Acta del 20 de agosto de 2011



Comenzamos comentando un párrafo del texto de Miller “Una lectura del seminario De otro al otro” Del apartado “De Marx a Cantor”
¿Cómo llegar a situar en su justo lugar el término plus-de-gozar? Digo en
«su justo lugar» porque hemos insinuado, en relación a ese empleo madrugador
que hace Lacan en su primera lección, no hacerlo más que uno de los nombres
del objeto a, uno de sus seudónimos, como su nombre propio. Pero hay diferencias,
en el punto de partida, que el Seminario nos permite retomar.
El plus-de-gozar aparece justamente en esta homología como una relación,
una función a la que se presta el objeto a. Tenemos como trasfondo el goce17 y
la función del plus-de-gozar se presenta en relación a ese trasfondo como un
elemento contable.
Una expresión no figura aquí, y es por tanto a releer, la unidad de goce. El plus de-
gozar es la función que separa una unidad de goce que aparece como suplementaria
pero que, para hacerlo, supone que debe ser contabilizada. En el momento
en que querrá poner por escrito las consecuencias de su Seminario, Lacan la designará,
con todas sus letras, como la función de la «contabilidad».18 Se presenta
allí a minúscula como «en más»; eso va de suyo porque sostiene la función
plus-de-gozar. Pero ese «en-más» se encuentra, al final del Seminario, como la
función del «uno-en-más». Lo que Lacan llama «uno-en-más» y que figura bajo el
modo del conjunto vacío siempre reaparece en toda contabilidad de sub-conjuntos
y es soportado por la función plus-de-gozar. De la primera lección, donde se hace
la construcción homológica del plus-de-gozar, a las dos/tres últimas que esclarecen
la función del uno-en-más, como lo llama Lacan en la teoría de los conjuntos,
tenemos allí un acuerdo completo. En el final aparece como uno-en-más lo
que al comienzo se presenta como la plus-valía; lo que al comienzo se presentó a
partir de Marx al finalizar lo será a partir de Cantor”
Miller hace un arco de donde empezó el seminario y adonde apunta. También está el tema de cómo el “uno en más” enloquece a la pulsión. Ejemplo del goce oral,  si uno toma un café no pasa nada, el tema es cuando uno no para de tomar café, ahí empieza el “uno en más”.
Diferencia entre analogía y homología. La homología es una cuestión de estructura, se pueden cambiar los nombres pero la relación es la misma. Lo que se pone en juego en la homología es el tipo de relaciones. La topología puede servir para pensar la homología, se puede deformar algo pero la relación en cada uno de los puntos es la misma.
La fórmula Lacaniana de la metáfora también se distingue de lo imaginario de la analogía. Al formalizarla separa a la metáfora del terreno de la analogía (imaginario) para llevarla a un nivel estructural.
La homología hace referencia a la combinatoria de los términos.
Problemas: ¿Qué quiere decir que el objeto “a” se presta a una función? ¿Qué quiere decir “contable?
El objeto “a” tiene una función, esta función tiene que ver con la repetición. Una manera de plantear la repetición es que si yo tengo el 0, 1, 2,3 y le pongo el 4 para marcar que hay 0, 1, 2,3, cuando quiero incluir el cuatro necesito uno más que es el 5 como nombre del conjunto. Pero además si y tengo 3 elementos en un conjunto, por ejemplo “tres lapiceras” tengo que incluir el conjunto vacío, tengo tres elementos más el conjunto vacío. Siempre es necesario contar el conjunto vacío.
Lo contable es: ¿Qué función cumple el “a” en la repetición? El “a” cumple la función de “más uno” en la repetición. Esto quiere decir que siempre voy a tener un excedente que no va a estar contado, y cuando escriba, inmediatamente salta como excedente, por eso nunca se termina de cerrar.
En el ejemplo de 0,1,2,3,4 cada vez que quiero cerrarlo me viene un excedente que “llama” al 6 y al 7 y así sucesivamente. Es la repetición misma.
Esto no quiere decir que el “a” queda anulado en su función de exceso, ni que uno sea lo mismo que el otro. Es la manera que tiene el “a” de operar en la repetición.
¿Cómo puede ser que el “a” sea un uno y el uno sea un “a”? ¿Sí una cosa es el significante, el rasgo, y otra el objeto? Pero en la serie Fibonacci Lacanpone 1-a o 1+a, quiere decir que el “a” está siempre operando, ese uno está impregnado, infiltrado, inquieto, molesto porque no termina siendo un uno, siempre es +a o –a. Por eso es unario y no uniano. Si fuera uniano no sucedería esto. El “a” hace del uno, unario.
Retomamos la lectura del Seminario 16, leemos un fragmento de la pg. 143 del capítulo “Las tres matrices”
