desarticulación.


Desabonado del inconsciente
        Por no haber tenido ningún testimonio de su inconsciente, Lacan infirió que Joyce no tenía relación con el inconsciente.
Lacan entonces inventa para decir lo que hay: el sinthome.


        Desabonado del inconsciente quiere decir simplemente que Lacan se dio cuenta de que no conmueve a nadie, no hace llorar a nadie, no hace palpitar el corazón de nadie, no concierne a nadie en nada, no los toca, no les mueve su objeto a. Lacan sostiene entonces que no juega con ningún equívoco capaz de conmover el inconsciente de nadie.
        Esto lleva a decir: aquí no hay incosciente!
        En su obra tenemos un producto que no vale más que para uno solo. Y en ese sentido, Lacan inventó el concepto de sinthome para designar lo singular, podemos decir, fuera de la clínica, fuera de la clasificación, lo singular en su carácter absoluto.


        Lo que creyó percibir Lacan es que hay sinthome en cada uno.
Joyce encarnó lo singular donde el común de la gente lo borra, se apresura a abonarse al inconsciente, y es ese momento se pone en marcha la máquina de fabricar sentido común, la máquina de fabricar equívocos capaces de perturbarlos profundamente en una multitud.


Lo que no cambiará
        Llega el momento en que Lacan renuncia a esta lógica del más allá, cuando la trascendencia que anima la lógica del deseo es reemplazada por un plan de inmanencia; es decir, una perspectiva donde el concepto de placer es reabsorbido en el goce, donde se opone a nivel del sgte, el de la sustancia gozante, y donde Lacan puede decir que la significancia, el orden del sgte, encuentra su razón de ser en el goce del cuerpo, que el sinthome está condicionado no por el lenguaje sino por lalengua, más acá de toda articulación. Esa puerta que Lacan entreabre en su seminario Aun culmina en su concepto de sinthome, que designa en su singularidad la sustancia gozante. El modo de gozar absolutamente singular es como tal irreductible.


        Adoptar el punto de vista del sinthome es saber que hay, que habrá lo que no cambiará, es un límite inaugural aportado al furor sanandi.


VI Singularidad
Tautología de lo singular
        El sinthome es lo que hay de singular en cada individuo.


        La singularidad es una categoría lógica, aunque es también una categoría de los límites de la lógica. Y es que, más allá de designarlo, ¿podemos hablar de los singular? Como tal, lo singular no se parece a nada.


        La pertenencia de un singular es un problema que atormenta a la clínica en relación con el diagnóstico, es lo que pone fácilmente en aprietos –si lo dejamos- al clínico en el control, y suele constituir lo más importante que se plantea ¿se trata de una psicosis o de una neurosis?


        Según el punto de vista diagnóstico Sócrates pertenece a una clase, pero según el punto de vista de lo singular, Sócrates es Sócrates, no se parece a ningún otro.


        Todo en un análisis está por obtenerse, como si nada por otra parte se hubiera establecido. Veo entonces aquí presente lo que para mí es la orientación hacia lo singular.
Bion está es esta misma línea, que lleva al límite cuando profesa en sus seminarios que el analista, en cada sesión, debe haber olvidado todo; no solo –como predica Freud- tiene que olvidar, dejar en suspenso los otros casos, sino incluso la sesión precedente de tal modo que cada encuentro, cada sesión, valga por sí misma. Se trata de una ruptura, una discontinuidad, llevada al extremo, que quiere sin duda acentuar el aspecto de acontecimiento, en el sentido del happening, de cada encuentro con el analista.


        Pero no solo hay esto en la práctica del psicoanálisis. En otra vertiente, en efecto, el analista es una memoria: recuerda los significantes que aparecieron, establece correlaciones, los articula, localiza repeticiones. Este trabajo de memorialista, de secretario del paciente, le permite identificar la zona donde podrá llevar su interpretación.


        El concepto singular no posee extensión. Su extensión, si se quiere, es un punto. Hay en verdad extensión cuando existen como mínimo dos puntos:
        Lo que Lacan llama Sinthome es por excelencia el concepto singular, ese que no tiene más extensión que el individuo.  …es la tautología de lo singular.


Lo incomparable
        Lo singular es como tal lo incomparable, no es el ejemplo, puede ser el paradigma –palabra que Lacan usa una vez y que nosotros promovimos a la categoría de lugar común- cuando lo desplazamos en una clase particular, la de los casos que se ordenan con este caso-faro, el caso referencia.