Se plantea el problema de la relación entre el uno y el “a”: ¿Es el uno o es el “a”? Es el uno y es el “a”. La contabilidad del “a” como ”uno”  es en términos que marca que no hay identidad y que su marca se inscribe para reencontrar, pero esa inscripción ya altera, ya no es lo que era antes de la marca.
1)      En el origen no estaba marcado, ahora que está marcado lo que está marcado ya no es lo mismo que antes.
2)      No es que es parte de una diferencia sino que la constituye.
Leemos las páginas 130-131
El “a” es siempre lo que le falta al uno. A eso nunca llega la serie convergente. Es inconmensurable, el “a” es una medida de lo inconmensurable como el número de oro.
Lacan va a plantear el problema de la relación del  sujeto del goce y el sujeto instaurado por la marca.
No hay relación entre ellos. El sujeto del goce es un mito.
Entre el sujeto del goce y el sujeto de la marca no hay conjunción, la conjunción es falsa.
Lo que está planteando es que es desde la repetición  que puedo plantear al “a” y es desde el “a” que puedo plantear la repetición. Porque tiene que ver con la marca, a partir de la marca se altera lo que (no) había. Esa relación es 1a, donde la repetición de un significante, como en el “Libro de arena” de Borges donde ya la otra página ya no es la otra página, es otra página. Entre una y otra no hay identidad, hay identificación  engendrada por este uno que lo marca, punto origen de la identificación.
1)      No hay sujeto del goce sino como mito. El sujeto es marca  del significante y si hay marca del significante no hay absoluto.
2)      Si hay marca hay pérdida: balance de perdida
3)      Es la identificación la que introduce, con el rasgo, la repetición, de uno a otro y ese otro es otro uno distinto al primero. Si lo nombramos 2 después tendremos que nombrarlo 3, 4 etc., y es en esa articulación  entre cada marca, cada rasgo, cada significante, que tenemos que colocar al “a” como lo que excede, el “más uno”, entre un uno y otro uno.
Si yo pongo 1 y después 2, este 2 no incluye a este 1, es otro, es otra cosa, es el nombre de otro 1, y entre ambos pongo +1, ese +1 trata de contabilizar al objeto “a”.
Tengo un uno que altera lo que (no) había en el origen. Inaugura. Engendra. Ese engendramiento es el del sujeto, entre S1 y S2. Pero el S2 ¿Qué es? Lacan dice “es un conjunto de significantes” pero se puede contabilizar como un uno, es un significante, es un bloque de significantes. ¿Por qué no le pongo 1? Porque lo quiero diferenciar del otro.
¿Por qué plantear el “más uno”? Porque entre uno y otro (en esto Lacan apela a Peano, Cantor, etc.), siempre entre 1 y 2, 2 y 3 hay que sumarle otra cosa más que es la función del 0. La función del 0 es idéntica en la teoría de los conjuntos al conjunto vacío. El conjunto vacío es un conjunto que hay que contar entre los elementos del conjunto.
Leemos párrafo de la página 136.
Hay una relación del falo como velo y el objeto “a” que es caída ¿De qué? De un supuesto sujeto absoluto de goce.
¿Por qué no hablar de un sujeto absoluto del goce? Porque hablar de sujeto absoluto es un contrasentido, y del sujeto absoluto del goce más contrasentido. Tenemos que hablar de la marca. Sujeto y absoluto son incompatibles, en tanto que marcado por el significante sujeto absoluto del goce  es tan mítico que es casi innombrable.
El sujeto es la caída, lo que se pierde, es la cuenta de una pérdida.
¿Cómo contar una pérdida? Como pérdida. ¿La puedo contar? Esa es la paradoja.
En la función del síntoma se cuenta una pérdida. Cada vez que quiero hacer algo me sale mal y vuelvo a fracasar en el mismo punto.
Imposibilidad del balance. La ecuación simbólica es un intento neurótico de establecer un balance. El falo como significante (impar/innombrable) cuestiona la ecuación.
Crítica a la idea de la significación fálica como aquello que permite el encuentro sexual. El falo hace objeción  a la relación sexual. El falo no es un “acomodador “como significación fálica. Entre el fantasma de uno y el fantasma del otro cada uno se las arregla como puede.
El falo funciona como velo de la caída del sujeto como sujeto absoluto del goce, del goce de lo que uno nunca fue, porque el día en que fue marcado ya no es lo que era, que por otro lado no se sabe lo que era,  en todo caso no sería aquello que “habría sido”, porque  esa marca engendra algo que no estaba desde el inicio: ex – nihilo.
La biblia en hebreo comienza con la palabra BERESHIT, esta palabra se escribe con la letra BETH, que es la segunda letra del alfabeto. Los cabalistas se preguntan ¿Por qué la biblia no empieza con la letra ALEPH? Porque es la” letra que no”, empieza por la BETH porque  “ALEPH” está perdida y es muda, entonces hay algo que se perdió en el comienzo.
Toda escritura es deuteronómica. 
Leemos el acta de la reunión anterior.

Acta del 2 de julio de 2011


Empezamos comentando el texto de Miller, cuya reseña ha sido entregada.
El tema es la disyunción cuerpo-goce por la incidencia mortífera del significante. Éste introduce la muerte, pone el cuerpo a disposición de la muerte. Hay tumba, lo hace ser para la muerte. Y prohíbe el goce, expulsa goce del cuerpo, pero también lo genera. Hace las 2 cosas. ¿Qué expulsa? Lo que no había. Es la incidencia significante, que hace que el cuerpo se arme de determinada manera.
En Freud el mito (“las pulsiones son nuestros mitos”) nos sirve para pensar lo real, a diferencia de un capítulo del Seminario 17 “Del mito a la lógica”. Moisés tiene que quedar fuera de la Tierra Prometida. Es la “tumba vacía” que Lacan señala en “Subversión del Sujeto…”, el padre excluído.
Considerando el mito sadismo-masoquismo: en el movimiento pulsional “hacerse pegar por otro” se trata de una pulsión montada en otra cosa, un nuevo sujeto, en un fantasma, efecto del movimiento pulsional. Un nuevo sujeto como concreción del fantasma. Esta asistencia del Otro está fantasmatizado en el otro que me pega. Me hago pegar porque me hago existir por ese Otro. El mito, el fantasma, es ineludible.
Siempre hay una expulsión primordial para sostener lo existente.
El falo es un significante impar, que no hace cadena.
El padre de la horda queda afuera para constituir un orden.
Un sexo tiene que quedar afuera.
Circuncisión-paternidad: es nombrar lo que no estaba, para que haya un nuevo sujeto.

Retomamos la lectura del S.17, capítulo VIII, apartado 2.