        Cuando se trata de lo singular, para captarlo, es imposible partir de definiciones y de principios o de estructuras que demuestren el caso por orden    …hay que sentir y juzgar con precisión, no se procede por la sucesión de razones, sino que es necesario, en términos de Pascal, ver súbitamente la cosa.
…lo singular requiere el instante de ver


        Desde el punto de vista de lo singular, la sesión analítica tiende en efecto a reducirse al instante, lo cual no se adecua al principio del time is money, y puede ser tachado de impostura por los que rechazan lo que atañe a la verdad. La verdad es que, para el parletre, el efecto de encuentro es instantáneo. Todo responde al acontecimiento, que debe ser encarnado, que es un acontecimiento corporal.


        El discurso analítico, la institución del psicoanálisis, confronta al analista con lo singular, y ¡cómo es insostenible! Se refugia en lo particular.
…la verdad es el abismo de lo singular.


        Un caso, es lo que cae, y en particular, lo que cae fuera de los sistemas y fuera del matema.


        Lo esencial es que esto no desmienta la teoría. Lo esncial es que se parezca a algo. Mientras que la virtud del caso, tal como lo entiendo, es precisamente no parecerse a nada.


Fuera de sentido
        El inconsciente mismo es una defensa contra el goce en su estatuto más profundo, que es su estatuto fuera de sentido.
        La metáfora paterna da cuenta de esto, de cómo el espíritu adviene al goce, cómo el sentido llega al goce.


        …traduce el modo en que el goce cobra sentido fálico, y el Nombre del Padre es esencialmente el operador que permite al goce adquirir sentido.


        La metáfora paterna resuelve el goce por el sentido común: cada vez que nos emocionamos, que algo nos conmueve, que eso nos dice algo, el falo está en el asunto, es el emblema del sentido común.


        El goce propio del sinthome es por el contrario, un goce que excluye el sentido, es el goce que no se deja resolver en la significación fálica y que conserva de este modo una opacidad fundamental. Sin duda Lacan intentó acercarlo, domesticarlo en forma de objeto a.


        Su última enseñanza distingue como dos órdenes no homogéneos el inconsciente y el sínthome. Sin duda él busca ahí la articulación en forma de nudo, que fue lo que exploró en El seminario 23, y lo que dio como programa justo antes cuando dice “El inconsciente se anuda con el sinthome”


        La orientación hacia lo singular no quiere decir que no se descifre el inconsciente, sino que esta exploración encuentra necesariamente un tope, que el desciframiento se detiene en lo fuera de sentido del goce, y que, al lado del inconsciente, donde eso habla, está lo singular del sinthome, donde eso no le habla a nadie.
        Por eso Lacan lo califica de acontecimiento en el cuerpo. No es un acontecimiento del pensamiento, no es un acontecimiento del lenguaje, es un acontecimiento del cuerpo. Falta aún saber de qué cuerpo. No es un acontecimiento del cuerpo especular, sino un acontecimiento del cuerpo sustancial, ese que tiene consistencia de goce.


VII
Tres modalidades del análisis


Un análisis que comienza
        Propone que la conciencia no es un lugar transparente y que para un análisis que comienza la intención es ubicar cómo aquello amorfo va tomando cierta morfología a través de lo que plantea como acontecimiento del pensamiento. Se pregunta allí cómo el acontecimiento del pensamiento se relaciona con el acontecimiento del cuerpo.
       
        Ubica como una operación fundamental del analista suspender su juicio moral para dar lugar a otro superyó, que sería aquel que impone decir la verdad. Propone que sostener cierto lugar de juicio moral retarda la confesión de las faltas del paciente, más bien les da el lugar de falta.


Transmutación de lo amorfo
        Un análisis que comienza está signado por la revelación de aquello que siempre se supo y se individualiza (idea de inconsciente como lo éxtimo). En un análisis que dura la revelación se hace escasa y da lugar a la repetición. Una repetición que confluye en el estancamiento. Lo que se espera, en realidad, es la retirada de la libido de algunos elementos ya revelados.


Un análisis que dura
        La pregunta preponderante del análisis que comienza (¿qué quiere decir eso?) palidece, tiende a borrarse, cuando el análisis dura ¿qué pregunta la reemplaza?: ¿qué satisface eso, de qué modo satisface?
        En un análisis que dura, el estatuto conceptual del goce se modifica. Hay un estatuto del goce que es el del exceso, el goce exceso. En este nivel, se aprende clásicamente a distinguir el placer y el goce. El placer traduce un estado de homeostasis que se rompe por un elemento, a, que sobrepasa los límites del bienestar y que realiza la confluencia del goce y el sufrimiento, de lo sublime y lo horrible. Lacan lo destacó en El seminario 11 y lo despejó en El seminario 16 con el nombre de plus de gozar.
        Pero hay un segundo estatuto del goce, que comienza con El seminario 20: el goce-satisfacción, se trata del restablecimiento de una homeostasis superior. Hay un funcionamiento que incluye el exceso, que lo vuelve rutina, y es eso lo que Lacan llama sinthome.
        Si el inconsciente transferencial es ficcional, relativo a la transferencia con el analista ¿Cómo se orienta un análisis, con qué articulación entre ficción y goce?
Lo que surge al final como una indicación de lo que puede ser un análisis que termina es cómo puede asociarse el testimonio de historia con el de satisfacción del final del análisis.


VIII
El pase del parletre
Doctrina clásica del pase
        Propone que el objeto a deber permitir llevar el análisis más allá de las conclusiones de Freud en Análisis terminable e interminable. Recuerda la crítica que Lacan le hace a Freud en el Seminario 11,  respecto de que con su deseo impidió pensar el análisis más allá de la envidia del pene.


        Ubica al deseo del analista como una x que estando en el lugar de la significación última sostiene el análisis. Es como si el deseo del analista tradujera la pregunta: ¿Qué quiere decir todo esto?
Recuerda que en la proposición Lacan ubica como respuesta a esta pregunta en un fin de análisis:
1.      No hay nada más que un vacío en ese lugar (subjetivación de la castración, o más delante del No hay relación sexual)
2.      La solución positiva sería el aislamiento de la función a minúscula


Al final del análisis el analizante está situado como sabiendo, es
un sabio de su deseo: sabe lo que causa su deseo, conoce la falta en que se enraíza su deseo y conoce el plus de gozar que obtura esta falta.


La satisfacción del final del análisis
Avanzada la enseñanza de Lacan va dejando de lado el
concepto de saber. En el Seminario XX propone el lenguaje como una elucubración de saber sobre la lengua. Progresivamente toma un lugar principal la idea de verdad mentirosa.


        En el fin del análisis hay satisfacción. La satisfacción es lo que debe orientar ya que todo el curso del análisis se despliega en el mal estar, en la incomodidad.


        La operación analítica se nos aparece como jugando contra el inconsciente, como ocupándose de restituir sentido a lo que ,en primera instancia no lo tiene. Si limpiamos el inconsciente de la atención que circula a su alrededor, éste es real. Se trata del inconsciente a ras de las formaciones del inconsciente.


Imposibilidad de hysterización
        Que el inconsciente sea real significa que no es simbólico o que, incluso, cuando se vuelve simbólico, se vuelve otro. Por eso sostenemos que la operación analítica hace pasar el inconsciente de lo real a lo simbólico, lo hacer pasar de la verdad a la mentira.


        Ubica a la transferencia emparentada con la histeria en el punto en que el sujeto responde al deseo del Otro de que se diga la verdad. Allí el sujeto cuenta una hystoria: una elucubración que pertenece al registro de la verdad por cuanto tiene estructura de ficción.
        Pero no solo se trata de una buena historia. El criterio de este bien decir frente a lo real es en definitiva saber lo que se satisface.


        Un analista sería alguien que sabría medir la distancia entre verdad y real, y de este modo sabría instituir la experiencia analítica, esto es, la histerización del discurso. Simplemente ya no es el pase del sujeto supuesto del saber, es el pase del parletre. Y el pase del parlêtre no es el testimonio de un éxito, sino de cierto modo del fracaso.


IX La verdad mentirosa
Efecto de verdad
        La noción de que la verdad es mentirosa implica la idea de efectos de verdad, cuya causa es la articulación de significantes.


        Lacan traducía la necesidad como un no cesa de no escribirse, de allí su definición de real. Miller hace una diferencia con la contingencia, proponiendo lo real como lo contingente: lo que cesa de ser imposible. O sea lo que cesa de no escribirse y no se sabe cuando. Como ejemplo ubica aquí la emergencia sorpresiva del inconsciente (real).
        En ese lugar, en la transmutación de la contingencia en necesidad, se insinúa la verdad mentirosa. En el fondo, esto es lo que siempre se llamó en psicoanálisis: racionalización, recargar lo descabellado con una mentira racional, una mentira que produce sentido.


        Puesto que el deseo del analista toma la forma del ¿Che vuoi? podría pensarse que esto traduce un: quiero sentido (que tenga sentido, que se organice, que se cuente, que se verifique)


Por el Goce
        Pero como respuesta no se puede nombrar el deseo, más bien se obtiene un Aquí hay goce, en todo caso un goce articulado. De ese modo el sinthome está allí para producir goce.