Anuncia Lacan que se trata, en la apuesta de Pascal, del Nombre del Padre, bajo una forma singular “Cara o cruz”. (página 114). Es lo que hoy llamamos “cara o ceca”. “Allí está lo que llamaré el real absoluto” (pág.115). ¿Porqué? El “cara o cruz” plantea una encrucijada, hay una indeterminación absoluta en ese punto. Podríamos decir “puro azar”.
“Debemos llegar al punto en que, Cara o cruz, sólo se trata de lo real en la medida en que es un tope”. “La apuesta contiene en su comienzo algo referido a este polo, lo real absoluto, cuanto que, al plantearse la cuestión del acto de la apuesta, se trata de algo de lo que no podemos saber ni si es ni lo que es. Se trata de saber si el partenaire existe o no”. “Pero no sólo el partenaire constituye el interés de la apuesta, también está la postura”(pág.115).
“…Todo descansa en la simple observación de que lo que se apuesta al comienzo está perdido”. Aquí está el punto de la elección forzosa que ya hemos trabajado.
“Ésta es la esencia del juego en lo que implica de logificable porque está reglado” (pág.115).
Lacan señala que la cuestión nos interesa como analistas, ya que nuestra actividad se funda en la asunción de la pérdida, la nuestra, “en la medida en que en el abordaje mismo de toda regla, es decir, de una concatenación significante, se trata de un efecto de pérdida”.(pág.116). Nuestra experiencia, dice, nos enfrenta en todo momento con un efecto de pérdida. En el seminario 11 también ubica al analista como testimonio de una pérdida. “Un paciente me usa para sus fines”. En el seminario 15: “como analista, me ofrezco como instrumento”. Esto podría traducirse: “si sos analista dejate pellizcar las tetas”. Esto es ser semblante.
¿Cómo lo testimonia? “Atribuyéndolo a un daño imaginario [(seminario IV)], refiriéndolo al esquema de una herida narcisista, es decir imputándolo a la relación con el semejante”, al otro (pág.116). Pero no se trata de esto, sino de una herida que depende de un efecto que, para distinguirlo de lo imaginario, califiqué de simbólico”. “Este efecto simbólico se inscribe en el hiato producido entre el cuerpo y su goce, en la medida en que la incidencia del significante o de la marca, lo que llamé el rasgo unario, la determina o la agrava”….”,decimos que la incidencia del rasgo unario le da su consistencia”.
“Se dibuja, pues, una relación entre el efecto de la pérdida, el objeto perdido, a, y ese lugar llamado el Otro, lugar aún desconocido y no medido, sin el cual no podría producirse”. Es decir: entre a y A se dibuja el rasgo unario.
Podríamos decir: mi relación al Otro es a. No hay otra. En el mismo instante de la pérdida se abre un abanico de múltiples posibilidades. El significante en su estructura es cara o cruz, está o no está, ausente o presente. No se necesitan dos, es cara o no cara. Ejemplo del fútbol: para diferenciarse se toma un rasgo, sacarse la camiseta.
Termina este apartado señalando que “la pérdida no carece de relación con la manera en que funcionamos como deseo”.”¿Cómo medir esta relación?”.

Apartado 3 (pág.117)

“En las cifras,…, en los signos escritos con los que se articula la idea misma de la medida, ya hay una proporción”.
“…no sabemos nada de la naturaleza de la pérdida”.
“ Por un lado, sólo sabemos que está simplemente a, la función de la pérdida. Por el otro, está el Uno, y no sabemos qué ocurre con él, puesto que no es más que el rasgo unario”.
 Escribe la relación del 1 determinante con el efecto de pérdida: 1/a
A partir de esto plantea dos tipos de series: decrecientes y crecientes. (pág.118-119).
Las series  tienden hacia el límite, pero no se llega.
Texto de Borges “Aquiles y la tortuga”. Nunca se llega al 1.
Todo el desarrollo de las series es para mostrar la imposibilidad del Uno (lo llama Uniano en “Ou pire”.
Es importante distinguir lo unario (trazo que no hace uno) de lo uniano ( el uno de Plotino, el uno que es Todo).
a se sustrae para llegar al 1 uniano.
“El interés, el único motivo para partir de estos dos términos es que a partir de ellos escribimos” (pág.120).
Plantea el número de oro a partir de otra escritura de 1/a,
                                                                                                      
Como 1+a/1   =        a__|_____1      a= 0,618     es infinito                               
                          pérdida     Campo del Otro=rasgo unario

semejante a Pi x r2 = 3,14….(Pi por radio al cuadrado). No termina de llegar a 15.
En pintura y música se utiliza esta divina proporción.