        El pase es lo que responde a la urgencia, es el antónimo de la urgencia. El pase tiene lugar cuando no hay más urgencia, cuando de mi modo de gozar, como tal invariable, que no puedo atravesar –a diferencia del fantasma-, logré extraer una satisfacción que apacigua mi urgencia, mi preocupación, mi lo que me fuerza a analizarme. Así el lenguaje no está hecho para el sentido y la verdad, el lenguaje e Por el Goce.
        Entonces cuando Lacan lo inventó, el sujeto del pase era supuestamente el sujeto separado de su goce, el sujeto que pudo objetivarlo, distanciarse de él. El pase del parlêtre no es, pues, el testimonio de una travesía del fantasma, sino la elucidación de la relación con el goce, de cómo el sujeto cambió respecto de lo que no cambia, su modo de gozar, y cómo se elaboraron par él las variaciones de su verdad, su camino de mentira.


X La prisión del parlêtre
Nuestro sputnik
Seminario I-VI: exclusión de lo real
Seminario VII:  reintroduce lo real
Subversión del sujeto: acomoda lo real de la pulsión, como cadena sgte superior
        Si en Freud vemos su punto de retroceso a partir de Más allá del ppio del placer, develando la función del goce y cuestionando el desciframiento del inconsciente y su potencia, vemos en Lacan que este punto de inflexión se evidencia entre los Sem XIV y XV, precisamenente en La proposición del 9 de Octubre.
        Centra la operación analítica en el fantasma y la posible separación entre el efecto de sentido y el efecto de goce. El fantasma se vuelve la morada electiva de la Cosa, la morada electiva del goce, encerrado, soportado por una frase con su cortejo de imágenes.
        Lacan hablará más tarde de parlêtre destituyendo al sujeto.


XI Mutaciones de goce
Opacidades
        El paciente se apega al análisis, es decir se apega al inconsciente. Llama inconsciente a la palabra irreflexiva de la asociación libre. Pero a través de lo que el analista puntua, escande, subraya hay un llamado a reflexionar sobre la palabra irreflexiva.
        El yo no se del analizante implica esa opacidad necesaria para el trabajo analítico. De esta manera aparecen para él, revelaciones que hacen que en su vida algo cambie.


¿Dónde se hace la teoría?
        Si, a partir del seminario XIV, La lógica del fantasma, elabora el fin de análisis como pase, es porque seleccionó de Freud el concepto de fantasma como el lugar de elección donde se cruzan el lenguaje y el goce. El atravesamiento implicaría cierta desconexión entre el sgte y el goce.


Andar bastante mejor
        La última enseñanza de Lacan extiende al síntoma ese privilegio del fantasma. La conexión del sgte y el goce no es solo verdadera para el fantasma. Freud en Inhibición, síntoma y angustia destaca el carácter de satisfacción incluido en el síntoma a propósito del síntoma obsesivo.
        En el Seminario XX, Aun, Lacan propone que el goce no es trascendente, sino que el gozar está en el decir.
En resumen, no trascendencia del goce, sino inmanencia, que es la extensión conceptual del fantasma que Lacan llamó sinthome.
        Ya no se trata de levantar el síntoma, porque el sinthome aparece como una positividad, que hace perder al desciframiento freudiano su privilegio. Proponemos que ocurren mutaciones de goce que ocurren en la positividad del sinthome.
        ¿Basta decirlo en términos de lucidez? Lacan concibió el atravesamiento del fantasma como un revelación, la del objeto causa ¡ah!¡Ya lo veo! Como no hay verdad del goce, es en vano que se busque el objeto causa, el a como la verdad de su goce. El goce está también fuera de la verdad. El fin del análisis implica, entonces, simplemente un andar bastante mejor.


XII
Lo real que escapa a la verdad
        No hay verdad del goce, lo que hay es lo que Lacan llamó verdad mentirosa sobre el goce.


Revelación
        No se está en análisis mientras no se haya tenido al menos una revelación, para designar la relación del sujeto con la verdad a la que accede en un instante de ver.
        Hay un modo que es saber sin saber, saber sin conocer, que Lacan prefería llamar lo no sabido, lo no sabido que sabe.


Hay un obstáculo
        La interpretación por parte del analista ayuda a la revelación. La verdad forma pareja con sentido, y ambas forman trío con ficción.
        Para cada quien su manera de dar sentido se llamará fantasma. Pero si se sustrae al fantasma el escenario y el sentido lo que queda es un modo de gozar.
En el esquema Z aparecía el fantasma desplegado en el eje imaginario como obstáculo para ubicar las determinaciones del sujeto por el Otro.


Reengineering
        El sinthome funciona, no es susceptible de atravesamiento o de levantarse, sino de reengineering, de una reconfiguración.


XIII
Se terminó, entonces, el pase
Texto para Le Point
        Si el discurso religioso apunta a dividir al sujeto para obtener un sentimiento de culpa, el psicoanálisis en su relación con el goce, por el contrario, intenta llevar al sujeto a un culpable, a un cierto permiso para el goce.
        En el análisis se trata de cierta “liberación” del goce –en el sentido de que está fijado, condensado, y en particular como lo que Lacan llamaba objeto a-, y, más bien, de su fluidificación, si me permiten, de descondensarlo.


XIV
Una nueva alianza
Lenguaje causal
        ¿Por qué y cómo la verdad puede ser causa de efecto sobre el goce, cuando verdad y goce no están hechos de la misma madera, son heterogéneos, si me permiten, son heteróclitos?


Progreso de la verdad
        Lacan nunca abandonó esta referencia, concibe la verdad como una especie del sentido, como un sentido afectado por el coeficiente verdad.
        Si la verdad es completamente exterior a la mentira y la mentira es uno de los nombres de la represión, la verdad es lo que sanciona su levantamiento. Esta configuración es opuesta a su último escrito donde figura la verdad como mentirosa, a partir de la cual la historia se vuelve hystoria. De este modo la verdad podría ponerse en plural. Lacan formula en su muy última enseñanza la varidad, la verdad variable.
        No podemos decir que no saber sea lo contrario de saber, ya que está implicado también el no querer saber, el saber pero no prestar atención, el saber pero no querer extraer de esto consecuencias, el saber y pensar en otra cosa, el saber así pero no el saber asá. En esta relación compleja se producen sin embargo efectos de revelación, momentos donde se ve de otro modo, se asume otra perspectiva, o esta perspectiva se impone.


Acontecimiento del goce
        En el Seminario XI Lacan propone el binario placer vs goce con relación al binario homeostasis y repetición. A la ruptura del equilibrio la podemos llamar goce, experiencia de goce o acontecimiento de goce: puntos de exceso que pueden llamarse de placer extremo, de placer desequilibrante, pero que son próximos a una experiencia de dolor.


Referencia fálica
        Tenemos el falo, imagen del flujo vital, pero que funciona a partir de la castración, con un menos. Entonces, siendo el índice de una falta, tiene sustitutos que son objetos a, y así el goce se encuentra repartido sobre la base de esta castración.
        En subversión del sujeto introduce el Ф, falo simbólico imposible de negativizar, y agrega como aposición: significante del goce (única vez que aparece esta expresión en sus escritos)
        Pero el goce como infinito sería mortal si no encontrara un menos, el complejo de castración, y para dar cuenta de este complejo, se inventa el Edipo.
Pero ¿Cómo el goce imposible de negativizar estaría marcado por un menos? Aquí sentimos que se desdoblan dos planos: uno donde en está el falo, el objeto a, el menos, el Edipo, etc, donde no se trata sino de negativización; y otro plano donde está lo imposible de negativizar (Ф). En el fondo, poco a poco, Lacan despejará lo que escribo con una J mayúscula.
        El Otro que no existe es el Otro de la verdad, el Otro del sentido. Allí se destaca que el lugar del Otro hay que tomarlo en el cuerpo y no en el lenguaje.
        La revelación del fantasma podría tener como consecuencias que el sujeto no esté obligado a robar el goce a escondidas, que ya no esté separado sino que pueda hacer con él una nueva alianza.


XV Lo imposible de negativizar
Más o menos
        El deseo implica una negatividad mientras que el goce una positividad. Las variaciones cualitativas del deseo, a diferencia de las cualitativas, se hacen por ruptura, salto, corte como sucede con la verdad donde se pasa de un no hay a un hay sin transición.
        Lacan atribuyó al deseo un régimen igual al de la verdad. Su famoso símbolo $ designa tanto al sujeto de la enunciación como al sujeto del deseo. Podemos agregar la equivalencia que a veces presenta Lacan entre $ y el emblema de la castración (-)
        Aquí verdad, deseo, castración, constituyen una serie.


Verdad del deseo
        Lacan modeló el régimen del deseo sobre el del sgte, sobre lo que llamamos estructura, que está hecha de unidades discretas. Si volvemos al deseo articulado, este se articula en el sgte, y es capaz de estas variaciones súbitas: allí el goce es problemático.