Luego (pág.121) toma: a2 (suma de todas las potencias impares de a) + a (total de todas las potencias pares) = 1. Haciendo esta suma encontramos la medida del campo del Otro como 1, “que es algo distinto de su pura y simple inscripción como rasgo unario”.
Está tratando de logicizar la pérdida y la marca?.
(Pág.122). Le interesa mostrar que hay un límite al que la serie se acercará lo más posible.
(Pág.123). “¿Qué ocurre con la génesis de este Otro?. Lo distinguimos de este Uno que está antes del 1, a saber, el goce. ¿Cómo medirlo?”.
“Ilustremos como sigue la relación de a como la falta proveniente del Otro, con el 1 como el campo completado del Otro que podríamos edificar”:

(desde S.9 es 1 de la mismidad,
  de la unicidad )                                                  ( falta proveniente del A)
                     1                               1                 a  (pérdida) condiciona a A
     _________________________________________
               Goce                      campo del A
                                             campo del saber

“Es lo que se llama el goce masoquista y constituye la forma más característica, la más sutil, que dimos de la función causa del deseo”.
“El goce masoquista es un goce analógico”. Goce perverso.
“El sujeto asume de manera analógica la posición de pérdida, de desecho, representada por a en el nivel del plus de gozar. En su esfuerzo por constituir al Otro como un campo sólo articulado según el modo de ese contrato que….Deleuze acentuó…..,el sujeto saca partido de la proporción que se escabulle al acercarse al goce por la vía del plus de gozar”.  Esto es “yo soy tu objeto”, “yo encarno analógicamente tu desecho” (Masoch- Wanda).
Haciéndose uno objeto del Otro es reintegrar al Otro. (renegación).

(Pág.124) “El a, como indiqué,  es lo que condiciona la distinción entre el yo que sustenta al campo del Otro y puede totalizarse como campo del saber, y el yo del goce”.”…..al totalizarse, el yo del saber no alcanzará nunca su suficiencia”…”En efecto, en la medida misma de su perfección, el yo del goce permanece enteramente excluído”.”….esto nos confirma que ninguna adición entre ambos podría totalizar bajo la forma de una cifra cualquiera, de un 2 adicionado, a este yo dividido reuniéndolo finalmente consigo mismo”.
Es decir, no puedo armar un 2. Entre el goce y el campo del Otro, tengo a, que condiciona la distinción.

(Pág.125). Lacan señala que este acercamiento lógico nos permite situar mejor lo que ocurre con el misticismo. “Los místicos intentaron por su vía la relación del goce con el Uno”.”El lugar que tiene en él el yo, el Ich, se relaciona,…,con lo que constituye nuestro verdadero objetivo,….¿yo existo?”. Esto es ¿el sujeto existe?. No hablo de mí, entonces más vale decir ¿Existe? (il existe?) hablando esta vez del yo?. Este “il” es la tercera persona. Es decir: ¿hay algo del yo que existe?. Utiliza el “il existe” en el sentido de “il pleut [llueve]”, no del compañero.
¿Existe yo?.
La tercera persona es lo que dice “él estaba muerto…” El sujeto de la enunciación es un sujeto que no puede decir yo, no puede coincidir con lo que dice. Es “il”, tercera persona. Es el je. No es el moi. No se puede hacer un Uno, ni un dos.
El masoquismo también trata de unir goce y Uno.