El régimen del goce
1-Lacan subrayó que el goce no puede decirse. Desde ese punto es como el deseo, inarticulable, sólo se dice entre líneas.
2-El goce falta en el Otro del discurso. Por eso escribirá el sgte del goce (Ф) del que habló en La Transferencia y en Subversión.
3-Allí donde no hay goce, no hay verdad. Es que la verdad de alguna manera los hace gozar.
4-Lo que Lacan llamó plus de gozar consiste en regimentar el goce en la misma línea que la verdad. El objeto a es resultado del esfuerzo de Lacan de introducir el régimen del goce en el deseo. a como sustituto de -, apuntando el final del análisis a la separación entre ambos. Quiso hacer una unidad de goce, manipulada, arreglada. Finalmente el objeto a será semblante de ser.


XVI Cogito lacaniano
Sustancia gozante
Ф hay para el sujeto, y más exactamente para el parlêtre, lo imposible de negativizar, un positivo absoluto, que designamos goce, y que se asemeja a la libido freudiana, pero a diferencia de esta, que se desplaza, permanece.
        Si no estuviera la sustancia del goce, seríamos todos lógicos, una palabra valdría como otra, no habría nada parecido a la palabra justa, la palabra que ilumina, la palabra que lastima, solo habría palabras que demuestran.
        No se trata de un cuerpo extenso. La entidad cuerpo, es lo que hay que suponer para que el goce tenga un soporte.


Soy, luego, se goza
        En Aun, Lacan destaca que el cuerpo no se goza sino con la condición de corporizarlo de manera sgte. La marca es allí un sgte paradójico, no entra en un sistema; vale como insignia, solitaria, absoluta, que identifica un cuerpo como objeto de goce. Esta marca, S1, produce una falta que un tapón que es el objeto a colma.
        El fin de análisis implica reconciliación, alianza con ese goce, al que no preside el no, sino el sí (el sí de la contingencia que me hizo lo que soy)
        Lo que soy no es más que la manera en que se goza. Eso es el cogito lacaniano: soy, luego, se goza.


XVII El goce no miente
        El cogito lacaniano no nos da un yo soy sino un se goza.


Se jouit
En el goce pulsional se descabeza el yo, pero también se desvanece el sujeto; hay un se goza.
        Las variaciones del goce son variaciones en intensidad, que continúan en lo positivo.
        Hay una verdad mentirosa del deseo que hace que nos interroguemos sobre ella. El deseo está marcado por la pregunta ¿qué es lo que en verdad deseo?
El goce no miente, y no está, en ese sentido, marcado de negatividad.


¿Cómo inventamos el objeto a?
        El objeto a es amboceptivo entre deso y goce. Se lo define como plus de gozar pero también como causa de goce.
Lacan lo inventa a partir de transferir, exportar la estructura del lenguaje al goce.
        La pulsión es una demanda que no se puede rechazar, una demanda acéfala, que es una exigencia del cuerpo; demanda cuyos elementos no son los sgtes de la lengua, sino, los sgtes del cuerpo. También desaparece el sujeto y se desvanece la demanda como demanda hablada o sea que entre $ y D lo que permanece es el corte. El corte es lo que articula el goce con la estructura del lenguaje.


Dar cuerpo al goce
        Lacan necesitaba localiza el goce, sin lo cual es imposible operar con él. Lo localizó en los fantasmas, inventó el fantasma fundamental: un átomo de significancia, un átomo de goce.
        Así la interpretación se la mide no por sus efectos de sentido sino de goce. Por eso Lacan pudo decir que la interpretación eficaz era del orden de la jaculación, un uso de sgte que no tiene fines de significación, sino donde el sonido podría hacer sonar la campana del goce.
        Nosotros estamos obligados a separar goce y satisfacción. No habría experiencia analítica sin el goce fuera satisfactorio.
Un análisis es concebible donde una jaculación puede rectificar el goce, es es, que puede ser concebido como satisfactorio.


XVIII Filosofía del goce
Goce antepredicativo
        Pensar y hablar son dos cosas distintas. En gral. en una sesión analítica, el sujeto que piensa, la cierra.
Lo que llamamos sujeto no es una sustancia, sino solo un supuesto; es lo que está supuesto en la articulación de una pareja de significantes, nada más.
        La sustancia gozante reintroduce el cuerpo cuyo atributo principal sería el goce como afección de ese cuerpo.
        Durante mucho tiempo, a partir de Aun y en su última enseñanza, intentará una especie de intersubjetividad del goce, es decir, implicar al Otro en su economía (gozar del cuerpo del Otro) y por lo tanto insinuar el proceso dialéctico en este. Su elaboración concluye en la línea de que no hay goce del Otro, que es esencialmente imaginario, de ninguna manera del mismo registro que el goce del cuerpo propio.


Lebenswelt
El goce pertenecería a algo que fascinaba mucho hacia mediados del siglo XX, al Lebenswelt (el mundo de la vida), según lo definió Husserl. El mundo de la vida escaparía pues a toda predicación, no se puede decir, solo se puede sentir, lo que muestra su estatuto de experiencia primera del ser. Estaría emparentado, entonces, con el real de Lacan.
        La vida, su reproducción en la especie humana está curiosamente condicionada por el significante y no está marcada por ninguna automaticidad, como prueba el rechazo de la reproducción, ya sea consciente o inconsciente.
Por eso, Lacan decía que en la especie humana la letra es análoga al germen, que para que este se transmita a lo largo de las generaciones hace falta que un tipo de significante que él denominaba letra se transmita. Insiste, pues, en la materialidad de ese sgte.
Por lo tanto, aun cuando haya goce equivalente a la vida, incluso si toda vida implica goce, este se diferencia por la incidencia del sgte, otro goce, en la especie humana.


Goce bis
        Distingue entre el goce antepredicativo de todo cuerpo viviente y el goce bis, un goce traumatizado por la palabra. Este último es un goce que no haría falta, en Lacan non decet (no conviene) no es decente. Por eso su confesión en general encuentra obstáculos
        En la experiencia analítica, el goce se presenta ante todo por el lado de la fijación, siempre se vuelve allí. Y habrá que ver si ese siempre se vuelve allí se detiene o no por el atravesamiento del fantasma.
        Ou pire (en Otros escritos, pag. 550): “el saber afecta el cuerpo del ser hablante por fragmentar su goce, por recortarlo, hasta producir en él las caídas con las que hago el a” Entonces, el sgte afecta el cuerpo del parlêtre porque fragmenta el goce del cuerpo, y estos pedazos son los objetos a.
        El sgte tiene efectos de sgdo, pero también tiene efectos de goce. Antes que efecto, diremos producto; si pensamos en los 4 discursos ubica el objeto a en el rango de producto simétrico del efecto de significado.
Más adelante Lacan lo llamará sentido gozado que en el fondo supera el binarismo (coalescencia entre sgte y goce)
Aquí la interpretación se hace jaculación; es decir que apunta a la sustancia gozante, y solo alcanza el blanco renunciando a las facilidades del desciframiento bajo la égida del padre.
XIX Nada es sin goce
        En la perspectiva de la última enseñanza de Lacan –y a diferencia de lo que se expone en La ética del psicoanálisis-, el goce no es una transgresión. Incluso podría decir que es, por el contrario, un funcionamiento normal, y no raro o excepcional.


Regulación del placer
        El modelo del deseo funciona en relación a la ley: deseo lo que está prohibido. Antes que existiera la ley no había lo deseable. De allí que: La ley es el deseo.
        Pero el goce no funciona así, el goce se halla en los dos lados.
¿Puede uno imaginarse que el deseo se sostendría como prohibición si no tuviera un goce del deseo prohibido?


        En ese parlêtre, el cuerpo mismo, su cuerpo, no está antes del sgte, no es una realidad anterior al sgte. Por eso, además, el parlêtre no es su cuerpo. Tiene su cuerpo como un bien, una propiedad, un objeto que se trata bien o mal, que se desdeña, se abandona o se arregla. Los cuidados prodigados o no a ese cuerpo denotan el valor inconsciente que se le atribuye.


Sustituciones
        Para Freud hay dos vertientes en el síntoma, la vertiente del sentido a desocultar, y la vertiente de la satisfacción (como sustituto de la satisfacción sexual). Ambas vertientes están incluidas en la idea de sinthome.
        El goce sustitutivo está también presente en la neurosis, especialmente en la histeria, y es capaz de alterar las funciones del cuerpo. Como se tradujo, los órganos se conducen como órganos genitales de sustitución.


La ilusión de la relación sexual
        Si para Freud en un momento las pulsiones parciales se someten al primado genital concetrandose en la sexualidad procreadora, la relación sexual existe.
        La relación sexual no existe implica que no hay pulsión sexual total como lo niega Lacan ya en el Seminario XI.
La teoría freudiana de las pulsiones es completamente edípica, responde a la lógica de la sexuación masculina, mientras que la teoría lacaniana del goce responde al régimen del no todo. Hay una serie que es la del goce sustitutivo respecto de la relación sexual que no existe.


XX El reverso de la enseñanza de Lacan
Abyección
        Los antónimos de esta palabra son La dignidad, el honor.
Cuando indicamos que el objeto a es un desecho, lo estamos calificando de abyecto, objeto de aversión, de asco y repulsión, que al mismo tiempo constituye el plus de gozar.
La abyección es el grado máximo de rebajamiento.
        El sujeto del sgte solo lo alcanza, solo se confiesa su relación con  testimoniando que la repulsión es inseparable de la atracción irresistible que experimenta en dicha relación.
        Recurre a un fragmento de Marcel Jouhandeau para dar cuenta de cómo este se las arregló con su inclinación monstruosa, a nivel del sinthome.


Primera vuelta de la enseñanza de Lacan
        Lacan invirtió su pregunta contra sí mismo. Pasó de la pregunta ¿qué significa? a la pregunta ¿qué satisface? No solo existe el cuerpo que goza, está también el goce de la palabra, el goce del pensamiento.
        Llegamos a un estado del lenguaje anterior al sgte, previo a los efectos de significación: lalengua.


        Para el primer Lacan la supuesta inercia de los factores imaginarios se opone, a la dinámica de los factores simbólicos. Toda su atención se centró en destacar los mecanismos que soportan estos factores simbólicos, que Lacan reformuló: Verwerfung, Verdrängung, Verneinung.
En su punto de partida lo imaginario es inerte puesto que es el lugar del goce; el sujeto goza de lo imaginario. Este imaginario es primordialmente escópico, depende de la visión. Para el primer Lacan el cuerpo es ante todo la forma del cuerpo y no la sustancia gozante. Con el estadio del espejo intentó dar cuenta de lo que hace gozar de la imagen.


        En La dirección de la cura propone el concepto de rectificación subjetiva. La crítica es hacia la práctica inspirada en la relación de objeto cuyo objetivo es rectificar lo imaginario.
En Intervención sobre la transferencia, la trasnferencia misma se piensa como una formación imaginaria y, por lo tanto, como emergiendo en un momento de estancamiento de la dialéctica psicoanalítica, que se desarrolla en el eje A-S.


Pasaje al reverso
        En el Seminario 20, pag. 134, encontramos también el término inercia, que esta vez califica al lenguaje mismo y no a lo imaginario. El opone esta inercia a la velocidad de los signos matemáticos, que se transmiten fácil, puesto que están aligerados del significado, no tienen la inercia que presenta el lenguaje. Pag.55


        “Lo que permanece en el centro es esa vieja rutina según la cual el significado conserva siempre, a fin de cuentas el mismo sentido. Este sentido se lo da el sentimiento que tiene cada quien de formar parte del su mundo, es decir, de su pequeña familia y de todo lo que gira alrededor”


        Llegado al Seminario 6 donde Lacan había reabsorbido lo imaginario en lo simbólico, llega el Seminario 7 donde hay un pasaje al reverso introduciendo el das Ding, que tratará dos seminarios después como el objeto a. A este a también le impuso la estructura del lenguaje.
        Lo que en su primera enseñanza era la pantalla imaginaria inercial, lo redujo a la estructura del fantasma (a-a, $-a). Así comprendemos bien la expresión atravesamiento del fantasma.


        En el fondo, la idea del pase descansa en la noción de que el fantasma es el aparto de goce, con el que el sujeto aborda la realidad. Pero en la inversión será el lenguaje mismo el que aparece como este aparato. Y un paso más el lalengua, que es el sgte despojado de la estructura del lenguaje. Por lo tanto, en el pasaje al reverso, en el lugar del fantasma aparece el sinthome.


        Lacan se diferencia de Freud, quien piensa la libido como susceptible de una energética. El goce, en cambio, si es consustancial con el sgte, se descifra. De allí la noción que se impone, de la interpretación de goce, elucubración de saber sobre el goce y sobre por qué no conviene.
        Si no se juega en relación con el fantasma sino respecto del sinthome, el pase no es la revelación de la verdad. Revela que la verdad es mentirosa, que el sentido es semblante, y que lo que se lucida es cómo, el goce es interpelado por el semblante, por el significado.
        Se trata de un parlêtre que ya no estaría atormentado por la verdad. Ese final sin duda es él mismo contingente. Quizás el final del análisis tenga la estructura del encuentro.


Marcelo La Valle